domingo, 23 de octubre de 2011

José Woldenberg habla acerca del IFE


En febrero de 2009, La Nación entrevistó a José Woldenberg respecto de la reforma realizada en el Instituto Federal Electoral el año 2007. Aquí, sus respuestas y consideraciones sobre el presente y el futuro del IFE. 




La Nación: ¿Cuál es el papel de los medios de información en una democracia como la mexicana, que se encuentran en un proceso de consolidación?, y ¿cuál considera debe ser el papel de los medios de cara al fortalecimiento de la cultura democrática en México?

José Woldenberg: Los medios son parte fundamental para la reproducción o no de la cultura democrática, son como las venas de una sociedad. A partir de ellos, la sociedad se entera, se informa, jerarquiza los problemas y por ello la actuación de los medios masivos de comunicación son tan importantes.
 
No es casual que a lo largo de todo el proceso de transición democrática en nuestro país en prácticamente todos los momentos en que hubo reformas de carácter electoral, el tema de los medios estuvo presente porque durante muchos años fueron impermeables a la pluralidad, fueron básicamente subordinados al poder público, existía la necesidad de que estos medios contribuyeran a aclimatar la coexistencia de la diversidad política.
 
Primero fue a través de los tiempos oficiales que se abrió un cierto espacio para los partidos y sus candidatos, luego fue con el incremento de las prerrogativas financieras que estos partidos pudieron comprar tiempo en radio y televisión y luego la propia dinámica del cambio mexicano fue haciendo que los medios se abrieran a la pluralidad.
 
Se puede decir que los medios han sido beneficiarios y motor del cambio político-democrático de México, lo que uno tendría que esperar de los medios masivos de comunicación hoy es que recrearan de manera equilibrada, profesional y objetiva la diversidad política que coexiste en el país.


LN: ¿Cuál es su opinión sobre la reforma electoral realizada el año pasado y considera que estamos acudiendo a una partidización de la política?

JW: La reforma del año 2007 me parece adecuada, sé que es una reforma polémica. En 1996 lo que estaba en el primer lugar del orden del día era cómo íbamos a construir condiciones equitativas de la competencia, ¿Por qué? Porque en 1994 las elecciones generales precedentes, los votos se habían contado bien, pero las condiciones de la competencia habían sido marcadamente inequitativas, el propio presidente Ernesto Zedillo reconoció esta circunstancia, el Instituto Federal Electoral (IFE), de entonces, incluso documentó lo que todos sabíamos: el gasto de las campañas electorales era muy asimétrico, en aquel entonces el informe de los Consejeros ciudadanos probó que 8 de cada 10 de pesos que se gastaba en la contienda los gastaba un solo partido, el PRI.
 
Estaba en la mesa de la discusión cómo construir condiciones equitativas de la competencia y los legisladores tomaron dos grandes palancas para equilibrarlas: el dinero y el acceso a los medios masivos de comunicación. Se multiplicaron los tiempos del Estado durante las campañas, pero siguieron siendo marginales; se incrementó el financiamiento a los partidos y pudieron comprar mucha publicidad en los medios a partir de las campañas de 1997, 2000, 2003 y 2006, además se establecieron algunas medidas para que la cobertura de los noticiarios de radio y televisión fuera más equilibrada, era el caso de la entrega de unos lineamientos a la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) por parte del IFE.
 
La reforma de 1996 tuvo muy buen impacto, realmente se equilibraron las condiciones de la competencia, que era un requisito para tener las condiciones mínimas de una democracia en el país, pero tuvo una derivación perversa que todos vimos: las campañas empezaron a encarecer de una manera escandalosa y esto fue un clamor que se reprodujo en los medios, en el Congreso, en todos los espacios públicos.
 
Los legisladores en 2007 cuando le entraron a una nueva reforma electoral detectaron esta situación y optaron por un buen modelo, que quizá requiera de unos ajustes, pero el modelo es correcto, el cual consistía en mantener las condiciones equitativas de la competencia, que tanto trabajo le ha costado a México construir, pero para abaratar el costo de las campañas se prohibió que los partidos políticos y los candidatos compraran tiempo en radio y televisión y para garantizar el acceso a éstos se decidió que fuera mediante los llamados tiempos oficiales. Esto no es una súper innovación mexicana, en Europa o en varios países de América Latina las campañas se hacen así, a través de los medios de la radio y la televisión sin que eso tenga que costarle a los partidos.
 
En ese terreno fue una muy buena reforma, aunque por supuesto hubo quien se inconformó o se enojó porque si hay perdedores, que son los concesionarios de radio y televisión, que van a dejar de percibir un ingreso considerable por esta reforma.


LN: ¿Cómo darle al IFE una autonomía auténtica que no esté comprometida con ninguna fuerza política?

