martes, 30 de agosto de 2011

FERNANDO VALLEJO: LA PACIENCIA DESESPERADA



(Foto: melibro.com)


Basta asomarse a los sucesos descritos a diario en cualquier noticiero o periódico para caer en la cuenta de que, en ocasiones, la ficción –lo irreal, lo imaginario– alcanza a lo cotidiano y se transforma en el día a día. Aparece entonces el absurdo, el sarcasmo, la obviedad negra, el pesimismo vuelto acontecer que retrata un impreciso pero abundante número de planas y coberturas. Pesimismo: encontrar en el universo toda la imperfección posible y, tratándose de filosofía, creer que en una parte (o en la totalidad) del mundo sucede esa imperfección. Pero de pronto ocurre que el constante “podría ser peor” deja de ser opción para instalarse en la certeza, en lo habitual, haciendo a un lado la posibilidad de empeoramiento o mejoría y negando al mismo tiempo cualquier intento de solución.

Esa exhibición de realidad, a veces cruel y a veces desbordada –obviada– imprime un sello especial a la obra del colombiano Fernando Vallejo: quitar el velo que esconde algunas cimas o rincones para toparse con un retrato social que descalifica buena parte del hacer humano, crítica de un mundo habituado a cierta dosis diaria de absurdo e irracionalidad que tarde o temprano deviene costumbre a fuerza de repetición.

No hace falta ser observador obcecado ni meticuloso, solamente mirar hasta convencerse de que la excepción, la posible respuesta, se encuentra en un lugar tal vez ajeno a la especie, o muy en el fondo, en otra parte; el choque de frente con esta premisa es suficiente para denostar buena parte de los aspectos, instituciones o personas que resaltan en las pantallas o en las ocho columnas. No escapa nadie: iglesias, filosofías, partidos políticos, organizaciones, la naturaleza y, en fin de cuentas, todo aquello que confirma y conforman el entorno de una narrativa donde el pasado –en particular la infancia– aparece como un tiempo ideal, y el presente apunta a una marcha necia hacia la propia extinción, un suicidio posible que hace cincuenta años Albert Camus negaba por vía del Hombre rebelde (que se opone a la muerte individual, aunque pareciera inevitable) y que el autor colombiano concluye remedio único, la existencia sucediendo en el escenario de la muerte sin redención alguna, como quien se asoma al silencio y no llega nunca a la música: “Vivo de verdad no está nadie... Día a día nos estamos muriendo todos de a poquito. Vivir es morirse. Y morirse, en mi modesta opinión, no es más que acabarse de morir”.

La obra de Fernando Vallejo es vasta y va de la dirección cinematográfica a la biología, para detenerse en la saga autobiográfica Los ríos del tiempo (cinco novelas escritas entre 1986 y 1992) que concluye con los tres títulos que le han dado renombre en Hispanoamérica: La Virgen de los Sicarios, El desbarrancadero y La Rambla paralela. El primero, llevado al cine en el año 2000 por el director Barbet Schroeder, retrata la vida de los asesinos a sueldo en Colombia, que cumplen su labor con maestría profesional y esconden tras un velo rostros de niños, narcotráfico, la muerte inmersa en lo cotidiano y la máxima que abandera un asunto de descomposición social: “Para morir nacimos”, el resto es sobrevivir. El texto apunta –sin caer en la falsedad pero sí rondando en la injuria– a los credos y religiones como pantalla de una realidad que vista a plenitud nos resultaría atroz; a la infancia y la natalidad desmedida traducida en más niños y mayor pobreza; al futbol como distracción y esparcimiento anterior y posterior a la cópula, o al establishment urbano anhelado desde los barrios marginados como si se tratara de un paraíso perdido donde, más allá del sueño, todo es cuestionable, incierto.

El desbarrancadero (galardonada con el premio Rómulo Gallegos) incorpora igual a la familia, a la vejez y al crecimiento desmedido de las ciudades entre aquello digno de señalar, de obviar hasta extremos nihilistas que reducen a lo absurdo cualquier explicación o argumentación posible. La novela describe la vuelta del protagonista a Colombia, después de años de ausencia, para asistir en sus últimos días a un hermano moribundo; este regreso es aprovechado para hacer una comparación entre las sociedades mexicana y colombiana, sus corruptelas y sus gobernantes, de la que puede concluirse que el problema actual del hombre sólo tendría solución mediante el aniquilamiento de “la especie más cruel de la naturaleza”, que sucede de igual forma poco a poco, “esperando a que el horror de la Muerte viniera a librarla del horror de la vida”. Muerte con mayúscula, que otros emplearían para justificar alguna salvación divina, cada vez más lejana y ajena al orden habitual de las cosas como para ser depositaria de cualquier esperanza.

La crítica de Vallejo también va dirigida a toda suerte de estereotipos, fórmulas o modelos que podrían resultar un asidero ante la nada que acaba por rodear al lector, hacerlo caer en la cuenta de que detrás de ese asalto continuo de imágenes, frases y señalamientos que exhiben la realidad desnuda no hay mentira sino verdad –honestidad brutal–, y toda forma de consuelo ostenta su lado peor, se toma a partir de lo más para llegar a lo menos y de ahí hasta lo peor. Así, Darwin es rebatido por El origen de las especies, que escribió antes de ser descubierta la fecundación (La tautología darwinista), Balzac y Flaubert, como representantes de la novela escrita en tercera persona, son tachados de “comadres” que escriben “prosa cocinera”, al igual que la poesía: “Los versos son sonsonete. Quiero decir los de antes, los que tenían ritmo y rima; en cuanto a los de hoy, son pedacería de frases”.[1] Queda entonces el vacío, la negación de los sustentos mínimos de la sociedad en conjunto, por una parte, y del hombre en particular, que coinciden con la máxima sartiana el infierno son los otros; el monólogo –la primera persona– y la certeza individual desencantada ante una realidad que está a la vuelta de la esquina, en la diaria supervivencia que se confirma llegada la noche y vuelve a ser incertidumbre al siguiente amanecer.

