miércoles, 24 de agosto de 2016

Volver a Borges


Foto: elmontonero.pe



Un músico me dijo una vez que el jazz era la música de los músicos.

Un filósofo, ante la pregunta de un buen libro de historia de la Filosofía, me recomendó los 9 tomos de Copleston.

Un escritor me señaló que Borges era literatura para escritores.

Lo creí entonces, ahora ya no lo creo: porque ni fui músico y disfruto el jazz, ni fui filósofo profesional y ya terminé con Copleston y varios otros, ni puedo llamarme escritor a lo Borges pero me regocijo con su narrativa, su erudición, su capacidad de arrastrar al lector y sacarlo de cualquier certeza previa para dar paso a la fantasía.

Borges por sí mismo es una enciclopedia. 

Es más, uno podría tener un mapa del conocimiento humano bastante completo si toma su obra y la recorre profundizando en cada uno de los nombres propios que menciona.  

Lo intenté hace años y por supuesto que aún no termino porque una referencia lleva a otra y entonces pasa que esa nueva trae una más y uno se va, dirían, por las ramas... 

Pero ahí está su prosa para volver siempre a las raíces, obras completas o antologías, poetas mayores y menores, lugares imaginarios u olvidados en la noche del tiempo humano, metafísica y civilizaciones que son ya solo el eco de lo que pudieron algún día ser.

Repaso de cuando en cuando las hojas de esos libros que adquirí en 1999, cuando el centenario de su nacimiento y la euforia de editores, antologadores, biógrafos y recuperadores de textos dispersos.

Me detengo en un subrayado que transporta la memoria a esos años, cuando por primera vez me soñé escritor: y aquí sigo, frente a la misma página en blanco y con los dedos en un teclado que honra y mantiene el fuego, el gusto, la vista puesta en horizontes a los que nunca se llega pero mantienen el paso en la misma dirección.

Miro a un costado y también ahí sigue Borges, velando desde el lomo de un libro relegado pero a la mano, siempre a la mano...

(Para mayores referencias: hace cinco años, en estos pagos digitales, reseñé en unas cuantas líneas mi relación con Borges: Hace cinco años, en estos pagos digitales, reseñé en unas cuantas líneas mi relación con Borges: http://altaneriasyaltaneros.blogspot.mx/2011/06/memoria-de-jorge-luis-borges.html )

martes, 23 de agosto de 2016

A donde los libros te lleven...

Foto: buenoslibros.net

Es imposible saber la variedad de consecuencias que puede traer consigo cualquier acto.

Desde el simple hecho de levantarse por la mañana y salir por el periódico (ese acto en el que nos podríamos jugar la vida, Cortázar dixit) hasta emprender un viaje, nada está escrito en su totalidad y todo puede cambiar en cualquier momento.

Eso es la vida. Y eso es tan terrorífico como maravilloso.

Hace un par de años un libro hizo que, sin desearlo pero gustoso de hacerlo, aquellas ideas me llevaran por buena parte del país.

Y fue sin desearlo porque el final el libro era a mi parecer una historia que valía la pena contar, pero jamás supuse que valiera mucho la pena leer.

Alguien más decidió que no era así. Que aquellas páginas valían la pena no solo leerse sino también difundirse, llevarse a diversos lugares, hablar de ellas, darlas a conocer a quien quisiera abrir los ojos a su contenido.

Cartas a un joven panista y la generosidad de quienes quisieron difundir ese libro me sacaron de mi escritorio para llevarme a México. 

A encontrarme con jóvenes de todo el país.

A compartir ideas, escuchar aportes, reflexionar sobre realidades diversas y complejas, entender la necesidad que había en el PAN de pensar, de alejarse un tanto de lo cotidiano y abrir un espacio para algo más profundo.

También me llevaron a decenas de aeropuertos, de Comités estatales y municipales, de militantes que pedían una firma o una foto, de comentarios en redes llenos de alegría, de gratitud, de enseñanza, de confianza, de críticas en ocasiones, de réplicas sabrosas e interesantes...

Y hasta el día de hoy, todo eso me sigue llenando de asombro. De asombro y un dejo de pánico, de asombro y un mucho de admiración... Porque nada fue planeado. Porque la espontaneidad y una forma de contagio hizo que, como en cascada, llegaran invitaciones que hasta el día de hoy, aunque ya no por ese libro sino por otras razones, sigo intentando cumplir en la medida del tiempo que se dispone para ello.

Por supuesto que no siempre es posible, y esta entrada es también una disculpa a quienes les debo, que no son pocos; es también dos lecciones que rescato y que comparto: 

1) Es mentira que los jóvenes no leen;

2) Es mentira que ya no hay espacio para las ideas en el Partido: lo hay, pero hay que saberlo encontrar, a veces construirlo y siempre defenderlo.

Vuelvo luego de dos años a este espacio: a ver hasta dónde llega esta vez. 



jueves, 18 de agosto de 2016

Lo que hoy pasa...



Es complejo explicar (se) cómo empiezan a ocurrir ciertas cosas, cosas buenas, cosas lindas sin duda, pero que en ocasiones parecieran ir más allá de uno, tomarlo a uno por sorpresa, enfrentarlo a novedades y retos que van apareciendo conforme uno avanza en la vida...

Y por supuesto, todo empieza por salir del confort de ciertas zonas donde uno podría permanecer mucho tiempo por son precisamente eso: remansos donde estar en calma, escalas que podrían parecer destino pero que no pueden serlo porque nada es destino y todo es camino, siempre y por siempre (claro, hasta que el nunca viene y da al traste con todo).

Y no porque el confort sea malo. Me parece válido elegirlo de vez en cuando, retraerse a sus espacios donde las cosas se estabilizan y puede uno establecerse y decir: "aquí está bien, aquí estoy bien". Para algunos eso es bueno, y es válido. Para otros tarde o temprano algo empieza como a no gustar, como a sonar a repetición que a fuerza de serlo de modo cotidiano termina por ser tedio. La repetición mecánica evita las complejidades de lo nuevo, pero también priva de esos instantes donde uno se encuentra consigo y no tiene ya parámetros para entender lo que ocurre.

Me gusta enfrentarme a esas irrupciones. Dejarlas pasar y sacudir cualquier estabilidad. Invitarlas a estremecer un poco y complicar otro poco más. Me pasa seguido. Tarde o temprano termina por pasar. Aquí pasa de nuevo. Aquí vuelve a pasar.

Sigamos con el registro de ello...