JW: El diseño del Instituto Federal Electoral está para que sea el organizador de la contienda y al mismo tiempo cuando hay controversias sea el árbitro de la misma y una de las características absolutamente necesarias es la autonomía; ¿Qué entiendo por autonomía? que todas sus decisiones se tomen, a través de los circuitos de deliberación interna sin interferencias externas. Eso es muy importante, porque es la única manera de construir credibilidad y confianza.
 
A los propios partidos les conviene un árbitro de ese tipo porque los partidos políticos, todos, son maquinarias muy poderosas que requieren para su contienda de un árbitro independiente. Sé que siempre existe la tentación por parte de los partidos de tener Consejeros que sean sus correas de transmisión, creo que es un error de concepción, pero lo que más me preocupa aún es que algunos Consejeros quieran ser correas de transmisión porque eso acaba cerrando un círculo muy perverso.
 
La fuerza del Instituto Federal Electoral es su autonomía y creo que todos y cada uno de los consejeros deben considerarse a sí mismos como imparciales. Hay una tesis que dice que la imparcialidad no existe, que es la suma de las imparcialidades; estoy absolutamente en contra de eso, creo que cada uno de los Consejeros tiene que ser independiente de los partidos políticos, eso conviene al IFE, a los partidos políticos y a México.


LN: ¿Cómo revertir esa partidización, cómo volver a poner a la ciudadanía en el centro de la vida pública?

JW: No me voy a mimetizar para el discurso antipartido. Creo que ese uno de los problemas que tenemos, no de las soluciones. Parto de la siguiente definición: no hay democracia sin partidos políticos.
 
Los partidos políticos no solamente son necesarios, sino que son insustituibles en un régimen democrático. Si no existieran partidos políticos y hubiera vida parlamentaria, el propio Parlamento en su mecánica generaría partidos, porque un individuo aislado difícilmente puede hacer prosperar sus iniciativas, para que éstas prosperen se tendría que aliar o negociar con otros; ahí se estaría forjando un partido político, ¿con quién se aliaría? con quien tenga diagnósticos y propuestas similares.
 
No puede haber elecciones sin partidos, ¿de qué manera puede una persona aspirar a ser presidente municipal, presidente de México o diputado federal? Construyendo una base que lo soporte, dotándose de un ideario, convirtiéndose en un referente político, es decir, haciendo un partido. Puede ser un minipartido, un partido personalista, un partido efímero que dure una elección, pero los partidos son inescapables. En México la gran novedad es que por fin tenemos un sistema de partidos medianamente equilibrado y ello en el campo de la política ha hecho mucho bien a México.
 
Cuando se dice que para el nombramiento de los Consejeros electorales busquemos una vía donde no estén los partidos, yo digo si no abaratamos conceptualmente el asunto quien elige a los Consejeros es la Cámara de Diputados, la cual está dictada por los partidos políticos y sus grupos parlamentarios y es ahí donde se cristaliza la representación nacional, entonces no veo nada de malo que sea ésta quien elija a los Consejeros. Ojalá los partidos en la Cámara de Diputados hicieran nombramientos que garantizaran la imparcialidad, la objetividad y la autonomía del IFE, eso sería lo óptimo.


LN: Han comenzado a surgir conflictos a raíz de esta reforma electoral, como el de los spots, las televisoras y la actitud del IFE ante una conducta irresponsable. ¿Cuál cree que pueda ser el siguiente conflicto, de cara a una reforma electoral a grandes luces incompleta y cómo debe enfrentarlo el IFE?

JW: Espero que esa carta de intención que firmó el IFE y la CIRT allane realmente el camino, a nadie conviene ni a las televisoras, ni al IFE, ni a los partidos ni a los ciudadanos que a la mitad de un proceso electoral se multipliquen los conflictos entre las televisoras y el Instituto, y que de ahora en adelante la ley se cumpla en esta materia.

Cuando un actor infringe la ley, la obligación de la autoridad es sancionar y a mí, en lo particular, no me cabe la menor duda que las dos grandes televisora del país violaron disposiciones del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) cuando interrumpieron eventos deportivos, pusieron cortinillas, armaron una especie de “tamal” con todos los anuncios, spots de los partidos y autoridades electorales y cuando se encadenaron todos los canales para la misma hora, al mismo minuto y al mismo segundo transmitir, creo que todo eso caía bajo la infracción tipificada en el artículo 350 del COFIPE, que textualmente dice “que el IFE sancionará a los concesionarios cuando manipulen la propaganda electoral o de las autoridades electorales”, eso fue lo que sucedió.
 