La Rambla paralela, por su parte, es una voz muerta que habla desde la nada, que juzga, señala y se burla de la apariencia de lo verdadero, existencia vaciada y vacía, la soledad del diálogo sin interlocutor, mudos y sordos todos, añorando una posibilidad distante, tanto como para afirmar que no hay ficción más horrenda y degradante que la vida y sus sueños; distancia insalvable, un paraíso imposible desde la perspectiva social actual... Muerte con mayúscula, esperanza que desespera, anhelo que de frente a lo real se vuelve ingenuo, ceguera del futuro. Al consumarse el pesimismo sólo quedan tumbas, y luego imaginar lo que vendrá, algo que ronde la razón hasta flanquear sus límites de sentido común. El paso de la humanidad por el mundo se encuentra plagado de tiempos y situaciones que escapan a imaginarse algo peor y, sin embargo, algo peor sucederá, pareciera afirmar Vallejo, cuando alguien imagine y al otro lado alguien más ya viva, ya habite el día a día de esa ficción. También buscar toda la imperfección puede agotar dónde encontrarla, también a fuerza de ver demasiado se acaba por rozar la desesperanza para afirmar que sólo resta perderse en el ayer o en el mañana para abstraerse del presente, desaparecer ante lo que a la luz de una crítica puntillosa y sin objeto más allá de destruir pierde oportunidad de prosperar, siquiera de cambiar lo mínimo tolerable.

 


[1] Entrevista a Fernando Vallejo publicada en el suplemento “Babelia”, del periódico español El País (5/01/02).

lunes, 29 de agosto de 2011

Vita Brevis II

(Viñeta: Gonzalo Tassier)

Fue una sorpresa llegar por primera vez a la Fundación Rafael Preciado Hernández: entrar a la casona de Ángel Urraza que fuera sede del Comité Ejecutivo Nacional del PAN fue una evocación de la memoria, de los años cuando mi padre presidía un partido que crecía y al que poco faltaba para que sus logros no cupieran en cuatro paredes.

La geografía que recordaba era distinta. Donde hoy se ubica la sala de juntas era el auditorio en el que se celebraban los Consejos; la dirección editorial ocupaba el espacio que antaño fuera del enorme transmisor para los walkie-talkies, antecesores de los teléfonos celulares; la bodega del tercer piso era la sede de Acción Juvenil, y el espacio del patio donde ahora se levanta el edificio del Cedispan era una casa aledaña donde vivían Marcelo y doña Maura, él, chofer de la Presidencia, ella, encargada de preparar los bocadillos y refrigerios que mitigaban el hambre en las largas sesiones y juntas.

En esos pasillos conocí por azar a Manuel Clouthier, a Diego Fernández de Cevallos, a Felipe Calderón, a Antonio Lozano, a Cecilia Romero, a otros cuyo nombre no recuerdo pero que sin duda fueron, como ellos, fundamentales para construir el ayer cercano a un presente que se llama la democracia en México.

Acudí a la casona de Ángel Urraza años después por invitación de Germán Martínez, entonces director general de la Fundación. La reunión fue para solicitarme un texto que se incluiría en el número 100 de la revista Bien Común y Gobierno, edición que fue presentada en el Auditorio Manuel Gómez Morin del actual CEN panista, ubicado en Avenida Coyoacán. Escribí sobre Marguerite Yourcenar y la vena humanista de su obra, y fue grato encontrar en tal evento a personajes de la talla del poeta Luis Miguel Aguilar o del fallecido Germán Dehesa.

Conocía poco del trabajo académico de la Fundación Rafael Preciado Hernández pero me entusiasmó el ánimo y el profesionalismo que se mezclaba entre sus colaboradores, ajenos a la imagen que por entonces yo me formulaba del PAN como un partido solemne y distante de los intereses de la juventud. Nada más equivocado que aquella percepción, fruto de la indiferencia que por entonces me generaba la política partidista, en la cual jamás creí encontrar trinchera para quien dedicara sus afanes profesionales al mundo editorial.

La ocasión para un segundo acercamiento se dio en 2003, cuando a solicitud del propio Germán Martínez se preparó el volumen Ideas fuerza de Carlos Castillo Peraza. A la par, la familia Castillo López habíamos reunido algunos de los textos más representativos de mi padre en el libro Apuesta por el mañana. Ambos títulos fueron publicados a la par y presentados en la propia Fundación; como oradores estuvieron el presidente del CEN del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, y los precandidatos a la Presidencia de la República Felipe Calderón y Santiago Creel, además de Gonzalo Tassier, quien había diseñado las portadas.

El evento fue multitudinario, lleno de nombres y rostros que saludaban con cariño, que recordaban con nostalgia, que relataban anécdotas personales y que evocaban la memoria del que más tarde fuera llamado “el último ideólogo del PAN” o el “ideólogo de la transición democrática”.

Junto a estas antologías fue presentada también la novela Volverás, que mi padre dejara inconclusa a la hora que le muerte lo encontrara en Alemania. Con los tres tomos bajo el brazo, realizamos otra presentación en Mérida, Yucatán, en la Plaza de Santa Lucía, en un evento en el que el propio Germán pronunció un discurso del cual aún retumban los ecos en mi memoria.

La misión estaba cumplida: libros impresos, presentados y, con ello, el rescate del pensamiento y las ideas que el panismo recibía con sed de una doctrina en la cual apoyarse para alimentar un Partido que, desde siempre, ha buscado en la reflexión de sus grandes mujeres y hombres el primer paso para emprender la acción política.

Los nuevos afanes editoriales
El tercer acercamiento con la Fundación Rafael Preciado Hernández, este ya definitivo, ocurrió en 2004, cuando a petición de Sigird Arzt Gonzalo Tassier rediseñó la revista Bien Común, que por entonces perdió el apellido “y Gobierno” y tomó el rostro que, con ligeras modificaciones, ha conservado hasta el día de hoy. Integraba en esos días la fundación un equipo de colaboradores e investigadores egresados de universidades que, en teoría, podrían parecer tan dispares como la UNAM o el ITAM, pero que en la práctica unían esfuerzos para formar, bajo la dirección de Rogelio Carbajal, un equipo de profesionales que no sólo elaboraban los diversos documentos de trabajo y estudios que alimentaban las reflexiones del PAN sino que, además, escribían en las páginas de la revista.

Por iniciativa de Sigrid Arzt, Bien Común contó con un consejo editorial de primer orden, que incluía a personajes de la talla de Alonso Lujambio, Jorge Chabat, Félix Vélez, Rolando García y otros tantos que con propuestas e ideas frescas a innovadoras decidían los contenidos que darían forma a cada número; nos reuníamos una vez al mes y cada sesión era conducida por Alejandra Isibasi, que sustituyó a Rogelio Mondragón en la dirección de la revista y con quien trabajé durante los siguientes dos años en busca de temas, de colaboradores, revisando galeras y definiendo los conceptos que aparecerían en portada.

Luego de las juntas con el consejo venían las de la Mesa de redacción, que llevaba a cabo la parte de traducir en textos aquellos temas que se decidían abordar. Integrada por Fernando Rodríguez Doval, Paulina Lomelí, Coral Macías, Claudio Jones, y otros tanto cuya labor era alegre, participativa y añadía nuevos temas y nuevas propuestas, en secciones como las reseñas de libros, las Agendas y otras donde el talento y los gustos propios –filosóficos, literarios, económicos– encontraban un espacio de expresión.

