viernes, 28 de febrero de 2020

La oportunidad del PAN

Fuente: forbes.com.mx


Será en unas horas cuando las y los consejeros del Partido Acción Nacional se reúnan para discutir y aprobar los documentos de reforma de Estatutos y de reforma de Programa de Acción Política que se votarán en Asamblea Nacional, por la militancia, a principios de mayo próximo.

El sábado será pues una oportunidad para que el partido, y de acuerdo con los compromisos que llevaron a su actual dirigente, Marko Cortés, a la presidencia, pueda devolver a su Consejo Nacional esa vocación deliberativa que tanto se extraña en una institución que durante décadas se preció de su democracia interna.

El PAN le enseñó democracia a México porque, en primer lugar, supo vivirla en sus filas y demostrar que el debate, el disentir, el ceder y el defender ideas era el camino para convivir entre distintos. 

El PAN la enseñó democracia a México porque, en palabras de Castillo Peraza, entendió desde temprana hora que la democracia no es un peligro sino una oportunidad. 

Comparto algunas consideraciones respecto de la reunión que se realizará este sábado 29 de febrero.


1. La dirigencia panista se comprometió –para obtener el voto de los militantes hace poco más de un año– a abrir el partido a la ciudadanía; esto es, facilitar el ingreso de quienes quieran militar en sus filas.

No es un tiempo fácil para los partidos políticos en las sociedades democráticas, y menos para los partidos tradicionales, como es el PAN.

Sin embargo, es muy bienvenida una apertura ordenada que simplifique la adhesión y la militancia, siempre y cuando el o la ciudadana lleguen a un partido que responda las necesidades de nuestro tiempo.

No un partido que busque servir (y servirse) de unos grupos "tradicionales" que solo han llevado la votación panista a mínimos históricos.

No un partido que añore el pasado y mire hacia atrás con nostalgia; mucho menos un partido que ofrezca tradiciones como futuro en lugar de ser capaz de convertir ese legado en la posibilidad de responder a los retos del México del siglo XXI.

Sí, en cambio, un partido que sea capaz de ser una alternativa incluyente, diversa y plural, que se sacuda de una vez por todas de dogmas y agendas gregarias para convertirse en una alternativa abierta para las y los mexicanos que quieran participar en la construcción de una oposición real frente a un gobierno que no duda en demostrar su vocación autoritaria.

Un partido que juzgue menos el modo en que las personas viven su vida y que en cambio sume a quienes quieren aportar el tiempo de su vida a una causa: México y su democracia.

Un partido que se distinga por su proyecto de país y de defensa de las instituciones republicanas, y no por visiones que busquen la cerrazón, la unanimidad o el condicionamiento a partir de morales dobles o triples.


2. La apertura que el PAN propone debe sin duda asumir compromisos: compromisos con las y los jóvenes, que hoy son abiertos y con acceso a lo diverso, que hoy conviven en una pluralidad como nunca antes había existido en México.

Pretender que la pluralidad de la juventud se limite a quienes persiguen una sociedad cerrada y decrépita es negar el enorme reto de hacer de la diversidad una riqueza desde la diferencia, en lugar de la conformidad que lleva a rodearse de los que piensan que el pasado puede ofrecer alguna forma de futuro.

Y esa apertura es asimismo con las grandes causas de la sociedad: asumir compromisos con las mujeres que demandan espacios de participación, que deben ganar esos espacios en tribunales o en protestas porque ni la ley que pretende defenderlas ni el propio gobierno o las autoridades han podido garantizarles una vida en paz, en igualdad de condiciones, paritaria ni mucho menos justa.   

Si el humanismo no sirve al PAN para entender que las demandas de paridad del feminismo deben ser las suyas, entonces el PAN no habla de humanismo sino de un remedo de ideología secuestrada y adaptada al interés de grupos minoritarios y marginales. 

El PAN tiene frente a sí la posibilidad de responder a las demandas de las y de los jóvenes y de las mujeres de manera oportuna, para evitar más adelante ser tachado de oportunista.


3. Un PAN abierto a la ciudadanía debe asimismo garantizar que quien llegue a sus filas no se encuentre presa, o peor, al servicio de caciques o grupos que condicionan el mérito a la fidelidad y el talento al servilismo.

Nadie, o muy pocos, querrán pertenecer a un partido en el que cada estado y cada municipio tienen un jerarca con el que hay que "negociar" o quedar bien; nadie quiere poner su voluntad de servir a la democracia mexicana en manos de quien asume que las personas son votos, apoyos, fieles o masas de las cuales servirse cuando mejor convenga.

Un partido abierto está conformado por ciudadanas y ciudadanos libres, ante todo libres, que pueden, en libertad, ejercer su vocación política, su vocación de servicio.   

La propuesta de reforma estatutaria que surjan de este sábado debe romper con cacicazgos y grupos, hacer prevalecer el mérito y las capacidades individuales, y a partir de ello conformar un partido en el que las voces, las opiniones y las disidencias tengan un espacio garantizado y no sean relegadas por incómodas, rebeldes o no alineadas con los caciques en turno.


***


Volver a ser un partido con capacidad de ofrecer futuro implica, en esta época de cambios y transformaciones, construir una normatividad y un programa de mediano plazo que puedan reunir a quienes, como en la primera hora del PAN, se congreguen con la única y primordial decisión de decidir lo que es mejor para México.

Las y los panistas tienen frente a sí una inmensa oportunidad. Ojalá sepan estar a la altura de lo que México les exige.