miércoles, 30 de noviembre de 2011

La democracia indispensable, un legado de Acción Nacional: entrevista con Alonso Lujambio



"Los actores políticos toman decisiones en las complejas contingencias que, sumadas, tejen la historia", escribe Alonso Lujambio en el libro La democracia indispensable. Ensayos sobre la historia del Partido Acción Nacional (El Equilibrista, 2009). Y es precisamente a través de la biografía de esos personajes, en los que recae el construir la cadena que determina la historia, las historias particulares, que el autor recorre los años de una de las fuerzas políticas determinantes en la formación de la ciudadanía y la democracia mexicanas.

A través de la vida partidista de los grandes próceres del PAN, Lujambio va descubriendo causas, cruzando datos, enlazando motivos que determinan situaciones determinadas, en un ejercicio de reflexión que, por medio del estudio de la propia historia, contribuye a valorar a quienes, de Gómez Morin a Castillo Peraza, González Luna, Christlieb Ibarrola, y otros tantos, supieron conjugar la doctrina de una institución, adaptarla a la realidad de su propio tiempo y con ello contribuir desde el humanismo a edificar la vida institucional del México moderno.

En entrevista con
La Nación, en enero de 2010, Alonso Lujambio ahonda en diversos aspectos de la historia de Acción Nacional, analiza la actualidad del partido y hace un llamado a las nuevas generaciones, que tienen en sus manos –afirma– la conservación y el mejoramiento constante de nuestra democracia.

 
La Nación. El libro La democracia indispensable. Ensayos sobre el Partido Acción Nacional, reúne diversos ensayos publicados con anterioridad, a partir de 1994 y hasta a la fecha. En la presentación del libro, señala que su interés por el PAN, antes que ser académico, es de “vida, de entorno”. Nos podría relatar cómo ha sido esa relación a lo largo de los años y cómo ha influido en su trabajo académico.

Alonso Lujambio. Hasta los 17, los 18 años, viví durante mi adolescencia de manera muy intensa la vida política de mi padre. Distribuí volantes, repartí propaganda puerta por puerta en unidades habitacionales, fui representante de casilla, en fin, acompañé a mi padre a la Cámara de Donceles, viví muy intensamente esa vida partidaria de mi padre Sergio Lujambio, hasta que él se sale del partido junto con otros panistas, en la escisión de los llamados efraínistas: Efraín González Morfín, Héctor González Schmall, Raúl González Schmall, Fernando Estrada Sámano, Luis Calderón Vega, en fin, son algunos de los compañeros de ese viaje hacia fuera del Partido.

Años después estudié Ciencia Política, y uno de los temas de mi interés fueron los procesos electorales, la vida del Congreso, los cambios constitucionales, y por supuesto, el PAN, a partir en buena medida de haber sido alumno de quizá la estudiosa del PAN más sistemática, más cuidadosa, que es Soledad Loaeza. Yo estoy marcado por esas dos experiencias como estudioso del PAN: el ser hijo de un distinguido, apasionado panista, y por otro lado, por haber sido alumno de la estudiosa más sistemática de Acción Nacional. Esto me llevó a escribir, a partir de 1994, ocho ensayos sobre distintas facetas, momentos, personajes del Partido.


LN. A lo largo de esta obra se puede notar un diálogo constante con otros académicos que han estudiado al Partido Acción Nacional, como Soledad Loaeza, Enrique Krauze y Javier Garciadiego. En su experiencia, ¿cómo se vive desde la academia la vida de Acción Nacional, su evolución, su presencia en la historia de México?

AL. Si se quiere estudiar a un partido político desde la perspectiva de la ciencia política o de la sociología política, se pueden dar distintos enfoques. El de la sociología, es decir, qué base social tiene un partido, cuál su ideología, son dos preguntas clásicas de esta materia. Yo no me hago esas preguntas, me hago una pregunta que me parece estratégica: ¿cómo sobrevivir como partido político en un sistema de partido hegemónico, en elecciones no competitivas? Esa es la pregunta central que intenta responderse en el libro. 