En cuanto a la parte gráfica, recuerdo con especial cariño algún número cuyo tema centra era el populismo, y que Tassier resolvió, lejos de caer n el lugar común de la fotografía de una marcha, entintando sus dedos y plasmando cada huella en el papel, dibujando una cara en cada uno de esos seres que portaban pancartas y conformaban un tumulto de gente-huella;  otro, cuyo tema era la ciudad de México, mostraba un mapa tomado de la Guía Roji al que le faltaba algo, y que una vez más, Tassier engalanó dibujando un círculo amarillo alrededor de la urbe. Cada cierre de edición fue, en esa época, una aventura que terminaba casi siempre entrada la noche, pero que aseguraba calidad tanto en contenidos como en imagen.

A las labores de la revista se sumó el primer y único volumen de la revista Políticas Públicas, que encabezó José Antonio Ardavín, y también la de los libros publicados. Sólo entonces supe que la Funda, como le decíamos, había nacido de una idea de mi padre, cuyo antecedente fue el Centro de Capacitación Política, ubicado en la calle Cerrada de Eugenia. Yo recordaba esas oficinas, remotas en mi memoria, por un librero en el que él tenía una colección inmensa de dinosaurios d todo tipo: vasos, rompecabezas, plumas y toda suerte de souvenirs que se acomodaban bajo el lema Domus Dinosaurae. Ahí se editaban libros, folletos y todo los materiales impresos que aparecían bajo el nombre EPESSA, que fue durante años la editorial del Partido Acción Nacional.

La Fundación Preciado fue su sucesora, y en esos primeros años del siglo XXI me tocó revisar, editar y participar, entre otros, en la formación del Programa de Acción Política (2004), de La lucha cívica por la democracia: breve historia del PAN, de Alejandro Landero y de los dos volúmenes Once temas, el de 2005 y 2006, en los que se realizaban diagnósticos sobre los principales rubros de políticas públicas en el país. Además, se creó la colección “Biblioteca Rafael Preciado Hernández”, que incluyó los títulos Democratización vía federalismo, de Alonso Lujambio, y Como un gran movimiento, de Rodrigo Guerra López, y se editó la plataforma electoral 2006, El México ganador, y los discursos de campaña de Felipe Calderón Para que vivamos mejor.   

La labor editorial más grande que hasta el momento ha realizado la Fundación Rafael Preciado Hernández comenzó en 2005, por idea de Alonso Lujambio, Germán Martínez y Rogelio Carbajal. Consistía en recuperar los textos de Carlos Castillo Peraza que permanecían dispersos en libros, revistas y diarios de México y otros países para, con ellos, conformar la mejor lograda antología de su obra, que a la postre recibió el título de El porvenir posible. Fue un trabajo arduo que, en la parte de investigación y recopilación, debe mucho a Leticia Fuentes, que se sumergió en archivos, hemerotecas y bibliotecas de la ciudad de México y de Yucatán para extraer artículos y ensayos; Miriam Soto, Ezequiel Gil y quien estas líneas suscribe hicimos la lectura previa y el prólogo, Lujambio y Martínez Cázares, alentados por el consejo y la generosidad de Consuelo Sáizar, quien desde a dirección del Fondo de Cultura Económica apoyó la edición de la obra. En la formación y el diseño, una vez más, Lupina Becerra y Gonzalo Tassier añadieron un toque de buen gusto y cariño que se sumó para lograr un tomo de más de 600 páginas.

Con este libro se cerraba, en lo personal y casi podría decir, en lo colectivo, una etapa que nos llevó a muchos de los mencionados en este texto a sumarnos a las labores del Gobierno federal en sus distintos niveles y órdenes, cada cual desde su trinchera, con la intención de contribuir a dar los primeros pasos en un nuevo reto para el Partido Acción Nacional. Se cerraba pues una época, pero vendrían sin duda otras.

La época actual
Bajo la dirección de Luis Eduardo Ibáñez, la Fundación Rafael Preciado Hernández exploró nuevos campos de acción y de trabajo intelectual. Se conformó la Comisión editorial del CEN del PAN, integrada por María Elena Álvarez de Vicencio, Juan José Rodríguez Prats y Jorge Lara, entre otros, aunque su trabajo duró poco dado el cambio de dirigencia, cuando Manuel Espino dejó la presidencia nacional panista y la asumió Germán Martínez.

En ese lapso aparecieron nuevos libros y siguió publicándose la revista Bien Común, ahora, bajo la dirección de Armando Reyes Vigueras. Se exploró, además, una nueva veta de intercambio de ideas, que fue la organización de foros sobre distintos temas. En el ámbito académico, la dirección de estudios políticos pasó de Claudio Jones  a Lorenzo Gómez Morin Escalante; la de estudios económicos siguió encabezada por Francisco Calderón y el Centro de Estudios, Documentación e Investigación sobre el PAN (Cedispan), presidido por Gerardo Ceballos, inauguró un edificio nuevo: un archivo moderno con la capacidad de almacenar libros, revistas y fotografías que dan cuenta de los más de setenta años de vida del partido.

Durante ese tiempo también aparecieron los libros Quiénes son el PAN, de Aminadab Pérez Franco, Energía para México y Evolución del Pensamiento de la Socialdemocracia, de Francisco Calderón, entre las ediciones que aparecieron en 2007 y 2008; un hallazgo, proveniente de una caja del archivo de Rafael Preciado Hernández, sacó a la luz un manuscrito inédito que se publicó bajo el nombre Democracia, y que se editó como tercer y hasta el momento último tomo de la colección “Biblioteca Rafael Preciado Hernández”; de la mano, el volumen Ideas fuerza del autor y un foro organizado en la Universidad Nacional Autónoma de México conmemoraron el centenario del abogado tapatío.

Carlos Abascal dirigó la Fundación Rafael Preciado Hernández entre 2007 y 2008, y con él llegó una lección de integridad, congruencia y humildad que nos marcó a muchos. Recuerdo que, fruto de los prejuicios injustos, en lo personal temí que la línea editorial de la revista Bien Común diese un giro que la alejara de lo académico, cosa que no sucedió jamás pues no sólo nos alentó a seguir con nuestro trabajo sino que, además, nos demostró que las creencias personales no se imponen sino que en todo caso se viven con plenitud, como él mismo lo hizo hasta el último día de su vida.

Por esa época nacieron dos proyectos importantes que tardaron un par de años en ver la luz: la coedición, con el Fondo de Cultura Económica, de la reedición del Humanismo político, de Efraín González Luna, y la colección de cartas entre Manuel Gómez Morin y González Luna titulado Una mistad sin sombras, titánica labor de compilación y anotación encabezada por Alejandra Gómez Morin.

