domingo, 11 de septiembre de 2011

El 11S visto por un no árabe desde el lado árabe

(foto: tccamaguey.co.cu)


Se ha repetido, con motivo de los diez años de los atentados terroristas en Washington y Nueva York, que éstos fueron "el comienzo de la caída del imperio", "que sus consecuencias no cambiaron tanto el mundo como se esperaba", "que económicamente resultaron el principio de la ruina del imperio", que "terminaron con la autoridad moral de EEUU, fruto de su respuesta bélica", y una serie de afirmaciones que, a mi parecer, son ciertas en todos los casos pero que omiten un factor relevante y primordial de los sucesos: el mundo árabe.

Era de mañana cuando un amigo que por entonces estudiaba para ser piloto aviador me llamó para decirme que prendiera la televisión. Lo hice y frente a mi apareció la imagen mítica de las "dos torres con sus miles, cayendo inolvidablemente", como más tarde cantaría Silvio Rodríguez. El azoro era completo y se volvió incluso necesario dejar el audio de la TV apagado para no contaminarse de más con opiniones, juicios y condenas de quienes comenzaban a aventurar las primeras teorías. 

La cobertura informativa duró días y las consecuencias comenzaron a surgir incluso en la ciudad de México: asistí al grito de Independencia a la plaza de Coyoacán y los accesos eran limitados por rejas, la policía registraba a todo aquél que pasara y en las esquinas olía todavía a miedo, a incertidumbre. La noticia seguía siendo parte de toda charla y, en lo personal, comencé una colección de recortes de prensa que aún conservo: primeras planas, noticias principales y secundarias o artículos de opinión de El País, que convocaba a plumas del tamaño de Jean Daniel, Vaclav Havel, Bernard-Henri Levy, Kofi Annan, Edward Said y muchos otros. 

En lo personal, mi conclusión era que se juzgaba de asesino y retrógrado a un pueblo, a una civilización, la musulmana, en esa trampa común a la que llevan la búsqueda de culpables, tomando, como dijera Octavio Paz sobre la locura, la parte por el todo. En este caso, incluso suprimiendo la historia de una cultura valiosísima que en la cumbre de su historia había dado a la humanidad cosas tan valiosas como la ingeniería hidráulica, el álgebra, casi todas las palabras que inician con "al", poetas, científicos y filósofos del tamaño de Avicena o Averroes; los árabes rescataron a Aristóteles del olvido para incorporarlo al pensamiento occidental y su presencia en España durante más de ocho siglos legó a la Península Ibérica una de sus zonas más increíbles, que es Andalucía.

Todo esto lo supe una vez que me entregué a la lectura ávida de cualquier texto que cayera en mis manos relativo a la cultura musulmana. De los que más recuerdo fueron Las cruzadas vistas por los árabes, de Amin Maalouf, Lo que Europa debe al islam de España y Los orígenes del islam, de Juan Vernet, Orientalismo, de Edward Said, Esplendor de al-Andalus, de Henri Pérès, La cultura de los árabes, de Ikram Antaki y El médico de Córdoba, de Herbert Le Porrier, así como El corán, cada uno, un hallazgo, cada uno una revelación de la que fue una de las civilizaciones más ricas, espléndidas y generosas que ha visto la historia del mundo.

¿Qué tuvo que pasar para que aquel pueblo de inventores, poetas y pensadores se sumiera en la oscuridad de la barbarie? El fundamentalismo religioso, sin duda; la opresión y el yugo de un credo que por conformarse con respuestas simples, de manual o libro sacro, dejó de buscar lo que antes halló en el razonamiento, la inteligencia o la inspiración. El invierno árabe opacó todo lo que tocó, y por fortuna, los que lograron escapar son una pequeña muestra de la genialidad del espíritu de esa zona del mundo: el libanés Amin Maalouf, los argelinos-franceses Albert Camus o Jean Daniel, el palestino Edward Said, por mencionar algunos, impresionaron durante el siglo XX con ideas renovadoras, punta del iceberg de lo que el fanatismo religioso cosechó como violencia, intolerancia y absolutismo.

Con ese acervo de lecturas, en 2004 propuse a la Fundación para las Letras Mexicana (f,l,m) concursar por una beca para escribir un ensayo que revalorara ese bagaje cultural y lo proyectara hacia el presente, en lo que consideraba la urgente necesidad de dar conocer por sus logros y no sólo por sus atrocidades a una cultura que, hasta hoy, es conocida por sus rasgos violentos y extremistas, y no por sus aportaciones a la humanidad. La beca me fue negada. Cuanto mucho, alcancé una entrevista con los directores de la institución, quienes me aseguraron que si quedaba algún lugar disponible porque alguno de los ganadores renunciara a ella, se me consideraría para ser becario sustituto. Esto tampoco ocurrió y dos años después, el turco Orhan Pamuk era nombrado Premio Nobel de Literatura.

Sirva la presente reflexión y la breve bibliografía mencionada para empujar al lector a conocer antes de juzgar, a enriquecer su juicio con la historia más completa posible, y no sólo con aquello que los medios y las noticias del momento nos presentan. 

4 comentarios:

  1. Lo que los medios nos proyectan muchas de las veces nos hacen formular verdades a medias, por aquel tiempo juzgue necesario que Bush requería de una justificación para legitimar su cuestionado triunfo en las elecciones de su País, soy de la teoría que el mismo gobierno tuvo injerencia en ese supuesto ataque en la cuna de un emporio económico y depredador. Que representaban simbólicamente esas torres.

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  2. Carlos: tus comentarios sobre el asunto 11S son geniales y enriquecedores como pocos. Bravo!! Juan Bosco Abascal C.

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  3. En lo personal, la teoría de la conspiración me llamó mucho la atención en algún momento, aunque aún hoy me cuesta imaginar una mente tan perversa, capaz de hacer algo tan bajo y ruin en nombre de la legitimación, el dinero, el poder, la religión o la razón que sea.
    Sin embargo, tampoco soy ciego a la ambición humana, y menos la que vive en esos niveles donde, com canta Luis Eduardo Aute, "cualquier cerdo es capaz de quemar el Edén con tal de cobrar un seguro".
    Creo que la duda quedará, como tantas otras de la historia moderna de EEUU y de otras naciones; lo que creo nos corresponde, es conocer lo más posible los lados de la moneda para poder juzgar con mayores y mejores elementos, y no simplemente reaccionar con prejuicios cómodos o simplistas: con Aristóteles, la virtud está en el centro, muy lejos de los extremos.
    Gracias por sus comentarios y muchos saludos!

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  4. En lo personal si creo que el gobierno Norteamericano pueda y debe influir e interceder para que el rumbo de la historia se modifique, retomemos lo de Vietnam que atrocidades se cometieron a nombre de la libertad y las falsas doctrinas, un poco mas atrás con la bomba atómica que ya no era necesario mas sin embargo se empleo, perdone Usted mi aberración hacia los Gringos pero es algo que no puedo ocultar, le mando un fuerte abrazo y si es un tema que dará mucho de que hablar.

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