Es más, esto no lo digo yo, eso lo decía el proyecto que presentó el Secretario Ejecutivo al Consejo General del IFE y que fue sobreseguido por una mayoría en el Consejo General. Sin embargo, esta historia todavía no termina porque hasta donde sé los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y del Trabajo (PT) han interpuesto recursos de apelación ante el Tribunal Electoral (TRIFE) y estoy casi seguro que el Tribunal va a reponer el procedimiento y le va a decir al IFE: tienes que entrar al fondo de la cuestión, no puedes a partir de que firmaste un convenio de aquí para adelante con la CIRT no entrar a ver el tema de unas eventuales infracciones.
 
Creo que el Consejo General del IFE estaba obligado de ir al fondo, no a sobreseer y a lo mejor, incluso, llegaron a la conclusión de exculpar, de que no había falta que perseguir. Creo que sí había, pero al entrar a fondo de un asunto puede haber diferentes opiniones. Creo que fue incorrecto sobreseer porque es ni siquiera entrar al fondo del asunto.
 
En cualquier proceso electoral hay problemas, conflictos, eso está en la naturaleza de las cosas, pensar que los procesos electorales pueden ser procesos idílicos y sin conflictos es un poco ingenuo, que surja un conflicto es algo natural. Lo que ya no me parece tan natural es que la autoridad decline a ejercer sus facultades, pero todo esto se puede reparar.


Por otro lado tenemos muy buenas noticias de aquí a las elecciones, es decir México tiene partidos fuertes y competitivos, la inmensa mayoría de los mexicanos están acostumbrados a las rutinas electorales, la logística del IFE en materia de organización es muy buena, el Tribunal siempre está ahí en caso de que un actor político no esté de acuerdo con lo que hace otro o con lo que hace la autoridad administrativa electoral pueda recurrir sus actos, vamos a unas elecciones auténticamente competidas en un clima de libertades, los partidos pueden desplegarse a lo largo y ancho del país, tienen recursos económicos, materiales, humanos y esa es la parte venturosa. 

La parte no tan venturosa es que todo esto se da en una sociedad muy desigual, muy polarizada; en medio de una crisis, con un problema que plantea la delincuencia organizada de gran magnitud, en una palabra vamos a unas elecciones con los claroscuros de un país como México, pero afortunadamente podemos decir que hay elecciones y los ciudadanos decidirán como se conforma la Cámara de Diputados, ese mismo día se elegirán gobernadores, congresos locales y un gran número de ayuntamientos.


LN: Considera que esta reforma requiera una “contrarreforma”?

JW: Esperaría que transcurriera todo el proceso electoral para en ese momento hacer un balance y un ajuste de lo que no ha funcionado. Por ejemplo, me pregunto: el IFE tiene que administrar 48 minutos al día en todos y cada uno de los medios de comunicación de radio y televisión, pero dice la ley que en época de precampaña solamente de ahí le toca un minuto al conjunto de los partidos políticos por hora, es decir 18 minutos, de tal suerte que sobran 30 minutos, la lectura que se ha hecho de la ley, creo que es la correcta porque ese era el espíritu, es que esos 30 minutos tienen que ser repartidos entre el IFE, el Tribunal y la Fiscalía Especializada para los Delitos Electorales (FEPADE).

Hay quienes han planteado, específicamente Jorge Alcocer, que el espíritu de la reforma era otro que eran 18 minutos para los partidos políticos y el resto para de las instituciones del Estado, no sólo para las electorales, a lo mejor ese tipo de ajustes se podrían hacer y aclarar en la ley, es decir hay 48 minutos para el Estado, pero no todas son para las autoridades electorales y los partidos políticos, sino también para el Senado, la Cámara de Diputados, etcétera, pero serían ajustes sobre este mismo modelo, yo espero que no vayan a dar marcha atrás al mismo modelo.


LN: De árbitro discreto, como usted señaló alguna vez, el IFE se ha convertido en el receptor de críticas, en un actor estridente que según parece va perdiendo legitimidad, una legitimidad construida en casi dos décadas de esfuerzo y trabajo por la democracia en México. ¿Cómo debería el IFE responder a los nuevos retos que los actores políticos y la coyuntura le van imponiendo, cómo sortear, en este momento, los escollos que se presentan para el Instituto?

JW: Ahí hay un tema de diseño, el IFE lleva a cabo tarea de dos tipos: la de la organización de la elección y en otras donde actúa como especie de juez. El IFE se encarga del padrón electoral, del registro de los candidatos, de la capacitación de los funcionarios de casilla, de la instalación de las mismas, de hacer el cómputo de los votos, etcétera.

En todas esas tareas el Instituto y los partidos políticos pueden estar alineados en el mismo frente, es decir, porque los objetivos de los partidos y del IFE en lo que se refiere a la organización electoral son coincidentes.

