sábado, 8 de octubre de 2011

Un cuadro imaginado por Perec y una portada de Pink Floyd


En 1979, Georges Perec, novelista francés, escribió en El gabinete de un aficionado: "por el juego de estos reflejos sucesivos, y por el encanto casi mágico que operan estas repeticiones cada vez más minúsculas, es una obra que se mece en un universo propiamente onírico, donde su poder de seducción se amplía al infinito, y donde la precisión exacerbada de la materia pictórica, lejos de ser su propio fin, desemboca pronto en la Espiritualidad vertiginosa del Eterno Retorno". 

El texto se refiere a un cuadro que un hombre manda a hacer, en el que aparece el propio hombre rodeado de su colección de arte. Al fondo del cuadro, la imagen del hombre observando su colección se repite con mínimas variaciones en la composición de los cuadros originales, y así de manera sucesiva, se puede observar la misma imagen al fondo del segundo, otro al fondo del tercero y así, teórica pero no prácticamente, ad infinitum. 

De tal suerte que: "La gente en seguida empezó a divertirse calculando que el formato de la tela era algo menos de tres metros, por algo más de dos, que el primer 'cuadro en el cuadro' todavía medía casi un metro de largo por setenta centímetros de alto, que el tercero sólo era de once centímetros por ocho, que el quinto ni siquiera alcanzaba a tener el formato de un sello de correos, y que el sexto apenas hacía cinco milímetros por tres".

"Al día siguiente varias decenas de visitantes se presentaron con toda clase de lupas y de cuentahílos, inaugurando una moda que durante varios meses, enriqueció a todos los ópticos de la ciudad. 

"Pero la gente no tardó en darse cuenta de que... se había empeñado en no recopiar nunca estrictamente sus modelos, y que parecía haber tenido un placer maligno en introducir cada vez una variación minúscula: de una copia a otra, personales y detalles desaparecían o cambiaban de sitio, o eran sustituidos por otros".

El cuadro en cuestión, así como los que se retratan, no existen, en una broma irredenta y altanera de Perec, pero Isabelle Vernay-Lévêque se dio a la tarea de pintarlo a la de las descripciones anotadas en el libro. El resultado es el siguiente:




Diez años antes de aparecer El gabinete de un aficionado, el talento gráfico de Pink Floyd (siempre a la par del musical) resumió la idea que a la postre desarrollaría Perec, en la portada de su disco Ummagumma, a la que se podrían adaptar perfectamente los textos citados líneas arriba:




"...por el juego de estos reflejos sucesivos, y por el encanto casi mágico que operan estas repeticiones cada vez más minúsculas, es una obra que se mece en un universo propiamente onírico, donde su poder de seducción se amplía al infinito, y donde la precisión exacerbada de la materia pictórica, lejos de ser su propio fin, desemboca pronto en la Espiritualidad vertiginosa del Eterno Retorno". 

"La gente en seguida empezó a divertirse calculando que el formato de la tela era algo menos de tres metros, por algo más de dos, que el primer 'cuadro en el cuadro' todavía medía casi un metro de largo por setenta centímetros de alto, que el tercero sólo era de once centímetros por ocho, que el quinto ni siquiera alcanzaba a tener el formato de un sello de correos, y que el sexto apenas hacía cinco milímetros por tres".

"Pero la gente no tardó en darse cuenta de que... se había empeñado en no recopiar nunca estrictamente sus modelos, y que parecía haber tenido un placer maligno en introducir cada vez una variación minúscula: de una copia a otra, personales y detalles desaparecían o cambiaban de sitio, o eran sustituidos por otros".

Y así, teórica pero no prácticamente, ad infinitum...



No hay comentarios:

Publicar un comentario