La pérdida de don Carlos fue dolorosa y, a poco más de un año de su partida, se editó, ya bajo la dirección de Gerardo Aranda, el volumen de Ideas fuerza que expone su pensamiento, su pasión por México y su voluntad de servicio a través de la política. Carlo Pizano estuvo a cargo de la compilación, que no fue sencilla pues hubo que hundirse en discursos, artículos y entrevistas para extraer aquellas frases que conforman un volumen exquisito.

Gerardo Aranda impulsó también, en 2010, la edición conmemorativa del fallecimiento de Carlos Castillo Peraza, que incluye los tres volúmenes Más allá de la política, La plaza y la tribuna y Doctrina e ideología, reunidos por la familia Castillo López y que incluyen, en el primer ejemplar, textos que el político yucateco publicó en El Diario de Yucatán durante sus años de estudio en Europa; en el segundo, discursos como diputado, como candidato y como presidente nacional del PAN; y en el tercero, ensayos sobre el pensamiento humanista de Acción Nacional. La colección fue presentada en el Museo de Antropología de la ciudad de México y contó, además del respaldo de César Nava, la participación del Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa. 

De este modo, si bien la Funda ha tenido giros propios del programa de trabajo de cada director, la labor editorial ha sido siempre alentada y promovida por cada uno de ellos. No es trabajo menor y requiere de la dedicación y el amor por los libros, por las ideas, por el pensamiento y la reflexión que han destacado su actividad desde la primera hora.

Esta vocación continúa y sin duda son muchos los nombres de mujeres y hombres que faltarán por mencionar: me llegan a la memoria Milagros Recioy, encargada en alguna época de las becas Linceo; Salvador Abascal, siempre activo en promover la filosofía, el estudio, la capacitación y la lectura; Irma Tello, que organizó foros, convocó ponentes y dio un empuje inmenso a este tipo de eventos que hoy son ya una tradición; María Elena de la Rosa, actual Jefa de redacción de Bien Común; Javier Bañuelos, historiador dedicado y comprometido; Javier Brown, colaborador siempre dispuesto y siempre generoso de Bien Común; Andrés Ponce de León Rosas, director de Estudios Políticos y coordinador del más reciente título publicado: Seguridad Nacional en México: una aproximación a los retos del futuro

A todas ellas y a todos ellos, pero sobre todo a los que se me escapan, a su dedicación y a su entrega por la causa editorial, por poner en alto la labor imprescindible y necesaria de la Fundación Rafael Preciado Hernández, aprovecho para saludar desde estas líneas, con el agradecimiento de quien ha tenido la suerte de contar a su alrededor con personas de gran calidad humana y enorme talento profesional. 18 años son, dicen por ahí, mayoría de edad. Yo creo que la Fundación Rafael Preciado Hernández nació siendo madura, y estas casi dos décadas son ocasión, más que festejar, para agradecer.

(Viñeta: Gonzalo Tassier)

(Este artículo fue publicado en la edición no. 200 de la revista Bien Común, bajo el título "La Funda, resguardo editorial del Partido Acción Nacional: http://www.frph.org.mx/biencomun/biencomun.htm )

La primera parte de esta "Vita brevis" se encuentra en: http://altaneriasyaltaneros.blogspot.com/2010/11/vita-brevis.html

miércoles, 24 de agosto de 2011

"The Cloisters", un poema de Jorge Luis Borges

(Foto:searchroulet.com)


Un cielo, varias culturas

La primera visita se dio en mi imaginación. Llegó al mismo tiempo que Borges, cuando descubrí su incomparable genialidad en un par de poemas heredados de mi padre: “La Fama” y “The Cloisters”. Empecé entonces a elaborar en mi mente las formas, la arquitectura y el silencio de una abadía que poco a poco se construía en mi mente.

Jamás se me ocurrió buscar en algún libro la forma exacta de aquel lugar. Tal vez, en el fondo, quería dejar que mis ideas la levantasen sobre los cimientos de las experiencias vividas en otros países. Mezclé lo visto en España, París, Suiza y México, así como las imágenes de la película El nombre de la Rosa, inspirada en la novela de Umberto Eco. Con esa composición de culturas y recuerdos, comenzó a convertirse aquella imagen en un paraíso. Ese edén que produce frases como la última del verso del escritor argentino:

“Siento un poco de vértigo. 
No estoy acostumbrado a la eternidad”

Y, ¿cómo sería la eternidad borgiana? ¿Coincidiría con la mía o solamente sería una idea falsa que, al enfrentarse con la realidad, se desmoronaría? Lo ignoraba. Nueva York no me parecía el lugar adecuado para levantar un edificio propio del Viejo Continente. Una ciudad donde los rascacielos imperan y dominan el paisaje, donde las personas caminan indiferentes ante un ciego que intenta atravesar la calle, donde el dinero, el lujo y la plusvalía se convierten en la ley más poderosa, no podía ser la de ese vértigo. 

Con esa idea llegué a The Big Apple, indiferente y a disgusto con las manías norteamericanas (hoy adoptadas por los nacionales) que me impedían fumar en cualquier lugar que no fuese la calle. Lo que se encontraba ante mis ojos reforzaba mi teoría: un sitio como el que en mi mente había creado era imposible en esa metrópoli donde lo más parecido a la Edad Media es el gris de los edificios y los vidrios que, en inútil intento de semejar a los vitrales, reflejan la luz y el calor del sol para hacer menos fríos los días de mayo, todavía envueltos en el gélido aire proveniente del Atlántico.

No cabe duda que en una ciudad donde se ha dado una mezcla tan impresionante de razas y culturas, es de esperarse cualquier cosa: desde los grandes almacenes, las costosas tiendas, las calles con vista al Central Park, los hoteles –donde los sueños no alcanzan para hospedarse–, hasta las personas de color que estafan en las calles a los turistas europeos con relojes falsos y (además) robados, los barrios donde la miseria se esconde tras la alegría de un juego de basket ball o el vendedor de hot dogs condenado por un policía de origen irlandés a pagar trescientos dólares por el terrible crimen de ubicar su carro de alimentos y bebidas dos pies más allá de donde debía.



Ese es el Nueva York que me encontré, el que recordaba y el que tal vez sea siempre el mismo… la ciudad por la que fluye el dinero de todo el mundo. Definitivamente, creía yo, Borges debió cometer un error al escribir un poema tan extraordinario inspirado en algo que no parecía encontrarse donde yo estaba. Por fortuna, la creencia en pocas horas se desvaneció ante el coloso de piedra que, traído de Europa (Francia para ser más exactos), fue erigido por órdenes del magnate John D. Rockefeller en 1938.