Yo creo que es sorprendente la sobrevivencia del PAN, pues estar durante años compitiendo en condiciones desventajosas, en un sistema político que no te permite avanzar por la vía electoral, en un sistema que está plagado de trampas, es a la postre un trabajo titánico que requerirá de un espíritu tenaz por parte de los panistas, con convicciones muy firmes, espíritu de largo plazo, de generosidad, de un sentido muy particular de la ambición política. Por eso es que en la cultura del PAN están estos elementos entreverados de manera muy compleja.
 
La ambición es connatural a la acción política: sin ambición política no hay acción política. Sin embargo, pareciera que durante muchos años los panistas renuncian a esa ambición en aras de construir una nueva cultura política, de una organización capaz de vincular a quienes quieren democratizar al país. Están más presentes los grandes incentivos colectivos, la ideología, los principios, aquello que los vincula, que los une, antes que la posibilidad de adquirir una ventaja, un cargo, una posición dentro de un cabildo, dentro del gobierno estatal o el gobierno federal. 

Lo que yo discuto es que, de cualquier manera, hay una estrategia, y esa estrategia va a vivir modificaciones en los años cuarenta, con Gómez Morin a la cabeza del primer grupo parlamentario del PAN; en los años cincuenta, con la hegemonía de los acejotaemeros; en los años sesenta, especialmente, con el gran político panista en su historia, que fue Adolfo Christlieb; la redefinición de los años setenta que es brutalmente proveedora de conflicto interno, cuando los abstencionistas ganan en 76; la redefinición de los ochenta, lo que llamó Soledad Loaeza la impaciencia electoral, las nuevas alianzas y los nuevos énfasis del partido en su estrategia más agresiva, electoralmente; en los noventa con la transición democrática, la etapa quizá más compleja de la historia de la discusión estratégica al interior del PAN… 

Es decir, no hay decenio en el que no haya una modificación importante, de modo que este libro es más de estrategia política que de doctrina o de la sociología del partido, visiones que por supuesto complementan la visión y la explicación de su conducta, de su historia, de la estrategia.
 
El libro se concentra en esa discusión estratégica, por eso gira en torno a las personas: las estrategias son definidas en coyunturas específicas por personas que tienen determinada historia, determinada formación, una visión particular de la realidad que viven, unas habilidades políticas, unas destrezas específicas; este libro tiene, pues, un componente biográfico importante porque quiere analizar y comprender el dilema estratégico a partir de personas de carne y hueso: ¿quién es Gómez Morin, qué vivió, qué experiencias tuvo previas al 39 para asumir una posición determinada en la fundación del Partido, qué vivió como colaborador del gobierno de Calles, como fundador del Banco de México, especialmente como rector de la UNAM, pero muy particularmente como amigo de Vasconcelos en el 29? 

Todo eso de algún modo explica una actitud estratégica, una vocación, casi un ánimo, y si no entiendes al personaje no entiendes su contribución a la coyuntura y especialmente alguien como Gómez Morin, que tiene un gran peso en el momento fundacional de Acción Nacional. Y para entender ciertos elementos ideológicos y también políticos es imprescindible entender a Efraín González Luna, y para entender a González Luna es necesario entender su relación con Orozco, el arzobispo de Guadalajara y la posición que van a asumir tanto en la crisis de 1919 como en la guerra cristera; tienes que comprender su relación con Anacleto González Flores, tienes que comprender su vínculo con la Rerum Novarum y su rechazo sistemático a la violencia como método político: si no se entienden esos elementos biográficos de don Efraín no se entiende cómo se vinculan Gómez Morin y González Luna.
 
Creo que para comprender los años cincuenta es imprescindible entender la vida y trayectoria de José González Torres, el acejotaemero por excelencia de la historia del siglo XX: presidente de la Acción Católica, de Pax Romana, y tardío, desde la perspectiva de los católicos, partícipe de la vida del PAN, porque González Torres, como muchos acejotaemeros, no quiere colaborar con un excolaborador del callismo: Calles es el diablo encarnado para muchos católicos, y muchos católicos en el 39 desconfían claramente de Gómez Morin, y no será sino hasta los años cincuenta cuando se incorporen al panismo, y ese es González Torres.
 
