viernes, 14 de octubre de 2011

Cuando los diputados sí trabajaban: LIV Legislatura, entevista con Antonio Lozano Gracia


En 2008 apareció en libro Voto en libertad, en el que Antonio Lozano Gracia y Juan Miguel Alcántara Soria relatan acerca del trabajo de la LIV Legislatura de la Cámara de Diputados, y cómo la acción responsable de los diputados panistas hizo posible las reformas constitucionales que se requerían para crear el Instituto Federal Electoral.

Con motivo de la publicación de esa obra, La Nación entrevistó a Antonio Lozano ese año, una charla en la que se demuestra cómo el trabajo legislativo, cuando se asume con altura de miras y no con mezquindad ni mediocridad, puede rendir frutos que transforman para bien la historia presente y futura de México.

 
La Nación: Un regreso sobre una etapa clave de la transición mexicana, un recuento de la campaña de 1988 y del trabajo parlamentario del PAN en la LIV Legislatura, un análisis de las coyunturas de finales de los años ochenta… ¿Cómo surge la idea de Voto en libertad y por qué, precisamente, Voto en libertad? 

Antonio Lozano Gracia: La idea la platicamos Juan Miguel Alcántara Soria desde que regresó de su doctorado en España en el año 2002, y después de haber vivido esa época tan intensamente pensamos que era conveniente escribirlo, tomando en cuenta que por desgracia no muchos panistas escriben y rescatan su participación en la historia de México y es indiscutible que el panismo ha aportado elementos fundamentales para el cambio de nuestro país.

Los propósitos del libro son tres: el primero es dejar un testimonio histórico: es una historia de éxito donde se logró hacer un entramado institucional y un cambio normativo fundamental para el país, que ha sido la base del cambio democrático en México y, como toda historia de éxito, luego salen muchos padres, pero no son padres de a de veras, se achacan la paternidad porque ven que el “niño salió bueno” y quieren participar de las ganancias; Emilio Chuayffet dice que el PRI es el que generó esto y se adorna, por supuesto; Arturo Núñez, Porfirio Muñoz Ledo. 

En fin muchos son los papás de esta criatura y la verdad no es así, el papá de esta criatura es el PAN, es el panismo, ni siquiera somos nosotros, a nosotros nos tocó, en suerte, concretar propuestas históricas del PAN por una coyuntura histórica muy especial, pero el mérito es del PAN como institución.
 
En principio quisimos dejar un testimonio histórico los ocho participantes de ese grupo que todavía vivimos, porque fuimos once los que conformamos el grupo de propuestas del Partido Acción Nacional. Este testimonio lo fundamentamos y soportamos en un acervo documental bastísimo para que no haya dudas, lo que estamos diciendo que pasó podemos demostrar que sí pasó.
 
El segundo objetivo del libro es resaltar la importancia que tienen como instituciones del país y de los mexicanos las instituciones democráticas. El Instituto Federal Electoral y el Tribunal Federal Electoral son instituciones que han sido muy caras para México y que han logrado cambiar la historia de este país. Por ello debemos respetarlas, fortalecerlas, cuidarlas, porque son patrimonio de este país. 

Con esas instituciones y ese entramado jurídico logramos hacer en este país, los panistas propulsándolo, un milagro: hicimos que un periodo tan corto, como son 12 años, pasáramos del fraude más escandaloso en la historia de México, que fue escándalo internacional en 1988, a ser un ejemplo de la democracia en 2000, cuando el mismo día de las elecciones se proclamó presidente electo a Vicente Fox; eso hicimos como país, como sociedad y eso es un milagro.

Cambiar así, de un extremo al otro totalmente opuesto sólo en 12 años, si tú hubieras podido entrevistar a los actores más importantes de la oposición en 1988, prácticamente te aseguro que unánimemente te dirían “esto nunca va a cambiar”. Logramos el cambio radical y ser ejemplo para todo el mundo, de eso estamos hablando, de esas instituciones estamos hablando y por ello queremos resaltar con este trabajo la importancia que tiene para México todo el entramado democrático que hemos logrado.