Tras abordar el metro, bajar en la estación de la calle 190 y recorrer los jardines del Fort Tyron Park llegué a The Cloisters, museo que forma parte del Metropolitan Museum of Art dedicado a la Europa medieval. Ahí se expone una colección permanente de fragmentos arquitectónicos incorporados a la estructura del edificio, así como obras de arte instaladas, quizá, del modo en que estuvieron en alguna época del medievo.

Las obras de arte fueron compradas por el millonario Rockefeller al coleccionista George Grey Barnard, 
escultor norteamericano que adquirió las piezas escultóricas y arquitectónicas realizadas por artesanos franceses; Barnard, por su parte, compró tales piezas a algunos individuos que habían incorporado en sus propiedades obras de arte abandonadas al socaire de las secuelas de la Revolución Francesa; así logró agregar a su colección objetos de cerámica, orfebrería, metalurgia, vitrales, tapices y otros.

Exacto, el poema de Borges comienza:

“De un lugar del reino de Francia
trajeron los cristales y la piedra
para construir en la isla de Manhattan
estos cóncavos claustros.
No son apócrifos.
Son fieles monumentos de una nostalgia”

(Foto: nytix.com)

The Cloisters (Los Claustros) se encuentra al norte de la isla de Manhattan, a orillas del río Hudson, en un sitio llamado Fort Tyron Park. Vale la pena mencionar que en primavera y verano los jardines del parque se visten de colores gracias a la inmensa cantidad de flores que sobre sus prados brotan. Aun en verano (que es la temporada alta de turismo), el lugar cuenta con escasos visitantes entre los cuales se pueden observar ancianos jubilados, padres que llevan a sus niños a divertirse un rato. Arriban también algunos autobuses escolares repletos de adolescentes que, lejos de mostrar interés alguno en la esplendidez del museo, se dedican a romper la paz y el silencio que ahí reinan la mayor parte del tiempo.

En el interior, el primer impacto lo produce una escalera ascendente que conduce al “Salón de recepción” donde, en palabras de Borges:

“Una voz americana
nos dice que paguemos lo que queramos,
porque toda esta fábrica es ilusoria
y el dinero que deja nuestra mano
se convertirá en zequíes o en humo”

Ahí comienza el recorrido por este magnífico museo. La “Sala Románica” es la segunda escala. La enmarcan cuatro pórticos de iglesias francesas del siglo XII, frescos ibéricos del siglo XIII tallados en madera y provenientes de Francia que datan de los siglos XII y XIII. De aquí se pasa a la “Capilla Fuentidueña”, proveniente de Segovia (España), particularmente de la Iglesia de San Martín de Fuentidueña. Se muestra allí una cantidad considerable de esculturas italianas, austríacas y españolas, entre otros elementos.

De esta capilla, el visitante se traslada al “Claustro de Saint-Guilhem”, formado por piezas arquitectónicas provenientes, la mayoría, del monasterio francés Saint Guilhem-le-Désert. Enseguida, “La Capilla de Langón” y la “Sala Capitular de Notre Dame de Pontaut”, sitio donde es posible tomar asiento y disfrutar del paisaje encerrado en el jardín del “Claustro de Cuxa”, cuyas partes son originarias de un claustro del siglo XII, ubicado antaño en el monasterio benedictino de Saint Michel de Cuxa, viejo oasis de los Pirineos franceses.

“Esta abadía es más terrible
que la Pirámide de Ghizeh
o que el laberinto de Knossos,
porque es también un sueño”

(Foto: flickr.com)

Borges, no obstante su ceguera, pudo percibir la fantasía que organiza el alma de quien recorre The Cloisters, esa enorme fusión de culturas y representaciones de muchos países europeos que, al igual que la variedad de razas humanas congregadas en Nueva York, encontraron en esta ciudad la forma de convivir bajo un mismo cielo.

Entre la variedad de estilos arquitectónicos y escultóricos que en la abadía podemos encontrar, está el gótico: lo hallamos representado en “La sala del Gótico Primitivo” (con esculturas francesas de los siglos XIII y XIV), en la “Capilla Gótica” (con efigies sepulcrales francesas y españolas del siglo XIII y un ciclo de vitrales austríacos del siglo XIV), y en la “Sala del Gótico Tardío” (con esculturas originarias de Francia, Alemania, Italia y Francia). 

Al igual que el “Claustro de Cuxa”, el de Bonnefont es recinto de un jardín instalado al estilo medieval, con más de 250 especies de plantas curativas y de cocina. En este sitio, el visitante puede sentarse con el río Hudson a sus espaldas y disfrutar del hermoso paisaje que le rodea. Enseguida, el “Claustro de Trie”, en su jardín, alberga elementos del convento de las carmelitas en Trie-en-Bigorre, y de otras fundaciones religiosas de la Francia sudoccidental. Estos tres claustros son agradables estancias en las que fuentes y pozos parecen aislar al turista del mundanal balbuceo de la vida civilizada.

“Oímos el rumor de la fuente,
pero esa fuente está frente al patio de los Naranjos 
o el cantar Der Asra.
Oímos claras voces latinas,
pero esas voces resonaron en Aquitania
cuando estaba cerca el Islam”.

En la “Sala Boppard” se puede admirar una gran cantidad de vitrales que datan del siglo XV, provenientes de Alemania y el norte de España; también los hay en la “Galería de la Vidrieras”, sólo que en esta parte, además, se encuentran esculturas de Tilman Riemenschneider, del siglo XVI. Por otra parte, en la “Sala Campin” es admirable la impresión que provoca la obra pintada en 1425 por Roberto Campin, llamada Tríptico de la Anunciación, así como la gran cantidad de muebles domésticos que datan de la Edad Media tardía. Algunos, se dice, eran parte de la habitación que ocupó Francisco I de Francia cuando fue prisionero del emperador Carlos V, entre 1525 y 1526.

Un aspecto importante de The Cloisters son las dos salas cuyas paredes se encuentran cubiertas por tapices. Estas son “Los Nueve Héroes” y la de “Los Tapices del Unicornio”. En la primera, se encuentran colgadas algunas piezas de este arte que muestran a nueve héroes fabulosos de la historia antigua, hebrea y cristiana: son Julio César, el rey David y Carlomagno, entre otros. Son atribuidos a Nicolás Bataille. En la siguiente sala pueden verse algunos diseños con representaciones de la captura de aquel animal mitológico; fueron tejidos en Bélgica alrededor del año 1500. Estas dos galeras son la parte fantástica de este lugar: los tejidos, a pesar de su antigüedad, son todavía brillantes y conservan gran parte de los colores originales.

“Vemos en los tapices
la resurrección y la muerte
porque el tiempo en este lugar
no obedece un orden”.