Entonces, la década católica, bautizada así por Horacio Vives, hay que comprenderla en buena medida a la luz del personaje central de esos años, que es González Torres, un hombre de intachable moral, respetado por tirios y troyanos, pero un hombre quizá estructuralmente inhabilitado para entrar en diálogo con el régimen posrevolucionario, cosa que, a diferencia radical de un Christlieb Ibarrola, cuya vida también hay que comprender para entender la revolución copernicana que supuso para el PAN este liderazgo: todo el discurso, por ejemplo, antiprotestante del panismo acejotaemero, no lo puede compartir Christlieb porque él es hijo de un protestante y de una católica, entonces, cómo le vas a pedir que tenga un discurso contra los protestantes si él mismo vio cómo su padre se convirtió al catolicismo, pero sus tías, muy cercanas y muy presentes en su familia, nunca lo hicieron; cómo entender el aperturismo ideológico de Christlieb y la tolerancia ante la diversidad sin comprender que él mismo es un universitario que convive con los socialistas en la Universidad en los años treinta. 

Hay quien ha dicho que Christlieb es producto del Concilio Vaticano II; yo creo que esto es no comprenderlo, pues el Vaticano II no hace sino subrayar y fortalecer elementos de su personalidad que son previos al Vaticano II.
 
Está también Efraín González Morfín, que es uno de los personajes que más me atrae de la historia PAN, un intelectual de altísimo nivel, un hombre que dedicó más de diez años de su vida a la vocación religiosa, como jesuita, cultísimo, hasta que decide renunciar y sumarse al partido que fundó su padre, de modo que construye un liderazgo político y en diez años ya es candidato presidencial. 

De modo que para comprender a González Morfín y el giro ideológico que le imprimió al PAN junto a Christlieb Ibarrola, hay que comprender que es hijo de González Luna, que estudia en los seminarios jesuitas de México y Estados Unidos, que estudia en Europa, y que es uno de los intelectuales más refinados de mediados del siglo XX en México. 

Y bueno, cómo comprender la transición democrática de México sin comprender el papel que el PAN jugó, y especialmente el papel que Carlos Castillo Peraza jugó en la transición, cómo comprender a Castillo Peraza sin comprender su vida, su trayectoria intelectual, el sello que imprimió su estancia en Europa siendo muy joven… 

En fin, lo que quiero subrayar es que este libro es peculiar porque propone, como otros han hecho en otras latitudes, no en México, que la biografía puede ser un instrumento analítico especialmente útil para comprender el proceso político. La ciencia política, con enfoques muy estructuralistas o racionalistas, ha olvidado a mi juicio el papel de las personas de carne y hueso en la explicación de procesos políticos, coyunturas, crisis; la propuesta que lanza este libro es que el acercamiento biográfico puede iluminar extraordinariamente la explicación de la vida política, y no se diga, del Partido Acción Nacional, que como cualquier partido político ha estado marcado por mujeres y hombres de especial fortaleza, carácter y convicción.
 

LN. Hay un México joven al que pertenece Manuel Gómez Morin, que sabe responder a las necesidades de su tiempo y asume como propia la misión de edificar un país que venía saliendo de una revolución. ¿Considera que hoy, como en esa época, hay un capital en la juventud que es necesario encauzar, y cómo llevar a buen puerto este capital?

AL. Por supuesto. Este libro está escrito en buena medida para los jóvenes panistas; la juventud de hoy es a la que le vamos a encargar un trabajo un poco complejo, que es consolidar nuestro sistema democrático. La democracia es una copa de cristal, no es de roca, es delicada, requiere de tratamiento fino y de consideraciones teóricas y prácticas que lleven siempre a apuntalarla, a fortalecerla. La democracia quiere encauzar positivamente la visión política, que sin orden puede dinamitar cualquier esfuerzo civilizatorio por hacer que la política sea construcción de bien común.