El tercer objetivo es resaltar un concepto que aprendimos los panistas desde nuestro ingreso al Partido: la importancia de las instituciones. Sabemos por la historia y doctrina del PAN que la importancia de las personas es absolutamente relativa, que las personas pasamos, pero lo que quedan son las instituciones; un país no puede sobrevivir ni ser fuerte sin instituciones vigorosas. 

Lo que hicimos para resolver el problema electoral fue crear instituciones con esmero, inteligencia, con altura de miras y con visión de Estado, de la misma manera los mexicanos podemos resolver cualquier problema llámese inseguridad, educación, trabajo, salud; ningún problema es más grande que México, cualquier problema podemos resolverlo sólo forjando las instituciones que cumplan la misión que el Estado les dé. 


LN: ¿Cuál considera la mayor virtud y el mayor defecto de esa LIV Legislatura? 

ALG: Cuando hablas de un proceso de transición a la democracia, es decir, de un proceso en donde estás en un lado y quieres ir a otro –estábamos en un país antidemocrático y queríamos ir a un país democrático– se habla de momentos fundacionales, de momentos que detonan, este es un proceso que se lleva muchos años.

No te puedo decir que 1988 fue el parteaguas porque fueron muchos parteaguas para llegar a la democracia, no te puedo decir que fue el momento fundacional porque a lo mejor el momento fundacional, como lo dice Alonso Lujambio, fue cuando Christlieb Ibarrola, presidente del PAN, decide interactuar con el régimen para lograr cambios políticos, y entonces es un proceso de varios años. 

Pero sí fue también un momento coyuntural en la historia de México en todos los sentidos, porque el régimen priista estaba agotándose, porque ya no se podía contener en el marco jurídico todas las expresiones ciudadanas y esto, como bien lo sabemos los panistas y como fue nuestro primer objetivo como Partido, fue crear ciudadanos, y esa fue una larga tarea.

Las crisis económicas propiciadas por los regímenes priistas nos ayudaron a crear ciudadanos. En un país donde hay abundancia, trabajo y seguridad, a veces la gente no ve tan importante que le respeten su voto mientras tenga qué comer y dónde vivir; las crisis generadas por los regímenes priistas fueron un acicate para que las personas tomaran conciencia de que no bastaba con que el gobierno pusiera escuelas o hiciera caminos, que era necesario hacer valer todos los derechos de los ciudadanos.

1998 es ciertamente un año estelar de la historia porque por un lado irrumpe la sociedad con unas exigencias; por otro lado, el sistema político, incluso para el PRI, genera unas fisuras que le serán muy significativas en los años siguientes. La decisión de Cuauhtémoc Cárdenas es evidentemente un hecho sobresaliente, otro hecho sobresaliente es el arribo de Maquío al PAN con un vigor y una fuerza interna, como lo marca toda su historia de liderazgo en todas las actividades a las que se dedicó, pues también las impulsó acá y con un carisma muy especial, con una fortaleza y un asumir los principios del PAN. 

Esa es una característica muy sorprendente de alguien que venía de un ámbito distinto al político: Maquío se empapa, conoce, aprende y asume la doctrina del PAN y las repite en cada entrevista, esta personalidad tan arrolladora, tan fuerte y vigorosa es un elemento detonador de todo lo que pasó el 6 de julio de 1988. 

