Nosotros tenemos identidad, podemos apostar por nosotros mismos.
Es un panismo orgulloso de sí mismo, que sabe decir lo suyo
y llamar perros a los perros y gatos a los gatos:
Carlos Castillo Peraza
La reacción ante
la derrota lleva a soluciones simplistas por intempestivas, que buscan, en
primer lugar, adjudicar culpas: pedir renuncias, exigir "cabezas" y
"juicios sumarios", señalar responsables...
Todo ello empaña
la reflexión adecuada, serena y objetiva que realiza primero un diagnóstico y
luego busca soluciones. Sirvan las líneas que siguen como una muy personal
manera de contribuir al diagnóstico, en espera del espacio propicio para
empezar a proponer soluciones.
Datos duros y
crudos
1) El PAN pasó
de ser primera fuerza en Jalisco y Morelos, a ser la tercera.
2) El porcentaje
de votos obtenidos por Josefina Vázquez Mota revela que sólo votó por ella el
llamado "voto duro", es decir, que no se llegó a convencer ni a
indecisos y mucho menos a arrebatar votos a otras fuerzas políticas.
3) Hay un
sentimiento generalizado del mal desempeño del Comité Ejecutivo Nacional en su
papel de acompañar, respaldar y "arropar" a su candidata federal y a
los candidatos de los distintos procesos locales.
4) El PRD pasa a
ocupar, en cuanto a porcentaje de votos captados, el lugar que otrora tuvo
Acción Nacional como segunda fuerza política.
5) No se cubrió
la representación partidista en el 100% de las casillas.
6) La
organización territorial fue defectuosa, mal concebida y dividida.
7) La
comunicación a lo largo de la campaña dispersó la atención en numerosos
mensajes y fue incapaz de centrarse en atributos positivos, pues siempre se
partió de señalar lo malo del adversario y no las ventajas del proyecto de
Acción Nacional.
8) Se dejó de
lado la "marca PAN" para centrarse en propuestas que anteponen a la
persona y no al proyecto de partido en conjunto.
9) Se
desperdició el capital político inicial que dejó el proceso interno de Acción
Nacional y no se supo explotar el valor de contar con un proceso democrático
propio, como no lo tuvo ningún otro partido.
10) La unidad en
el nivel local se vio mermada por proyectos personales que dividieron al PAN y
mermaron su fuerza en campaña.
Diagnóstico
1) La derrota de
2012 no surge de la nada y viene antecedida por la racha de fracasos locales
acaecidos en 2009, 2010 y 2011. La incapacidad del PAN de solucionar los
problemas internos que originaron esas derrotas generaron descontento, apatía,
indiferencia y distanciamiento por parte de electores, militantes y liderazgos,
desdibujando incluso la imagen de Acción Nacional frente a la sociedad,
presentándolo como un partido perdedor y de malos gobiernos.
A esto se suman
las designaciones, las trampas, los cacicazgos locales y el mal perfil de
muchos candidatos a puestos locales, fruto de prácticas que atentaron contra la
democracia interna del PAN y han viciado sus procesos durante varios años,
generando de igual modo la sensación de que "todos los políticos son
iguales", incluidos los panistas, cuando se solía tener la imagen de que
el panismo hacía las cosas distintas.
No se trata de
generalizar y tampoco se busca señalar de manera directa a nadie, pero sí que
cada cual asuma de manera propia su parte de responsabilidad y busque, primero
de manera individual o luego de modo colectivo, los caminos que reparen este
daño infligido al panismo, a la sociedad que confió en él y al país.
2) Muchas
decisiones del Comité Ejecutivo Nacional han obedecido a una visión
centralista, poco sensible y en ocasiones hasta ignorante de la situación local
de los comités estatales. Se ha premiado la fidelidad ciega y dócil en denuesto
del perfil crítico y libre de los militantes, que distinguiera durante años a
los miembros del PAN. Se ha buscado callar al inconforme o relegarlo a la
"congeladora", así como castigar a quien asume una postura
contestaria o que no coincide con la dirigencia nacional.
Esto ha llevado
a la mediocridad de muchos comités, generando un círculo vicioso en el que el
sumiso tiene el premio, el ascenso o el cargo público que perderá el
inconforme, impulsando así la creación de grupos de poder –cacicazgos– que
atentan contra el correcto desarrollo democrático de los procesos locales en
aras de no perder la "cuota" de poder obtenida.