(Foto: madamepickwickartblog.com)


Una de las últimas posibles escalas (dependiendo del sentido en que se realice el recorrido) es la “Sala del Tesoro”. En ésta se pueden admirar obras realizadas para liturgias o por devoción. Los temas son los del catolicismo. Los materiales, de gran variedad: madera, nácar, mármol, tela, metales y algunos más. La mayor parte de la colección de entre los siglos IX y XI. Asimismo, son destacables los manuscritos adornados con hermosos diseños; algunos de éstos tuvieron como función ser los “libros de horas” o devocionarios de Jeanne d’Evreux, reina de Francia, y de Jean, duque de Berry. Como punto de partida y punto final, está la tienda de recuerdos en la que se pueden adquirir libros interesantes acerca de la Edad Media, así como reproducciones de algunas de las piezas del museo.

El recorrido por The Cloisters es largo pero satisfactorio. Adentro, el tiempo parece estar detenido para que los pocos visitantes se deleiten sin preocupación por el mundo exterior. Los muros, las puertas y cada rincón de este lugar son un gozo continuo que parece no tener fin. Esta es una gran obra de los norteamericanos que, al carecer de historia antigua propia o, habiéndola destruido, se regalan con lo que el dinero de uno de los grandes millonarios de la historia pudo comprar. No hay allí nada hecho en el vecino país del norte. En ocasiones, ni siquiera es posible toparse allá con habitantes de Nueva York o de aquel país: al parecer, pocos conocen de la existencia de este sitio.

Sin embargo, Jorge Luis Borges me entregó en su poema una descripción hermosa, con un ritmo inquebrantable y una belleza sin igual. El verso, al igual que los pasillos y salas de The Cloisters, se recorre con el deseo de que no tenga término, con la voluntad de ir y volver entre sus palabras para descubrir en ellas algo nuevo cada vez…

“Los laureles que toco florecerán
cuando Leif Ericsson divise las arenas de América.
Siento un poco de vértigo.
No estoy acostumbrado a la eternidad”.

(Foto: flickr.com)

Referencias:
· A walk trough The Cloistres, Bonnie Young, The Metropolitan Museum of Art, 1997.
· Jorge Luis Borges, Obras Completas, Volumen Tres, Emecé Editores, 1989.



martes, 23 de agosto de 2011

Debate en bicicleta


De pronto, la red se inunda de detractores a un comentarista de radio que, al aire, pide a los automovilistas atropellar a los ciclistas que encuentren en su camino, acusándolos de ser una plaga que azota a la ciudad de México.

La declaración se da en medio de programas intensos para promover el uso de la bicicleta en distintas zonas de la ciudad, una convocatoria que ha tenido buen éxito en zonas como Reforma y que poco a poco se extiende a diversos puntos de la urbe. El comentarista acusa a los ciclistas de no cumplir con el reglamento de tránsito y solicita "aplastarlos para ver si así entienden".

Algunas consideraciones sobre ciclistas y automovilistas, desde la barrera de quien ni utiliza automóvil y mucho menos bicicleta:

1) Hacer cumplir los reglamentos de tránsito para automóviles ha sido una labor imposible en esta ciudad. A diario, miles, quizá millones de veces al día, se transgreden lineamientos de manera flagrante e impune, incluso frente a los oficiales encargados de aplicar multas y sanciones.

2) A lo largo de los años he escuchado miles de disposiciones: prohibidos los vidrios entintados; obligatoriedad en el uso del cinturón; prohibición de niños en los asientos delanteros; penas más fuertes a quienes se estacionen en doble fila; regulación en el uso de transporte público en escuelas, y un etcétera inmenso. A diario, no obstante, podríamos decir que en cada semáforo, se observa a alguien que no cumple y que no es castigado.

3) La suposición de que esta ciudad es transitable en bicicleta es absurda: las distancias son inmensas y yo quisiera ver a muchos de los promotores de su uso recorrer cinco horas a pedal para aparecer sudados en los programas de televisión donde exigen que se utilice más este medio.

4) La idea de asignar carriles a las bicicletas me parece muy adecuado, que tendría que ir acompañado de un reglamento, semáforos, circuitos y toda la infraestructura requerida para optimizar y fomentar su uso. Además, faltaría que, al igual que en el caso de los automóviles, se haga cumplir ese reglamento.

5) Me ha tocado, como peatón, padecer las impertinencias de automovilistas y ciclistas, sobre todo en lo relativo al bloqueo de banquetas, a la invasión de líneas peatonales, a que se pasen el alto cuando uno está a punto de atravesar y las vueltas a la izquierda y derecha, que muchos asumen son incluso por encima del transeúnte que atraviesa en ese momento.

6) Siempre me ha sorprendido el sesgo clasista que al menos en la ciudad de México refleja la posesión de un automóvil. Recuerdo que en la secu de preguntaba: ¿tienes vocho o coche? (victoria para los vochos, hoy son clásicos). Quien no tenía coche era y aún es visto como inferior por utilizar el transporte público.

7) Es impresionante que en las escuelas privadas, muchas madres y muchos padres de familia van a dejar y a buscar a sus hijos en sendos camionetones en los que viaja el padre o la madre, el hijo o la hija y el perro, en un vehículo donde caben 7 u 8 personas. 

8) Sin embrago, ni creo que ninguno de los infractores e inconscientes mencionados merezca ser atropellado ni mucho menos que represente una plaga: en todo caso son imbéciles (con o sin licencia), pero no más.

9) Se han presentado intentos (ignoro con qué resultados) de aplicar un reglamento a peatones para que ellos también estén reglamentados en aspectos como el cruzar calles y avenidas en sitios indicados, y otros que ya no recuerdo. Ante esto sólo cabe preguntar quién será el responsable de aplicar estas normas, porque si la policía no persigue ni multa a quien puede huir en su automóvil, sin duda la nueva víctima de la corrupción será quien no pueda escapar. 

10) La corrupción que impera en los temas automovilísticos (Verificentros, corralones, grúas, policías) sólo espera tener nuevos reglamentos para trasladarse a nuevos ámbito (parafraseando a Clinton: "Es la corrupción, estúpidos").  

 

lunes, 22 de agosto de 2011

MORALEJAS DE PREPRECAMPAÑA VI





Moraleja No. 60 Cada vez que hable del "candidato oficial", está usted repitiendo el "lenguaje oficial" de hace 70 años.

Moraleja No. 61 Si usted se rodea de "chicos malos", no será de extrañar que pronto sea sometido por esos "chicos malos"

Moraleja No. 62 Destacar el género como una cualidad profesional es precisamente aquello contra lo que la equidad de género ha luchado desde hace años.  


Moraleja No. 63 Si usted cree que el Congreso está en deuda con los mexicanos, procure no estar entre los que por omisión o comodidad generaron esa deuda.