Por ello, la LIV Legislatura se ve marcada con una situación de excepcionalidad histórica: el total de la Cámara de Diputados eran solamente 5 diputados de diferencia, eran 255 legisladores para el PRI y 245 para la oposición en su conjunto, de los cuales 101 diputados éramos panistas. La conformación de la Cámara era totalmente distinta a todo lo que vimos en el pasado, incluso hubo algunas ocasiones en el PRI por sí solo no lograba quórum y entonces la oposición le impusimos algunas decisiones que tuvo que aceptar porque, de lo contrario, no se avanzaba. 
La principal virtud de la LIV Legislatura, aparte de este momento coyuntural histórico tan especial, fue una consistencia y una identidad en la visión y en el objetivo del PAN. Teníamos grandes líderes: desde luego Clouthier,  don Luis H. Álvarez en la Presidencia del Partido, un operador político tan excepcional como lo es Diego Fernández de Cevallos y dentro de la diputación, para quienes arribamos por primera vez a la Cámara, tuvimos compañeros que nos orientaron y nos iluminaron con sus experiencias como Carlos Castillo, Hiram Escudero, Juan Antonio García Villa, Eugenio Ortiz Walls, que ya habían sido diputados en ocasiones anteriores y para quienes éramos jóvenes diputados en ese entonces fueron un sostén de privilegio, esa fue su principal virtud. 
La carencia honestamente no la advierto, durante los 3 años, que fueron tan intensos, se lograron muchas cosas y que el saldo es muy positivo. 


LN: Encontramos en el libro algunas transcripciones de los grandes discursos y debates en el Congreso y en el Colegio Electoral, sin embargo, es difícil transmitir por escrito la sensación de esos momentos. ¿Cómo eran esos debates, cómo era el nivel de debate en esas épocas y ante tales coyunturas? 

ALG: Eran intensísimos. Te menciono que a partir del Colegio Electoral de la LIV Legislatura –lo que se conoce como las “galerías” del Palacio de San Lázaro– fueron divididas: antes eran una sola y ahora son tres, le pusieron muros para no hacerla tan grande porque en el Colegio Electoral invadieron las “galerías” por una parte el 50% una claque priista y el otro 50% una claque del Frente Democrático Nacional, antecedente del PRD; los panistas no teníamos claque.

Cuando un diputado priista subía a la tribuna era sumamente abucheado por la claque del Frente Democrático Nacional y viceversa, ya te imaginas cómo fue ese Colegio Electoral, del cual existe filmación, de una presión y tensión fortísimas que hacía un ambiente casi irrespirable. 

Insisto, el nivel de debate era altísimo, había grandes tribunos por parte del PRI y de la oposición, por ejemplo Carlos Navarrete, actual senador del estado de Guanajuato por el PRD, es un brillante orador y tuvo intervenciones muy importantes; Miguel Montes o José Luis Lamadrid por parte del PRI, y por parte del PAN teníamos una pléyade maravillosa de oradores que hacían cimbrar a toda la Cámara y que conmovían incluso a los más recalcitrantes priistas, pues lo llegaron a confesar y decían: vamos a tener que votar como nos lo ordenan, pero créannos que sus argumentos nos convencen. Este era el ambiente de la LIV Legislatura, que era totalmente intenso.   


LN: ¿Por qué considera que esos cambios tan trascendentes para el futuro democrático de México se dan en esa legislatura y no antes o después? 

ALG: Porque la curva política del país y de maduración de la sociedad convergió en ese momento. Me parece también que la organización de los partidos, por supuesto el nuestro, habían logrado ascender a niveles de profesionalismo en términos de defensa del voto y que precisamente por esto se vio forzado el régimen a acudir a todas sus estratagemas deleznables y lamentables.

Actualmente ya nos es algo ajeno, por fortuna, pero los panistas teníamos clasificada toda una serie de tácticas y fraudes electorales en las casillas además de unas recetas de antídoto. Por ejemplo, les decíamos a nuestros representantes de casilla “no vayas aceptar ningún alimento que te dé el PRI” porque a veces acostumbraban purgar a nuestros representantes y tenían que abandonar la casilla en situaciones muy lamentables; se descubrieron también las casillas “zapato” en donde evidentemente las actas eran llenadas después en un escritorio o gabinete oscuro y el 100% de los votos eran para el PRI y cero para todos los demás, o sea una unanimidad realmente sorprendente.

En algún caso curioso, me parece que en el estado de Durango, está registrado históricamente que para la elección de diputados hubo 100 votos para el PRI y cero para todos; para la elección de senadores hubo 100 votos para el PRI y cero para todos y para la elección de Presidente hubo 100 votos para el PAN y cero para todos los demás, o sea se equivocaron de renglón.