Pero hay otro tipo de tareas que se le asignan al IFE donde es imposible que el instituto y los partidos estén en la misma trinchera porque el Instituto es el juez de los partidos. Pongo dos casos: el tema de la fiscalización de los recursos de los partidos, ahí el IFE es el fiscalizador y los partidos los fiscalizados y es natural que se dé un terreno de conflicto, no de convergencia por la naturaleza de lo que tiene encomendado el IFE, no hay salida. 

Otro ejemplo es cuando el partido “A” denuncia al partido “B” ante el IFE, otra vez se convierte en juez, no puede quedar bien con los dos partidos. El que denuncia quiere que sea sancionado y el que es denunciado quiere salir absuelto, haga lo que haga el Instituto Federal Electoral, y normalmente lo hace lo más apegado a la ley, con uno de los dos quedará mal. Mientras las tareas del IFE sean como estas tenemos que acostumbrarnos a momentos de cooperación y momentos de confrontación con los partidos políticos, eso está en la naturaleza de los asuntos que ve el Instituto Federal Electoral, es decir, es prácticamente imposible que en todo el ciclo exista armonía plena entre el IFE y los partidos políticos. 

A los partidos políticos les interesa que el padrón electoral esté correcto y al IFE también, ahí convergen; pero en el momento en que el IFE entra a ver los ingresos y gastos de los partidos y eventualmente va a poner una sanción, en ese momento, de manera natural, se genera una tensión, tenemos que aprender a vivir con eso, que el IFE, por su propia naturaleza, va a estar envuelto en una cierta conflictividad, lo que hay que pedir a todo árbitro es que sea imparcial, que use el mismo metro para sancionar a unos y a otros.

Pongo el ejemplo del futbol, que le conviene a un clásico América-Guadalajara, a los jugadores del Guadalajara tener un árbitro parcial a ellos y a los del América igual, si no son equipos que tienen una visión de cortísima de plazo lo que les conviene a ambos equipos es un árbitro imparcial, un árbitro al que no le importe quien va a ganar, lo que le interesa a un árbitro es la contienda transcurra bien, esa es la idea.


LN: En su opinión, ¿cuáles fueron los mayores pendientes que quedaron desde el primero Consejo General del IFE y qué tal vez aún quedan sin resolver?

JW: En materia electoral hemos avanzado en México por la vía del ensayo y del error y no me parece mal. De lo que hoy recuerdo hay que ver otra vez el tema del voto de los mexicanos en el extranjero, es un tema que afortunadamente se abrió y en el cual hubo la posibilidad los mexicanos que viven en el extranjero pudieron votar en el 2006, pero realmente las expectativas que se levantaron y lo que realmente sucedió hubo un océano de diferencia por lo que creo que se debe revisar el tema.

De aquel memorándum que enviamos el Consejo General, que termino sus funciones en el año 2003, al Congreso recuerdo que habíamos sugerido que el Instituto Federal Electoral se le considerara como un sujeto capaz de iniciar controversias constitucionales sobre todo cuando entre en alguna controversia con algún poder público porque alguien tiene que resolver, pero no se hizo de esa manera por lo que sería otro faltante.

Realmente esperaría a que terminara este proceso electoral antes de hacer un balance precipitado. 


LN: ¿Cómo debe el IFE participar en la construcción de una cultura política en México que ayude en la consolidación de la democracia? 

JW: Una de las tareas permanente del Instituto Federal Electoral es precisamente la de la educación cívica y hasta donde tengo entendido el instituto despliega una gran cantidad de iniciativas y programas para hacer llegar a niños, jóvenes y adultos de los diferentes espacios del país poder, socializa los valores y principios democráticos para que al final las personas acaben interiorizándolas.

Un ejemplo muy pedestre: el resorte mejor aceitado en las personas es pensar que lo que ellos piensan es la verdad y que el resto está equivocado, es un resorte totalmente natural, todos los hemos vivido y padecido, casi todos hemos actuado de esa manera.

Aprender que las opiniones de otros así sean contradictorias a lo que nosotros pensamos es legítimo y lo que precisamente hace la democracia es crear un espacio para que esa diversidad de opiniones pueda expresarse, recrearse, convivir de manera institucional no es fácil, es una educación que va contracorriente de los resortes muy bien aceitados que en todos existe, esos resortes autoritarios.

Entonces entender cuál es el valor de la coexistencia de la diversidad y el por qué de la tolerancia son temas de primer orden que deberían estar desde la escuela presentes, la tarea del Instituto en esa materia es muy importante, pero no es exclusiva, es decir, en esa cultura democrática tienen que coadyuvar la escuela, los medios de comunicación, los partidos políticos, las instituciones del Estado, el IFE y “n” número de organizaciones no gubernamentales, es una tarea concurrente, es más fácil cambiar las normas de un país, es más fácil cambiar las instituciones de un país que cambiar la cultura política y la nuestra está muy impregnada de nociones de un carácter autoritario aún hoy.


No hay comentarios:

Publicar un comentario