Creo, sin embargo, que para comprender cabalmente la aportación que deben hacer nuestros jóvenes a la coyuntura y al futuro de la democracia, tienen que comprender de dónde venimos; creo que si algo caracteriza al PAN es su espíritu, su identidad. Este libro quiere contribuir con otros esfuerzos del propio Partido a dotar de identidad política nuestro jóvenes: el PAN es el partido demócrata por excelencia, es el partido que más cuidó esa copa de cristal, y la construyó y la pulió, sin duda es el partido que hizo el esfuerzo civilizatorio del siglo XX más constante, más sistemático, mas decidido, y comprender eso que sella la identidad panista es importante para que se conserve y se fortalezca. 

Ojalá los jóvenes panistas, y otros que no lo son, lean este libro, que quiere también ser un homenaje a la tenacidad, al esfuerzo, al empeño y al amor por México que mostraron tantos panistas durante tantos años.
 

LN. En la vida de Acción Nacional hay diversas épocas en las que se entablan fuertes debates, por ejemplo, entre participar y no, entre los clericales y los liberales. ¿Cuál cree que sea hoy día el o los temas entre los que se debate Acción Nacional?
 
AL. Un gran tema del PAN es la formación de sus cuadros, porque este es un problema que viven los gobiernos panistas de 2000 a 2006, y de 2006 a 2012. En buena medida, la no reelección parlamentaria fue uno de los grandes instrumentos de que se valió el régimen autoritario para debilitar a sus oposiciones, evitando con ello la especialización y la profesionalización de los cuadros de la política. 

Hoy ya no debatimos si el régimen va a ser o no democrático, es democrático: la democracia mexicana existe como existe en Grecia, en Brasil, en Chile o en Colombia. Seguir hablando de transición democrática es un despropósito del tamaño de una catedral, México está en la lista de países democráticos del mundo, terminó la transición, estamos en democracia. 

Ahora, el tema central de la democracia es la política pública que debe implementar con cuadros especializados, con expertos que expliquen lo que queremos, que convenzan a la ciudadanía de la bondad de su quehacer político. El tema central a mi juicio del PAN es cómo contribuye a la estabilidad, al enriquecimiento, a la legitimidad social de la democracia, y tiene ciertamente una desventaja frente al PRI, que monopolizó el poder durante setenta años y que creó cuadros especializados y conocedores del quehacer gubernamental cotidiano. Esto es un punto clave, por eso es tan importante la formación de cuadros y la incorporación, así sea en un proceso de prueba y error, de más y más panistas a la responsabilidad gubernamental.

Los panistas somos los que vamos a enfrentaros al juicio ciudadano en las urnas, por lo tanto, si el gobierno es panista que sean los panistas cabalmente los que nos hacemos cargo de las consecuencias de nuestros actos, y no otros que con supuestas especialidades y conocimientos no se ponen al servicio de los principios y las orientaciones que el propio Partido pone en la mesa. Ese es el gran tema del presente panista. 

Si alguien en la historia del PAN tuvo esa doble vocación de, al tiempo de construir partido político e identidad colectiva, tenía la orientación de proponer soluciones y analizar los problemas, estar atento a la realidad que se quiere regular y gobernar con buena técnica, fue Gómez Morin, que en la historia del siglo XX es el técnico por excelencia. De modo que recuperar esa herencia gómezmoriniana me parece un imperativo categórico del partido en la coyuntura.


LN. Usted habla de un momento de la historia de México cuando la Universidad Nacional se vuelve “fuente privilegiada de reclutamiento para la clase política gobernante”. ¿Considera que esto sigue siendo así, dónde cree que se encuentre la fuente de cuadros de Acción Nacional?

AL. La coalición social que quiere construir Gómez Morin en la coyuntura de 1939 se basa en buena medida en los universitarios. La Universidad en esos años está compuesta especialmente por miembros de la clase media, no es una universidad masiva; Gómez Morin ha sido rector, tiene vínculos muy estrechos con la comunidad universitaria y quiere que el PAN sea un partido de universitarios. 

También, por supuesto, apela a una clase media vinculada al esfuerzo que en el mercado, en la iniciativa privada, realizan muchos para la sobrevivencia cotidiana; no me refiero a los empresarios como elite social sino a quienes fuera del gobierno realizan actividades en el sector productivo. Y claro que entre ese grupo social hay una gran inconformidad al final del cardenismo, y ese es otro grupo social que quiere reclutar Acción Nacional. 