Moraleja No. 64 El voto que se consigue a cambio de camisetas y tortas vale precisamente eso: camisetas y tortas.


Moraleja No. 65 Los medios son volátiles y cambian de un día a otro sus apoyos: recuérdelo antes de pensar sus fidelidades.

Moraleja No. 66 Pedir al prójimo que corra desde la comodidad de su equipal deja mucho qué desear (y poco qué decir).


Moraleja No. 67 La contraposición de paternalista y maternal es otro intento absurdo de hacer del género virtud o defecto.


Moraleja No. 68 Cuando critique a las avestruces procure sacar antes la cabeza de su hueco.

Moraleja No. 69 Derrochar el dinero de todos en publicitar su foto no es informar, es promoción personal. 


Moraleja No. 70 Si usted endeudó al prójimo, con qué cara pide dinero del prójimo para pagar lo que le debe al prójimo.

Moraleja No. 71 Presentarse como alguien "sólido" puede llevar a hundirse con mayor celeridad.


Para conocer las versiones anteriores de estas Moralejas de Preprecampaña, puede consultar:  
http://altaneriasyaltaneros.blogspot.com/2011/07/moralejas-de-preprecampana-iii.html 
http://altaneriasyaltaneros.blogspot.com/2011/07/moralejas-de-preprecampana-iv.html 
http://altaneriasyaltaneros.blogspot.com/2011/08/moralejas-de-preprecampana-v.html

martes, 16 de agosto de 2011

Lo que no se dice de la Librería El Parnaso

(foto: flickr.com)


Hay que lamentar el cierre de cualquier librería. Los enterados dicen que esto será cada vez más común debido a la presencia de libros electrónicos, pero en lo personal creo que aún tendremos librerías para rato, con modelos exitosos como han sido El Péndulo, El lugar de la Mancha e incluso Gandhi, El Sótano o el Fondo de Cultura Económica, que cada año abre sucursales nuevas en distintos estados del país.

Conozco poco del negocio como tal, pero como asiduo cliente y visitante, me queda claro que el catálogo de una librería es fundamental para atraer compradores o simples curiosos, que gracias a la disposición de los libros y a las estrategias mercadológicas son siempre potenciales consumidores.

Mis librerías favoritas han sido diferentes con el paso de los años. Cuando comencé las primeras incursiones para invertir (porque toda compra de libros la considero una inversión) mi salario en tomos nuevos y viejos, mi predilecta fue El Parnaso de Coyoacán, con una ubicación excelente y, hará unos quince años, un catálogo envidiable en el que se mezclaban ediciones nuevas y viejas, además de una excelente sección de arte ubicada en el segundo piso.

Ahí encontré la edición de la poesía completa de César Pavese, la trilogía de Harold Bloom "La compañía visionaria", sobre el romanticismo inglés, las más recientes novedades de Alfaguara y otros tantos que aún conservan la etiqueta con el precio y el logotipo verde de la librería. En el café aledaño,  que ofrecía un menú que incluía un exquisito plato de exquiciteces libanesas, realicé mi primera entrevista, a Christopher Domínguez Michael, sobre la influencia de la literatura francesa en México y que se publicó en la extinta revista Origina.
Por desgracia, con los años la librería decayó. Llegó la competencia y Gandhi apareció en el barrio, también El Sótano y un pequeño local que hasta la fecha distribuye lo mejor de muchas editoriales españolas: Colofón, y que es la que visito ahora con mayor asiduidad. Una tarde paseaba por la Plaza de Santo Domingo y me topé con Pablo Boullosa, y compartimos el comentario de que El Parnaso ya no tenía nada bueno que ofrecer entre su catálogo de ventas. 

Es cierto. La librería se llenó de tomos de fotografías bastante malos, dejó de ofrecer novedades y las otrora mesas repletas se vaciaron para ceder su lugar a ediciones baratas, algunas mal cuidadas o dañadas... incluso el aspecto del local era polvoso, como si su tiempo comenzara a pasar sin remedio. Todavía unas semanas antes del cierre entré de nuevo para confirmar que hacerlo era una pérdida de tiempo; el café dejó de ofrecer servicio hará un año y el cierre fue sólo cuestión de tiempo.
Ahora una manta colgada por el propietario del local reza "la librería cerró por no pagar la renta", junto a otra,  en la que el dueño de la librería explica que el coste de la renta, la crisis, el remodelamiento de la plaza y la corrupción de la delegación son los culpables del cierre. No cabe duda que los puntos expuestos son ciertos, todos ellos, pero no se dice que desde hace años los libros de El Parnaso eran atractivos para muy pocos, cada vez menos, no sólo frente a la competencia sino además considerando los cambios súbitos que vive el mundo editorial.
Va pues un Réquiem por El Parnaso y una apología de la verdad.




 

jueves, 11 de agosto de 2011

Leonora Carrington, inglesa, mexicana y universal



La muerte de la pintora inglesa Leonora Carrington, han dicho críticos y especialistas, marca el final del surrealismo, esa corriente estética de entreguerras que buscó extender los límites de la conciencia para hallar y plasmar la imagen onírica: no la que retrata el mundo tal cual lo encontramos en la realidad sino, más bien, aquélla que se conforma con los elementos dispersos de la mente que encuentran en la obra un punto de encuentro. 

El resultado de esta operación dio vida al trabajo de una variedad de artistas (escultors, escritores y pintores) entre los que destacaron Andre Breton, Giorgio de Chirico, Max Ernst, la española Remedios Varo y la propia Carrington, que residió en la ciudad de México hasta el pasado 25 de mayo.

Su vida, retratada por Elena Poniatowska en la biografía Leonora (editada por Seix Barral), marca de manera radical una obra en la que se mezclan las historias escuchadas en una infancia marcada por la campiña inglesa, las leyendas celtas y los caballos, junto a las andanzas de juventud junto al que fue su compañero sentimental, Max Ernst, la súbita huida a España durante el comienzo de la segunda guerra mundial y el internamiento en un hospital siquiátrico de Santander.

De este último suceso, el libro Memorias de abajo es un testimonio personal e íntimo de una temporada en la que los desequilibrios emocionales son abatidos por un temperamento indomable, que la lleva a escapar a Portugal, donde conoció al mexicano Renato Leduc, quien le ayudaría a atravesar el Atlántico rumbo a Nueva York para poco después llegar a México, su residencia definitiva.