Eran pues las casillas “zapato”, que eran las urnas “embarazadas”, ya que al abrirla traían 300 votos a favor del PRI. Eran las casillas donde habían votando 2 mil 500 votantes a favor del PRI, eran los votos “planchados” que luego aparecieron, es decir, nunca fueron doblados, pero estaban en las urnas; eran los “carruseles”, el “ratón loco”, era la operación “tamal”, era expulsar a los representantes, en fin, mil trampas que había ideado la estructura electoral del sistema y que en ese momento le urgía llegar a la mayoría absoluta para Carlos Salinas de Gortari, situación que obviamente nadie creyó, ni él mismo.

Así que se presentó una crisis de legitimidad, la más severa, y aquí hay una fórmula que es importantísima de rescatar y que demuestra la sapiencia y sabiduría del PAN: como el fraude fue tan evidente, todos los partidos de oposición dijimos que Carlos Salinas de Gortari era ilegítimo de origen y que iba a ser ilegítimo para toda la eternidad.

Pero a diferencia de los otros partidos de oposición, el PAN sostuvo que si bien era ilegítimo de origen podía legitimarse en el ejercicio, es decir abrió una puerta, un camino para que México, a pesar de escándalo y fraude de 1988, transitara hacia mejores caminos, lo que no hizo la izquierda, así es que nosotros por ello, al abrir esta puerta con sabiduría, generamos la posibilidad de que se hicieran cambios de fondo, por ejemplo de los que estamos hablando. 


LN: Menciona que la reforma de 91 es poco reconocida e inclusive vituperada en sus logros y alcances. ¿Por qué cree que esto sea así y cuáles fueron los alcances del trabajo legislativo a la luz del día de hoy? 

ALG: Sostenemos en este trabajo que, a diferencia de las reformas anteriores, la reforma de 1989-1990 se caracteriza por ser una reforma de fondo tanto institucional como constitucional y jurídica. ¿A qué nos referimos? A que las reformas anteriores tuvieron el carácter político más que jurídico, si bien se tenía que reflejar en algunos artículos y cambio de leyes, lo cual es un aspecto jurídico, la intención y el enfoque eran solamente político.

Todas las anteriores fueron políticas, la diferencia con la de 89-90 es que es política, pero esencialmente jurídica. ¿A qué nos referimos con que las anteriores eran políticas? Como la sociedad iba madurando y cada vez el PAN tenía más éxitos electorales porque había ciudadanos más conscientes y que querían un cambio, el sistema iba agobiándose de estas presiones que surgían de la sociedad. 

Para despresurizar esto lanzaba una reforma que concedía diputados de partido; en otro momento volvía a subir la presión y el sistema le reconocía a los partidos prerrogativas. Eran reformas caracterizadas para recobrar legitimidad o bien para refuncionalizar el sistema, pero no tenían la intención de cambio profundo.

En 1989 y 1990 la diferencia fue que logramos hacer reformas de cambios profundos y sentamos la base para que luego viniera un desarrollo y una consolidación democrática, y así lo previmos: que iba a ser un cambio y que íbamos a sentar unas bases para que le cambio se siguiera dando después. 

Esta es una de las críticas que nos hacían, de ahí se acuñó este término de “gradualismo”; nos decían que nosotros éramos gradualistas en el sentido peyorativo, de ofensa, queriendo decir que estábamos desperdiciando una oportunidad para avanzar más. Para la izquierda y para algunos panistas inclusive debíamos de apostar el todo por el todo. Otros panistas considerábamos que era mejor lograr todos los avances posibles en una negociación que permitiera luego avanzar más, a diferencia de los otros, que eran radicales en ese sentido.

Esta palabra de “gradualismo” se nos achaca como diciendo "perdieron una oportunidad de avanzar más". Me parece que la historia puso a cada quien en su lugar, parece que nos dio la razón a nosotros, que los cambios que fuimos generando demostraron un avance sólido que hasta la fecha sigue dando un sustento a nuestra vida democrática, al revés de como otros pretendían. 

Por ejemplo, algunos pensaban que debía de salir el secretario de Gobernación de la Presidencia del Consejo General del IFE, lo cual era un error porque la estructura que se había armado en todo el país pertenecía a Gobernación y estaba, digamos, “maleada” con todas las anteriores elecciones y todas las trampas que habían desarrollado. 

Entonces, si quitabas al responsable de eso y ponías a un ciudadano –como luego se pudo hacer pero no sin antes hacer una base– iba a resultar paradójico que a lo mejor tenías un buen hombre dirigiendo el Consejo General del IFE, pero toda la estructura funcionaba igual. No, había que tener al secretario de Gobernación para reprocharle a él todo lo que saliera mal porque era su responsabilidad. 

Este “gradualismo” era la forma sólida de avanzar, en vez de tratar de lograr todo o de generar una ruptura de la que tal vez no había reparo.  


LN: Asimismo, se señala que “llegado el momento, es el panismo el mejor preparado para promover reformas legales para abrir el sistema democrático” (p.21). ¿Por qué cree que se da esta situación?  

ALG: Por una razón muy sencilla: por la capacidad, preparación y visión de don Manuel Gómez Morin, que era un abogado talentoso y un hombre de Estado que  generó, desde la fundación del PAN, una visión social, axiológica, fundada en el cambio de leyes. 

Por ello los primeros cuatro legisladores del PAN que llegan a la Cámara de Diputados generan una serie de propuestas que a la fecha todavía no se consiguen en su totalidad; por supuesto, propusieron el Tribunal Federal Electoral como lo logramos en 1989, pero lo propusieron en 1947; propusieron también una cédula de identidad ciudadana de la cual tenemos una credencial para votar con fotografía, pero todavía no hemos arribado a ese documento único que identifique a los mexicanos en nacionalidad, registros fiscales, de seguridad social y electoral, etcétera. 

Propusieron, en suma, una organización distinta de las elecciones. Nosotros estábamos preparados como Partido desde un principio porque nuestra vocación era jurídica y constitucional. Nos quedó muy claro a quienes preparamos estas propuestas que, detrás del trabajo de los primeros cuatros diputados del PAN –porque de ahí arrancan las propuestas del Partido, pues estaban don Manuel Gómez Morin y don Manuel Herrera y Lasso, que ha sido uno de los mejores constitucionalistas de este país– que esas propuestas de 1946 se reiteraron en la década de los cincuenta, se insistieron en la década de los sesenta así es que traíamos una larga historia de propuestas.

A quienes nos tocó ser diputados en ese entonces, una parte fundamental de nuestra preparación y de los logros que luego conseguimos fue conocer con detalle qué había hecho el Partido en toda su historia, por eso estábamos bien preparados, porque teníamos detrás de nosotros un fundamento histórico, ideológico y jurídico que nos permitía poder solventar cualquier cuestionamiento y poner sobre la mesas unas propuestas que no eran fáciles de descalificar o rechazar.

Al inicio de este proceso, los 11 diputados, que mencionamos en el libro, tuvimos un trabajo muy intenso, digamos de ponernos todos al día; tuvimos cursos propedéuticos de todo tipo para que todos tuviéramos la misma información, después de eso nos encerramos por días y semanas para hacer nuestras iniciativas de tal manera que del 1° de septiembre pudimos presentar todas las iniciativas constitucionales y después nos encerramos cinco meses, de tal manera que en el mes de mayo de 89 pudimos proponer todo un código electoral nuevo e integral, cosa que nunca se había hecho. 

LN: La reforma es una historia de congruencia doctrinaria de Acción Nacional, de una lucha que no fue ni de unos días ni de unos años. ¿Cómo darle al trabajo legislativo un tinte partidista que se traduzca en reformas efectivas? 

ALG: No sólo en los antecedentes de las iniciativas presentadas por el PAN había un gran acervo y una gran responsabilidad, sino también en la conducta que los panistas habían tenido desde que pisaron la Cámara de Diputados, que era una conducta de dignidad, de trabajo y de congruencia. 

En aquellos años de 1988, en los Colegios Electorales para calificar la elección de diputados y senadores, a los priistas los encerraron y los acuartelaron para que nadie se escapara, los llevaban en camiones de la Cámara al hotel y viceversa; los panistas en cambio teníamos absoluta libertad y responsabilidad porque sabíamos los antecedentes de los panistas que habían estado antes que nosotros.

El panismo en toda esa historia había generado una gran autoridad, no teníamos el poder pero teníamos una gran autoridad moral en términos de congruencia, de honestidad y de fidelidad a nuestros principios. No teníamos mayoría en la Cámara, éramos 101, había muchas reformas que no pasaron hasta que no las aprobamos nosotros porque teníamos esa autoridad. 

Se decía en ese entonces que el grupo parlamentario del PAN era el fiel de la balanza y si no lo aprobaba el PAN, aunque no tuviera la mayoría, no salían las reformas porque teníamos autoridad moral. Darle al trabajo legislativo un tinte partidista que se traduzca en reformas efectivas tiene que ver con la conducta de un grupo que se sentía heredero de una gran tradición y depositario de una gran confianza y responsabilidad que teníamos que sacar adelante. 

LN: ¿Apostar por el diálogo en esa época no era un poco como “picar piedra”? 

ALG: Esta estrategia de diálogo la inicia Adolfo Christlieb Ibarrola en la década de los sesenta y a partir de entonces ciertamente el PAN utiliza el diálogo como una de las herramientas privilegiadas. 

Decía Carlos Castillo Peraza que en política se tiene que ser humilde, que cuando te sientas en una mesa de negociación política tienes que aceptar que no necesariamente tienes la razón. Y esta característica de humildad tiene que darle la oportunidad al otro para escucharlo, valorar sus argumentos, no puedes desacreditarlo de entrada o a priori.

Esta práctica de diálogo que ejercitamos en el 88 y que luego se llamó, queriéndola mostrar sucia, “concertasesiones”, y afortunadamente hoy en día se acepta que todo mundo dialogue; el diálogo es la herramienta por excelencia de la política y en aquel entonces fuimos muy atacados porque, desde su perspectiva, el Frente Democrático Nacional criticaba todo lo que no fuera una actitud absolutamente inflexible, aunque ahora sabemos que también se reunían, nomás que lo hacían en lo oscurito.

Demostramos con valor que era la única manera de avanzar y me parece que hoy la sociedad premia a quien hace mayor uso de propuestas que de violencia, afortunadamente la herramienta que utilizamos en ese entonces probó ser altamente eficaz. 

LN: ¿Qué opina de las sucesivas reformas al sistema electoral mexicano, en especial la última, del año 2007? 

ALG: En cada rubro de la elección de 88 había cosas que corregir. Cuando se lleva a cabo la elección de 1994, en la misma noche ofrecen una conferencia de prensa el presidente del Partido, Carlos Castillo, y nuestro candidato, Diego Fernández de Cevallos, y nunca se le ha hecho justicia a esa conferencia pues existió un brote de levantamiento de Chiapas, habían asesinatos políticos y otros asesinatos que conmovieron a toda la nación, así que parecía que en 1994 estaba en riesgo la seguridad nacional. 

Creo que fue una buena decisión que Jorge Carpizo fuera nombrado secretario de Gobernación porque con su personalidad y trayectoria fue una autoridad en todo ese proceso. Sin embargo, había partidos que pensaban que lo mejor era estallar un conflicto y el PAN era otra vez fiel de la balanza, así es que el día de las elecciones ofrecen esta conferencia de prensa y dicen “Acción Nacional no ganó” y denuncian tres cosas: la utilización de recursos a favor de las campañas del PRI, la inequidad en el acceso a los medios de comunicación y la coacción al votante.

Si nos regresamos a 1988, cuando las demandas y todos los elementos para descalificar esa elección eran 20, 30 o 40, y nos vamos seis años después, a 1994, vemos que se reduce el espectro de inconformidades dramáticamente.

Estas reformas que se han practicado a las leyes electorales deben hacerse con mucho cuidado porque ya probamos que podemos hacerlo bien como país y como sociedad, honestamente no conozco a fondo la reforma porque las actividades ya son distintas para tu servidor, pero debemos actuar con mucho cuidado. 

Tengamos claro que después de crear el IFE y el Tribunal Federal Electoral, si esos dos instrumentos se desgastan, no hay mucho más que hacer después de eso: que no se generen reformas a las leyes electorales simplemente por presión de los inconformes y para hacer medidas ah doc de otros intereses, que se siga teniendo esta visión de patrimonio de la nación por estas instituciones y de la legislación.

Me parece que cada vez serán menos, pero ciertamente hoy surgen unos riesgos adicionales que se han señalado por todos como la posibilidad de infiltración del narcotráfico y debemos estar atentos. Hay que tener mucho cuidado con las instituciones porque la única justificación para cambiar sería que las cosas no funcionaran y aquí han probado una funcionalidad excepcional. 

La elección de 2006 calificada por el Tribunal Federal Electoral en donde con toda fuerza y con todos los argumentos sólidos y congruentes se declara presidente electo a Felipe Calderón, con una diferencia solo 250 mil votos en un universo de millones de votos, es una muestra de la fortaleza institucional. Tengamos mucho cuidado al tocar esas instituciones. 

LN: Si antes se hablaba de un “presidencialismo”, hoy pareciera que los partidos y sus representantes gozan de un poder sin contrapesos. Desde su experiencia como legislador y jurista, ¿cómo generar un equilibrio entre ambos poderes? 

ALG: Carlos Castillo generó una teoría y una hipótesis maravillosas que incluso llegó a ser posición del Consejo Nacional del PAN, y que resumo así, aunque la propuesta era extensa: Carlos Castillo distinguía entre régimen jurídico y sistema político y señalaba la diferencia enorme que existía en el México posrevolucionario hasta el México contemporáneo de 1992 o 1993, de la diferencia enorme que había entre las leyes y la realidad. 

En las leyes, la Constitución decía que éramos una República representativa, democrática y federal, y eso no era cierto en la realidad; decía que había tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, y tampoco era cierto en la realidad; decía que los estados son soberanos, y no era cierto en la realidad, y que los municipios eran libres y tampoco era cierto. Eran dos mundos totalmente distintos. 

A partir de la elección de 1988 y en la década de los noventa se ha empezado a dar una identidad entre realidad y régimen jurídico. Hoy sabemos el Poder legislativo es un poder autónomo del ejecutivo y que incluso el Poder judicial también lo es. Sabemos que las entidades ejercen su autonomía, sabemos los reclamos de los municipios, tenemos órganos autónomos... entonces la situación es radicalmente distinta al México que vivíamos y tratábamos de mejorar.

Hoy en día, con las instituciones fundamentales que son los poderes legislativo y judicial funcionando, tenemos un entorno totalmente distinto y también ocurren estos movimientos pendulares, en donde se generan abusos de jueces y de la policía y se detenían a las personas los viernes para que estuvieran todo el fin de semana y con tantas violaciones a los derechos humanos que se crean las comisiones públicas de derechos humanos y luego se va en un movimiento pendular hasta el otro lado y no se puede detener a los delincuentes. 

Esto está mal y debe orientarse al justo medio, como es la doctrina del PAN, y eso ha pasado con el Congreso: de ser un Congreso absolutamente sojuzgado, que no legislaba nada, que todo lo que legislaba eran las iniciativas que le mandaba el Presidente y que no podían cambiar una coma, de ese Congreso supeditado se ha vuelto una fuerza casi más allá de lo que debiera de ser. 

Sólo con la participación de los ciudadanos y sus exigencias y la sanción de la sociedad, a través de voto, ves cómo eso va a llevar a un justo medio para que haya división y colaboración de poderes y con una altura de miras, con una visión más alta.   

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