Sin embargo, el ávilacamachismo y el alemanismo suponen prácticamente la pérdida de esos potenciales aliados, porque el giro hacia la derecha en términos económicos que supuso el ávilacamachismo y después, subrayadamente, con Miguel Alemán, primer universitario en la Presidencia de la República; en esa coyuntura, la Universidad Nacional se convierte en la fuente de reclutamiento de la clase política priista y la gubernamental. El PAN, en estos dos giros, perdió aliados.
 
Algunos analistas del PAN han señalado que con Conchello, en los años setenta, y a partir de 1982, especialmente, el PAN vuelve a apelar exitosamente a esa base social para fortalece sus apoyos y sus coaliciones, y es cierto, ahí no hubo una traición, más bien, naturalmente en esa coyuntura económica difícil de principios de los ochenta, muchos empresarios pequeños, medianos y grandes decidieron empezar a apoyar más sistemáticamente al partido, de modo que se convirtió en una fuente de reclutamiento importante. 

Creo que hay otro momento importante de reclutamiento que fue la candidatura presidencial de Clouthier: muchos jóvenes entusiastas se sumaron al PAN en esa coyuntura a partir de su carisma. Creo, pues, que en la coyuntura presente el PAN debe volver a la juventud como ámbito de reclutamiento, difícil coyuntura porque hay una especie de desilusión por parte de muchos jóvenes respecto de los alcances de nuestra vida democrática y la eficacia de nuestra democracia para producir viene sociales, de ahí pues la radical importancia de que el partido se vuelque a la juventud, a las universidades, para convencer a los jóvenes de que en sus manos está la posibilidad de un futuro democrático promisorio y de que ésta es una opción válida, igual que otras, porque estamos en un régimen democrático donde se aceptan la pluralidad y la legitimidad de las diversas opciones de la política. 

Pero un partido de centro derecha, comprometido con las libertades, con la democracia y con la vida social, debe ser una fuerza atractiva para lo jóvenes con legítima ambición de sumarse a la vida política de México


LN. Dedica un largo apartado a la vocación municipalista de Acción Nacional. ¿Cómo vive hoy Acción Nacional esta vocación y de qué forma seguir fortaleciendo las atribuciones del municipio?
 
AL. Yo percibo una enorme frustración, y la comprendo muy bien, del panismo en los últimos meses, cuando hemos perdido muchos municipios después de malas administraciones. Creo que el esfuerzo que hoy realiza el presidente del partido, para revincular orgánicamente a los municipios y colocar a los gobiernos panistas en contextos de exigencia subrayada, para que no estén aislados ejerciendo el gobierno, sino integrados a una visión particular del gobierno municipal, es absolutamente central. 

El PAN ha insistido en que en el municipio está la base de la organización política del país, la posibilidad de la democracia cotidiana, de la sensibilidad del gobierno hacia las necesidades más sentidas de la población. El reclutamiento, además, desde este ámbito, ha probado ser históricamente exitoso; creo que Gómez Morin tenía razón cuando pensaba que el municipio era un ámbito de prueba técnica de soluciones a problemas de otra dimensión, nacionales. 

Creo que en el PAN no hemos sabido leer con claridad las experiencias exitosas de algunos municipios para reproducirlas; de ahí la subrayadísima importancia, a mi juicio, de la estrategia del presidente Nava, de tratar de buscar un modelo, digamos, ideal de gobierno panista en el municipio, que haga que la experiencias exitosas, muchas, de muchos gobiernos municipales del PAN, se conozcan en todos los rincones del país, y haya la voluntad del partido de conducir a sus municipios hacia ese modelo exitoso, que en esencia busca vincularse muy estrechamente con la sociedad, y estar al pendiente sistemáticamente de la demanda pública, para satisfacerla en ese nivel, y también, en consecuencia, recibir un apoyo sistemático de la ciudadanía frente a un gobierno sensible. 

Ya la realidad nos dio pruebas evidentes de que gobiernos panistas que se aíslan de la sociedad, que no están cerca de las necesidades y en comunicación permanente con los ciudadanos, sucumben. Ya tenemos democracia, y lo que la democracia supone es el premio al buen gobierno y el castigo de la ciudadanía frente a quien no responde a la demanda pública. De modo que la democracia nos está dando una lección, que debemos de saber escuchar.


LN. Llama a Adolfo Christlieb, por su vocación de apertura y diálogo, “caudillo de la democracia”. ¿Cuáles podrían ser, si el término cabe, otros caudillos de la democracia mexicana?
 
AL. Christlieb ha sido uno de los centrales en el siglo XX, Gómez Morin, Manuel Clouthier, Carlos Castillo Peraza; pero no solamente en nuestro partido, también los hubo en otras fuerzas políticas: yo no lo llamaría cuadillo de la democracia, pero creo que sí jugó un papel muy relevante, muy constructivo, Ernesto Zedillo, en las filas del PRI; Heberto Castillo jugó también un papel fundamental en las filas de la izquierda, y en algún momento creo que Cuauhtémoc Cárdenas también jugó un papel constructivo, a pesar de que fue muy ambiguo en las primeras etapas de la transición democrática, en buena medida por su rechazo sistemático al gobierno de Carlos Salinas, por la trágica experiencia de 1988.
 
No tengo duda en afirmar que la construcción de la democracia fue multipartidista, donde muchos actores jugaron papeles activos, pero tampoco tengo duda en afirmar que el protagonista y el actor político más decididamente comprometido con la historia de nuestra democracia fue el PAN; la izquierda mexicana no siempre se comprometió con la democracia porque la llamó burguesa, y el PRI fue por muchos años el principal obstáculo a vencer: las transiciones democráticas han probado que en algún momento la elite gobernante del autoritarismo se divide y se compromete una de sus fracciones con el juego democrático, porque sabe que ahí está la posibilidad de la sobrevivencia política. 

De modo que por convicción o interés se vuelven demócratas, y esto no debe de sorprender a nadie. En la izquierda mexicana creo que Martínez Verdugo, el propio Gilberto Rincón Gallardo, fueron actores clave para modificar una percepción equivocada de la izquierda mexicana en relación con la democracia y sus virtudes, se volvieron liberales, y eso debe ser siempre bienvenido.
 

LN. Cita, en referencia a Efraín González Morfín, que liderazgos posteriores recuperarán su legado, como los de Castillo Peraza o Felipe Calderón. ¿De qué manera estos personajes recuperan el pensamiento de González Morfín?
 
AL. Lo que recuperan en esencia es la preocupación social y el afán igualitario del partido. El PAN no es un partido de derecha, de liberalismo económico clásico: cree en las libertades, cree en la persona humana y en su dignidad, cree más en la sociedad que en Estado, cree que la iniciativa y en la libertad de las personas, pero bajo ninguna circunstancia y por ningún motivo el PAN renuncia a que el Estado pueda llegar a ser un promotor de la justicia. 

No creemos en el Estado “elefantiásico”, más bien queremos un Estado eficaz, promotor de justicia y de equilibrio social. Ese es el principal legado de Efraín, su énfasis en la imperiosa necesidad de la justicia social para hacer incluso viable la democracia mexicana, y tanto Carlos Castillo Peraza como Felipe Calderón y Germán Martínez Cázares, que quizá han leído con más cuidado la obra de González Morfín, están convencidos de esto que subrayo. 

Los gobiernos del PAN no son, dígase lo que se diga, liberales a ultranza, más bien no quieren reducir el tamaño del Estado por imperativo ideológico: quieren un Estado eficazmente luchador contra las desigualdades. E insisto en la necesidad de que el Estado sea eficaz en la promoción de esos bienes públicos. Es el legado de Efraín: su énfasis especial en la justicia social, que es algo que ni el gobierno de Fox y mucho menos el de Calderón han olvidado, más bien ha sido uno de los ejes más importante de la acción gubernamental.
 