En el transcurso de esos años agitados, Carrington construye un mundo particular que se refleja en cuadros como La comida de Lord Candlestick (1938), Té Verde (1942) o Las distracciones de Dagobert (1945), donde la fantasía se entrecruza con la realidad y crea formas en las que se entrecruzan las formas animales con las humanas; donde los paisajes se pueblan de seres fantásticos, a veces espectrales, en medio de elementos que suman la alquimia y la magia: mundos desconocidos donde ella penetra con la familiaridad de quien explora un entorno familiar, quizá un refugio para protegerse y en el cual se movía con la naturalidad de quien se sabe dueño y creador.

Los años en México añaden nuevos elementos a ese diverso propio. Las mitologías prehispánicas se convierten en fuentes de las cuales abrevar; los colores y los climas de un país diverso y distinto a los conocidos con anterioridad quedan plasmados en lienzos de los que destacan Chiki, tu país (1947), El mundo mágico de los mayas (1963), Fruto prohibido (1969), así como en numerosas esculturas que hoy yacen firmes como ella, mirando desde un más allá del tiempo en el Paseo de la Reforma del Distrito Federal.

Innovadora en temas artísticos pero también en temas sociales como los derechos de las mujeres y la protección de los animales, Leonora Carrington eligió México para vivir y morir. Aquí la recordamos, aquí la volvemos a mirar en su obra, desde esas fotografías de su rostro firme, marcado por el tiempo, sellado al escrutinio pero que invita a explorar su  mundo único y postrero, sobreviviendo más allá de la realidad habitual.




martes, 9 de agosto de 2011

Programa para una Licenciatura en Ciencias Ocultas



MATERIAS

 
Tronco común
- Cosmografía de lo invisible
- Magnetismo
- Auras
- Los sueños
- Los fluidos
- Psicometría
- Clarividencia
- Sentidos hiperfísicos
- Astrología horoscópica
- Fisiognómica

Primer semestre
Fisiognasia, que comprende:
 - Física oculta
- Estática
- Dinámica
- Cinemática
- Astrología
- Biología esotérica
- Espíritus de la naturaleza
- Zoología hermética
- Astrología biológica



Segundo semestre
Cosmognosia o estudio de la astrología desde los puntos de vista:
 - Astronómico
- Cosmológico
- Fisiológico
- Fisiológico
- Ontológico



Tercer semestre
Antropognosia, que comprende:
- Anatomía homológica
- Ciencias adivinatorias
- Fisiología fluídica
- Psicurgia
- Astrología social
- Hermestismo de la historia


Cuarto semestre
- Matemáticas cualitativas
- Aritmología
- Manipulaciones fluídicas
- Alquimia
- Espagírica
- Telepatía
- Exorcismo
- Magia Ceremonial
- Evocatoria
- Teurgia elemental
- Talleres prácticos


Quinto semestre
Ocultismo general, que comprende:

- Cábala primitiva
- Brahmanismo
- Gimnosofía
- Jeroglíficos
- Talleres prácticos
- Opcional I
- Opcional II


Sexto semestre
- Nigromancia
- Brujería de las razas no blancas
- Onomancia
- Furores proféticos
- Taumaturgia voluntaria
- Sugestión
- Yoga
- Hipnotismo
- Sonambulismo
- Química mercurial



Séptimo semestre
- Misterios celestes de los Santos
- Misterios de los Agatodemonios
- Misterios de Isis
- Misterios de Mitra
- Misterios de Morfeo
- Misterios de Samotracia
- Misterios de Eleusis
- Misterios naturales del sexo viril
- Misterios naturales del sexo femenino
- Opcional I
- Opcional II


Seminario de tésis o práctica profesional
 
Opcionales
- Seminario de lectura de pensamiento
- Seminario de artes adivinatorias (Tarot y Libro de Morfeo)
- Profecía
- Éxtasis
- Técnicas de las posesas de Loudun
- Técnicas de los convulsionarios de San Medrado
- Taller de brebajes místicos (el vino de Egipto, el elixir de la vida, el agua tofana)
- Religiones comparadas




OBJETIVOS
La Licenciatura en Ciencias Ocultas tiene por finalidad la formación de profesionales en una de las áreas más difundidas y peor exploradas de la historia de la ciencia, mediante la distinción entre la historia y el mito y la apreciación de las raíces científicas, filosóficas y teológicas que rodean el conocimiento más antiguo de la humanidad.

DIRIGIDO A
Todo aquel interesado en profundizar en temas esotéricos más allá de la charlatanería y con un enfoque plenamente científico y profesional.

CAMPO DE TRABAJO
El egresado tendrá oportunidad de desarrollarse como profesionista independiente, además de contar con los conocimientos para destacarse en la docencia y la práctica profesional en áreas como la química, la física, la astronomía, la filosofía, la historia y la medicina.

REQUISITOS
- Acta de nacimiento
- Presentación de examen de admisión
- Presentación de certificado o examen de una lengua romance (francés, italiano, rumano)
- Presentación de certificado o examen de una lengua sajona (inglés, alemán, danés, sueco)
- Presentación de certificado o examen de una lengua muerta (griego antiguo, latín, arameo)

(basado en el libro El péndulo de Foucault, de Umberto Eco)

lunes, 8 de agosto de 2011

MORALEJAS DE PREPRECAMPAÑA V


Moraleja No. 48 Si usted se asume "candidato de los panistas libres", ¿cree que los que no voten por usted son esclavos?


Moraleja No. 49 Si usted cree que unidad es reunirse en torno suyo y de nadie más, no ha entendido nada.


Moraleja No. 50 Si cree que obtendrá una candidatura por el número de votos por internet, los amigos en facebook o lo que digan las encuestas del día (o de la semana), tampoco ha entendido nada.


Moraleja No. 51 Si va a obligar a sus subordinados a seguir su proyecto, pregunte antes si creen en su proyecto: no vaya a salirle el tiro por la culata.



Moraleja No. 52 Cada vez que sea testigo de una irregularidad y no la denuncie, será cómplice de esa irregularidad.


Moraleja No. 53 Que quede claro: pedir adelantar tiempos es abogar por la ilegalidad.


Moraleja No. 54. Su derecho al proselitismo personal termina donde empiezan sus responsabilidades como servidor público.


Moraleja No. 55 Aunque no lo crea, el servidor público está para servir y servir implica vocación y humildad.


Moraleja No. 56 Si usted nuca apareció rodeado de su familia, y de pronto lo hace, no crea que no se nota el oportunismo electoral (la familia también lo nota).


Moraleja No. 57  La política del reflector se lleva mal con la política de la reflexión: ¿a cuál pertenece usted?


Moraleja No. 58 Tenga cuidado si hace giras de "reconstrucción": no se vaya a tropezar con los escombros.



Moraleja No. 59 Por mucho que se lo hayan dicho, unido no significa homogéneo ni disentir significa rechazar.



Para conocer la primera, segunda y tercera parte de estas Moralejas de Preprecampaña, puede consultar: