La Historia es una suma de visiones, de culturas, de civilizaciones y de cosmovisiones que se unen ahí donde las fronteras fracasan y un lenguaje universal trasciende la Babel de la lengua, para convertirse en unidad de todos los hombres, enriquecida bajo el signo de la diversidad.
Asomarse a esa
riqueza desde la Enciclopedia o el Atlas, pero también con las herramientas de
la informática, es una posibilidad que abre de par en par las puertas de mil
mundos donde convergen formas, colores, matices y contornos que hablan desde el
silencio del pasado, enriqueciendo el presente, proyectando un futuro donde
nuevos ojos volverán a asomarse para convertir sus impresiones en asombro.
Fue en siglo XIX
cuando los viajeros de Occidente terminaron de trazar los mapas del mundo tal y
como lo conocemos, cuando los grandes museos que reunirían lo más destacado del
Arte universal conformaron sus colecciones más simbólicas y emblemáticas,
recortando así las distancias que separaban al orbe y reuniéndolo, de manera
literal, bajo un mismo techo. Los avances de esa época dejaron también miles de
páginas de lo que podríamos llamar diarios de ruta, cuadernos donde el viajero,
el explorador o el artista realizaban apuntes de lo visto, reunían bocetos para
telas futuras, registraban lo visto y lo escuchado y que luego sería la materia
prima de tratados, estudios o lienzos.
Y es esa suma de
voluntades la que Marisol Paredes hace convivir en estos Cuadernos de arquitecto: por una parte, la historia de un mundo que
encuentra en la Grecia antigua, en la Edad Media, en la época bizantina y en el
Barroco italiano una expresión de las cimas de las culturas de oriente y
occidente, a las que se suma, por otra parte, la mirada de quien espera atrapar
y poner una lente de aumento sobre el detalle para magnificarlo y arrojar una
luz que revela lo pasado por alto, lo obviado por diminuto, lo relegado por
habitual o lo que el tiempo ha escondido tras sus capas de olvido.
Como un viajero
que en otro tiempo recorriera las grandes cimas de la civilización para
reunirlas en un solo compendio, las láminas que ilustran las páginas de estos Cuadernos reúnen lo disperso para crear
una realidad donde el orden encuentra nuevas medidas y crea nuevas realidades.
Así, una escalera continua a lo largo de ciudades para ser la misma escalera;
un muro ensancha los límites de su bloques para dar paso a una suma de
civilizaciones; un arco se extiende para demostrar que más allá de su estilo
debe siempre contar con el sustento de la piedra angular; el adoquín de las
calles es el camino milenario de todos los hombres; las columnas de templos antiguos
son los credos que orientan hacia un horizonte móvil pero siempre inalcanzable.
Marisol Paredes
recorre desde su obra los pasos de la historia que retrata y da a luz miradas
nuevas y renovadas, reflejos que nos demuestran que bajo un mismo sol, abrevando
en la misma agua y envuelta en el mismo aire, la Humanidad convive y se
multiplica para engrandecer su legado y trascender ese tiempo que sólo en el
arte, bajo cualquier de sus manifestaciones, es capaz de detenerse, de
recrearse, incluso de modificarse para llegar hasta donde el observador atento
descubre un lenguaje universal.