De este modo, se
ha perdido buena parte del impulso y de la fuerza que el PAN recibía de sus
comités estatales y municipales, a través de la improvisación de liderazgos
falsos que se sustentan en el abuso, la trampa, la coacción y las prácticas
ajenas a la democracia, a los estatutos y los valores de Acción Nacional.
Las comisiones
de orden se vuelven pues el órgano punitivo cooptado por las dirigencias para
legalizar sanciones, expulsiones o amonestaciones.
Las diversas
dirigencias panistas nacionales han solapado estas actitudes o hecho poco por
resolverlas de manera integral y efectiva, postergando su solución y, en
cambio, dejándolas crecer, lo cual fomenta y vuelve rentable un comportamiento
antidemocrático que muchas veces priva al partido de elegir entre sus mejores
cuadros para dar el lugar a quienes abusan, entregan despensas, utilizan
padrones y otras prácticas ajenas al correcto funcionamiento interno del PAN.
Asimismo, esto
ha propiciado que la integración del Consejo Nacional y de los diversos
consejos estatales padezca vicios similares, afectando a la postre la óptima
conformación de las presidencias locales y nacional.
Se gobierna al
PAN desde el escritorio de una oficina, sin sensibilidad hacia las dirigencias
y, en caso de ser necesario, citándolas a todas en la sede nacional, lo que
genera distanciamiento, decisiones erróneas por no conocer los problemas a
través de las distintas partes y un sentir de abandono y desinterés, lo que
resta autoridad, liderazgo y fortaleza al Comité Ejecutivo Nacional.
A esto hay que
añadir el haber contado en seis años con cuatro presidentes nacionales, lo que
complica los planes de mediano y largo plazo, lleva a gastos excesivos, a
renovación de personal continua y genera además improvisación, abusos y una
visión inmediata que resulta incapaz de proyectar un esquema para establecer un
rumbo claro.
3) La
organización del ejército electoral fue tardía y por ello, poco efectiva. Se
invirtió mucho dinero en generar la estructura que realizara una "operación
de tierra" que tuvo que deshacerse, volverse a hacer, despedir y
recontratar y que por todo esto careció de profesionalismo y seriedad. Se
duplicaron funciones, se cometieron errores absurdos, se dio prioridad a
asuntos menores y no se logró cubrir el 100% de las casillas el día de la
elección.
Además, se
volvió costumbre buscar remuneraciones en cuestiones que antaño eran
voluntarias, lo cual ha generado el aumento sustancial del costo de algo que
antes generaba responsabilidad entre militancia y sociedad, contribuyendo a
formar la escuela ciudadana por la que tanto ha luchado el PAN.
Llama también la
atención cómo esta falta de mística en el trabajo partidista ha llevado a
buscar alianzas que, si bien posibilitan alguna victoria ocasional en el nivel
local, no reditúan a la postre en el plano federal y mucho menos contribuyen a
fortalecer en el mediano y largo plazos a Acción Nacional, lo cual es
significativo en estados como Puebla, Oaxaca o Sinaloa, donde la imagen y el
prestigio de un partido que prefería "apostar por sí mismo" se ve
afectada por la voluntad de ganar por ganar, incluso traicionando los propios
principios.
En este punto
entra lo ocurrido en el Distrito Federal, donde las prácticas señaladas en el
apartado segundo de este texto, así como la concepción errónea de "abrir
el partido a la ciudadanía" –relegando a liderazgos naturales y de gran
prestigio entre el panismo por dar prioridad a ciudadanos que, sin dudar de su
labor desde la sociedad civil, conocen poco al PAN y terminan a la postre
siendo malos candidatos– llevaron a un descalabro como hacía más de una década
no ocurría en la Jefatura de Gobierno.
En este sentido,
quedó demostrado que el método de la afiliación masiva no genera resultados
óptimos al PAN, pues la falta de cursos de doctrina, capacitaciones a la
militancia y a los candidatos y de actividades que fortalezcan el sentido de
pertenencia y construyan auténticos panistas, repercuten de manera directa en
la calidad de quienes son postulados.
Sin duda hay que
abrirse a la sociedad, pero también dejar en claro que el modo de hacer
política y de ejercer el poder en Acción Nacional está basado en principios y
valores que han hecho al PAN lo que fue en sus mejores tiempos, y que el
candidato y todo aquel que desee participar debe compartirlos, conocerlos y
promoverlos no como parte de un proyecto personal sino más bien consciente de
que forma parte de una tradición rica y valiosa, que ha aportado mucho al
desarrollo de la democracia en México y que precisamente por eso, se sabe, se
siente y tiene la fortaleza para presentarse como una opción diferente.
Estos valores de
Acción Nacional son los que trascienden a las personas y hacen que en un
proyecto personal no se sacrifique el futuro sino que, al contrario, el proyecto
individual se sume a una historia en la que más allá de hablar de victorias y
derrotas electorales, se busca y en alguna medida se ha conseguido la
transformación profunda del país y de sus instituciones.
No obstante,
cuando la suma de malas prácticas internas tergiversan estos valores es que la
"marca PAN" comienza a estorbar, y entonces se apuesta sólo por el
nombre de quien contiende en la boleta, relegando por "inconveniente"
o "poco presentable" lo que debiera ser la primera carta de
presentación.
¿Cómo presumir o
enorgullecerse de la democracia interna frente a los adversarios que jamás se
someten a la voluntad de su militancia, cuando algunos procesos del PAN son
amañados o francamente caen en la trampa, por no llamarla ilegalidad? ¿Cómo
"apostar por nosotros mismos" cuando estamos avergonzados de nosotros
mismos?
4) Desde hace
años, el PAN en el nivel federal ha mostrado una gran incapacidad de informar a
la ciudadanía acerca de sus logros como gobierno. No son cosa menor ni sencilla
la estabilidad económica, el combate al crimen organizado o los avances frente
al autoritarismo que han logrado los gobiernos de Acción Nacional, como tampoco
lo son la ineptitud, la opacidad, la ilegalidad y el atropello de muchos de sus
oponentes. Y no obstante, no se ha podido marcar un contraste claro entre un
modo y otro de ejercer el gobierno.
Los ejemplos de
estrategias fallidas son muchos: la campaña de 2009 y sus señalamientos a la
complicidad priista con el crimen organizado, que no sirvieron para evitar la
derrota; las acusaciones probadas de la deuda de Coahuila, que no lograron
frenar el crecimiento del PRI; los señalamientos sobre los feminicidios y la
corrupción en el Estado de México, que no alcanzaron ni para llegar al segundo
lugar en las elecciones locales; los cientos de obras inconclusas en aquella
entidad, que no sirvieron para mover un ápice la preferencia electoral hacia el
PRI.
Es mucho lo malo
que hicieron los rivales o lo bueno que dejaron de hacer; pero si a la
acusación no se suma una propuesta, un contraste y una promoción efectivos,
está probado que de nada sirve mostrar cuán malos son los otros si no se puede
decir atinadamente lo de positivo y transformador que hay en la labor del PAN.
El caso no es
general y cuenta con excepciones francas y notorias, sobre todo en el plano
local, más fácil de manejar en este sentido y donde se han logrado refrendar
triunfos, pero sí ha marcado a la dirigencia nacional panista desde hace dos
sexenios.
Así, resulta
también irónico el ser un partido con una doctrina profunda y seria y a la vez
ser incapaces de comunicar cómo ese pensamiento impregna y acompaña las grandes
decisiones y los avances que México ha vivido bajo las dos presidencias de la República
emanadas de Acción Nacional.
No se puede
comunicar lo que no se conoce, y la doctrina del PAN es cada vez más ignorada
por muchos de sus líderes o reducida a un puñado de "frases bonitas"
que adornan los discursos en los que cada vez menos creen, de tal suerte que
las palabras y los ideales se vuelven incapaces de "mover almas" para
simplemente disfrazar la suma de intereses grupales o individuales, más
obstinados en obtener la siguiente designación o la próxima plurinominal que en
preservar, difundir y ampliar unos principios o una doctrina.
Este literal
manoseo de las ideas y de los nombres de grandes panistas ha desvirtuado el
valor de sus palabras, y con ello la importancia que la doctrina tiene para
Acción Nacional: como se apunto líneas arriba, eje indudable de la acción
partidista, por desgracia, malversado y desperdiciado por oportunistas,
arribistas o simples amigos del lider en turno, beneficiados con el
nombramiento de ocasión y por ello sumisos y "en deuda".
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Estas son, a mi
parecer, las principales, aunque no únicas, razones que han dibujado la derrota
del PAN los últimos años. Ojalá que exista la voluntad, el liderazgo, la
generosidad y la altura de intención para tomar las medidas que lleven a
corregir las cada vez más frecuentes prácticas que dañan al partido y a sus
militantes, y que privan a la sociedad de contar con un instrumento democrático
para encauzar las fuerzas, las ganas y la disposición de seguir transformando a
México.