LN. Carlos Castillo Peraza señalaba que la diferencia entre doctrina e ideología es que la primera es inalterable, mientras la segunda es la adaptación de la doctrina a situaciones particulares. ¿Frente a qué retos y cómo construir hoy en día la ideología de Acción Nacional?
 
AL. La ideología del PAN ha vivido modificaciones y ajustes importantes: a partir de la creación en 1939 vino la primera Proyección de Principios en 1965 y la segunda en 2002. Si se leen bien esos documentos son proyecciones de unos principios originales. 

El énfasis de 2002 está puesto en lo que Felipe Calderón insistentemente ha llamado el desarrollo humano sustentable, que haga armónico el desarrollo económico con valores fundamentales para el futuro de la humanidad, en una etapa de globalización en la que los gobierno no pueden responsabilizarse solos del futuro de la convivencia humana. 

Los grandes principios ideológicos están apuntalados, y muy claros; el dilema está siempre en cómo, frente a circunstancias históricas concretas se materializan esos principios a partir de una propuesta específica de política pública; el PAN sí ha sido capaz de armonizar esos principios con su política pública, y a mí me sorprende y hasta me enfada que muchos panistas no vean eso con claridad: el gobierno de Calderón sí ha estado guiado por los principios ideológicos del PAN, su énfasis en la política social, la necesidad de la reforma educativa, pensando en al educación como el elemento liberador y promotor de la dignidad de las personas; de ninguna manera el PAN ha olvidado esos grandes principios.
 
Ahora bien, las realidades históricas también son imposibles de negar, las coyunturas que ha tenido que enfrentar el presidente Calderón han sido de una dificultad extraordinaria desde el principio de su gobierno: el encarecimiento de los productos básicos en el mercado internacional, la crisis económica mundial, la aparición de un nuevo virus en el mundo, en fin, han sido circunstancias concretas que han obligado a reformular a justes, pero que la realidad pide solucionar de inmediato, de modo que el gobierno tiene que actuar en consecuencia y responsabilizarse de coyunturas complejas. 

Eso no significa en modo alguno el olvido o la marginación de los principios doctrinarios. Seguir a ciegas los Principios de Doctrina puede llevar a la catástrofe, pero los grandes políticos son los que armonizan circunstancias históricas concretas con sus propios valores para lograr sacra adelante a sus pueblos, y es lo que está haciendo el presidente Calderón.
 
La doctrina del PAN puede verse en, por ejemplo, la lucha contra el narcotráfico, por que el PAN ha querido siempre un Estado sólido, no por su tamaño sino por la eficacia con la que promueve justicia social, armonía y Estado de derecho. Cuando se critica al gobierno de Calderón por que no ha podido derrotar al narcotráfico de manera absoluta, yo no hago sino sorprenderme, porque la alternativa no es sino entregar el gobierno a quienes no les importa sino su pretensión equívoca de maximizar sus ganancias a partir del deterioro de nuestra vida colectiva. 

Aquí hay una de las muestras más palmarias de un Presidente que tiene el tamaño de Jefe de Estado, dispuesto a enfrentar problemas estructurales que no van a redituarle electoralmente en el corto plazo, sino viendo al país desde una perspectiva de largo aliento, que es lo que México reclama de manera tan decidida y enfática.


LN. Algo que desee agregar.
 
AL. El PAN atraviesa por una coyuntura difícil, pero, ¿por cuántas coyunturas difíciles ha pasado el PAN, y ha sabido remontarlas, con espíritu de cuerpo, con disciplina y con trabajo? El PAN está llamado a ser en el siglo XXI la fuerza política que fortalece la democracia y la hace socialmente útil, y creo que ese es nuestro papel más relevante en este momento histórico: demostrarle a la ciudadanía que la democracia por la que tan tanto luchamos es mejor que cualquier otra forma de gobierno, porque supone las libertades, la posibilidad de la crítica social, la posibilidad de que las personas vivan en una comunidad que potencie sus habilidades, sus destrezas, en pocas palabras, su felicidad. 

El PAN tiene la ideología y la doctrina más humanista, más cercana a la gente: el dilema es actuar en consecuencia.


1 comentario:

  1. Lamento profundamente la partida de Alonso Lujambio. Un abrazo solidario...

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