viernes, 23 de septiembre de 2011

Luis Carlos Ugalde, una entrevista

 
En 2008, la revista La Nación entrevistó al que fuera consejero presidente del IFE en la elección de 2006, Luis Carlos Ugalde, con motivo de la aparición de su libro Así lo viví.

Aquí algunos fragmentos de esa entrevista acerca de una obra en la que se detallan a fondo tanto los modos de practicar la política en México como las reformas al IFE, el papel democratizador en México del PAN y otros temas.



La Nación (LN). En su libro esboza, como comenta Héctor Aguilar Camín, una democracia sin demócratas, en donde lo que usted llama "factores reales de poder" corren paralelos a las instituciones e influyen en las decisiones que se toman al interior de éstas. ¿Por qué en un régimen democrático como el nuestro estos factores no se han integrado al cauce institucional, y cómo integrarlos?  

Luis Carlos Ugalde (LCU). Estos actores políticos, individuos, corporaciones, etcétera, tratan de obtener trato preferencial de la autoridad en el tema electoral y en todos los temas de la vida nacional. Yo creo que así es en muchos países, y lo que trato de mostrar es cómo las instituciones son presa de esa presiones y son presa también del desconocimiento por parte de estos actores, que cuando no les gusta cómo salió el resultado se paran de la mesa y la tiran. 

Ese es el gran riesgo, porque las democracias son una suma de presiones, de demandas ciudadanas, de discusiones, de conflicto, esa es la democracia, pero tiene que haber un punto límite en donde una vez que hay una decisión –sea del Congreso, un resultado electoral o un fallo de la corte– de todos modos se tiene que acatar.

Yo lo que trato de reflejar en el libro es un poco cómo opera la política en su faceta cotidiana más nítida, incluso cínica, pero el riesgo es que al final de todo, cuando se dijo “éste ganó”, quieran tirar la mesa y retirarse, eso es muy riesgoso.

LN. Uno de los rasgos que dieron mayor confianza a los ciudadanos respecto del trabajo del IFE fue la inclusión de representantes ciudadanos, pero éstos son votados, y tú lo comentas en el libro, por el Congreso, irónicamente, una institución que es juez y parte dentro del juego. ¿Consideras que hoy en día los motivos por los cuales se ciudadanizó el IFE están garantizados? 

LCU. El IFE es una institución que merece todo el apoyo de los ciudadanos. El principal carácter ciudadano del IFE radica en el método para organizar elecciones y contar los votos, que son realizados por los ciudadanos. Esa es la mayor fortaleza del sistema electoral mexicano, que son ciudadanos de carne y hueso elegidos al azar, quienes están en casillas y cuentan votos. Esa es la ciudadanización más importante. Ése es el primer carácter ciudadano.

El segundo carácter ciudadano es que el IFE debe responder precisamente a los ciudadanos en sus preocupaciones. Me parece que el problema de la reforma electoral que se hizo el año pasado (2007) es que no piensa en los ciudadanos sino que piensa a los partidos; puesto de otra manera: así como las reformas electorales habían ido expandiendo los derechos ciudadanos, esta es la reforma electoral que en mi opinión y la de algunos investigadores, como Federico Estévez, es la primera reforma electoral regresiva de los derechos ciudadanos porque se limita el derecho a la información de los ciudadanos, porque se limita el derecho de los particulares a expresar su punto de vista mediante publicidad pagada en radio y televisión, porque se restringe la capacidad del Tribunal electoral para vigilar la vida interna de los partidos, porque los partidos meten mano en el IFE al nombrar a su contralor interno, y ahora hemos visto cómo en algunos estados los partidos ya están nombrando a los secretarios ejecutivos, como es el caso del Estado de México.

En todo caso, esta reforma que pretende generar equidad lo hace a costa de sacrificar la libertad de expresión, y lo que los ciudadanos quieren es estar enterados aun sea de mentiras, groserías, deben ser los ciudadanos quienes juzguen, y creo que en este caso el carácter ciudadano de la democracia mexicana dio un paso atrás en 2007, y creo que todavía no se ve el efecto, pero la tentación de los partidos a través de la reforma electoral de 2007 creo que es un paso atrás en la ciudadanización de la democracia.

LN. Los grupos de poder aún no regulados que conviven con los que sí están regulados dentro de la democracia, están afectando el desempeño de un país que se encuentra en un proceso de consolidación. Usted describe muy bien cómo de repente los actores o quienes están al frente de estos grupos, intentan influir. ¿Cuál cree que es el mayor daño que pueda hacer la convivencia, por ejemplo, de organismos sometidos a la transparencia y el escrutinio y organismos que pueden no rendir cuentas? 

LCU. El Partido Acción Nacional ha sido el partido que a lo largo de su historia ha pugnado por una democracia de ciudadanos, es decir, apelar a los individuos como ejes de la democracia que mediante el ejercicio de su raciocinio individual, de su libertad de expresión, acudan a votar.

Yo creo que el PAN es en ese sentido el partido más moderno de México. Otros partidos como el PRD y el PRI han basado en ocasiones sus tácticas electorales a través de la movilización corporativa, de prácticas clientelares, y esa es una realidad. En 2006, por ejemplo, hubo acusaciones en contra de los tres candidatos principales, de que de alguna u otra manera, un sindicato, gobernadores, gobiernos locales apoyaban a uno u otro sin violar la ley, esto es interesante porque hay prácticas clientelares que pueda ser vistas como indeseables, pero que legalmente hablando no están prohibidas, entonces me parece que en este país coexiste una democracia de ciudadanos, con una democracia, como le llamaste tú, de corporaciones.

Esa es la realidad y esa realidad nos va a acompañar por mucho tiempo, por eso vuelvo al tema. La reforma electoral de 2007 fortalece el tipo de política clientelar y corporativa porque le quita a los ciudadanos la capacidad de enterarse de los cuestionamientos críticos de quienes aspiran a gobernar, y entonces pone en la mano de los partidos y de sus maquinarias un poder monopólico de expresión que debiese estar en los ciudadanos y no sólo en los partidos.  

LN. ¿Hay otras instituciones que estén afectando de este modo? ¿Qué cree que pueda hacer la ciudadanía ante el gobierno y los partidos para equilibrar esta situación? 

LCU. La libertad de expresión, un debate desinhibido en donde se puedan expresar puntos de vista, la posibilidad de apelar a los ciudadanos en su ejercicio de raciocinio… Reitero, al PAN lo que le ha permitido ganar elecciones es que ha apelado a los ciudadanos, a los jóvenes, a los universitarios, a las clases medias, a los sectores populares urbanos a través de su derecho a la información, y perdón que reitere una vez más, pero esta reforma de 2007 restringe esa capacidad ciudadana de la democracia y se lo da a las maquinarias, entonces el debate desinhibido, vigoroso, con todos sus riesgos que tiene es la mejor manera de hacerlo.

Creo que hemos avanzado mucho en México en quince años. Si tú recuerdas cómo eran las elecciones en los años ochenta, y ves cómo son hoy, hay un mar de diferencia. Las prácticas clientelares de hace veinte años de movilización de militantes son cada vez más ineficaces, es decir, puede seguir existiendo el líder sindical que da una instrucción, pero los integrantes de ese sindicato no necesariamente acatarán esa petición. Hemos dado pasos significativos muy importantes, pero persisten ciertas prácticas, y la solución es la libertad absoluta de expresión y un debate desinhibido y un cuestionamiento crítico ante los candidatos. Esa es me parece que es la solución.

LN. ¿Cree que la cultura democrática en México se fortalecería con este debate desinhibido, con este aumento de libertad? 

LCU. Es que veníamos en esa ruta, veníamos en una ruta de expansión de las libertades ciudadanas, una y otra vez se fueron expandiendo. La de 2006 fue la campaña más desinhibida, vigorosa y con el debate más intenso, y sin embargo, el diagnóstico de algunos políticos fue que eso era malo para la democracia. Es un error. Y yo me pregunto, ¿qué acaso el PAN manipuló a la sociedad mexicana al expresar que López Obrador era un peligro para México? El PAN estaba en su derecho de hacerlo y los ciudadanos en su derecho de creerlo o no. Muchos la ven mal, yo prefiero eso a las regulaciones que caigan en los candidatos, porque esa es la ruta que, digamos, hace que la gente se involucre más en la política.

No estoy tratando de celebrar el denuesto, la calumnia; yo quiero campañas de ideas, propuestas, pero entiendo que la política es así y que la única manera de que se digan las cosas como son es que pueda haber libertad absoluta, y creo que eso, al final del día, beneficia más a los ciudadanos que los buenos modales que pretenden construir a partir de ahora.

LN. El PAN ha dicho que una de las victorias culturales del partido fue que la gente saliera a votar sin miedo, que la gente participara, que la gente sintiera que su voto servía para influir. ¿Cuál considera que debe ser la siguiente victoria cultural del PAN? 

LCU. Pugnar por la democracia de los ciudadanos, y voy a decir algo que lo digo con todo el respeto que me merece el Partido Acción Nacional, porque lo digo y lo diré siempre: el Partido Acción Nacional es el partido más liberal, el partido más moderno que tiene México, y el Partido Acción Nacional ha contribuido mucho a la democracia mexicana.

El PAN, con un ideario liberal, permitió la expansión de los derechos ciudadanos, pero en 2007 por primera vez el Partido Acción Nacional fue incongruente con esos principios liberales que lo caracterizaron, no solamente en proteger la expresión de los ciudadanos y su libertad, sino en cuidar a las instituciones. Si esta reforma fue una necesidad coyuntural, creo que habrá que revisarla en el futuro para que el PAN siga siendo el líder de la expresión de la libertad de los ciudadanos.

Recuerdo mucho lo que el Partido Acción Nacional hizo en el norte en los años ochenta, fue a concientizar a los ciudadanos de la importancia de defender el voto, y defender el voto era defender la libertad de expresión, y acudieron a instancias internacionales en Washington y fueron criticados por los sectores tradicionales del país diciendo que estaban haciendo escándalos internacionales, pero eso pagó porque en los noventa permitió que la lucha contra el fraude rindiera frutos y que a la postre el Partido Acción Nacional ganara la Presidencia de la República.

Fox igual que Calderón, y esto es muy importante recordarlo, ganaron la Presidencia por la posibilidad de expresarse de manera desinhibida y cuestionar a quien en esa ocasión gobernaba: en el caso de Fox, al partido que gobernaba, en el caso de Calderón, a un candidato que él consideraba un peligro para México. Ambos usaron la libertad de expresión y los ciudadanos reaccionaron, entonces creo que siendo, fíjate lo que voy a decir, siendo un partido liberal en el sentido clásico europeo, un partido que parte de el individuo como el eje central de la política, no del Estado, no del colectivismo que propiciaron el PRI o el PRD, sino del individuo y de la libertad de expresión que son los fundamentos del liberalismo clásico europeo, siendo el único partido liberal en ese sentido, creo que tiene una enorme responsabilidad para mantener eso, no lo van a hacer otros partidos porque su ideal es diferente.

LN. ¿Usted cree que proteger a los partidos de la manifestación de opiniones negativas o positivas, por encima de la defensa del derecho ciudadano a la libertad de expresión, es democrático? 

LCU. Es un regreso democrático porque en las democracias tú tienes que cuidar dos principios muy importantes: el principio de la libertad y el principio de la equidad. Si sólo te interesa la libertad, puedes generar un daño, porque entonces pura libertad sin condiciones mínimas de equidad te puede llevar al extremo de que solamente los ricos hablen y solamente los que tienen dinero ganen.

Por otra parte, buscar la equidad por la equidad te conduce a callar a los ciudadanos, callar a los candidatos y despojar a los ciudadanos de su derecho a estar informados. Entonces tienes que hacer un balance, yo creo que se deben buscar condiciones mínimas de equidad, y las reformas en México las han estado buscando a través del financiamiento, a través del acceso gratuito a la publicidad en radio y televisión, etcétera, pero creo que esta reforma se excedió en busca de equidad y coartó la libertad, entonces este desequilibrio que se ha generado creo que hay que revertirlo en el futuro, manteniendo condiciones mínimas de equidad y una libertad mayor de expresarse.

LN. Además este dilema de equidad y libertad, hay otro dilema que se plantea en el libro, y que es que en la historia de nuestro país recurrentemente hemos presenciado de parte de la clase política cambios de posturas que en su momento resultan determinantes para la toma de decisiones, y que usted atribuye a una praxis política. ¿De qué manera puede la ciudadanía exigir a gobernantes congruencia en sus decisiones? ¿Es posible exigirla? 

LCU. Mira, hay una enorme impunidad en México, una impunidad en la que no importa lo que digas hoy, mañana te puedes desdecir y decir otra cosa, y esta impunidad llega a niveles de cinismo y no tiene costo. 

En el libro narro historias que en cualquier otro país tendría costos reales y que en México no lo tienen. Voy a poner un ejemplo: Ricardo Monreal, en 1988 era diputado del PRI, aprobó la elección de Carlos Salinas de Gortari, pidió que la discusión se hiciera a puerta cerrada, que la gente se saliera de la Cámara para que no interfirieran con la calificación de la elección, defendió ese triunfo, rechazó que se abrieran los paquetes electorales, que por cierto el Partido Acción Nacional pedía junto con el Frente Democrático Nacional. 

Dieciocho años después se volvió del PRD, fue gobernador de Zacatecas, luego apoyó a López Obrador, lo que él había negado años antes lo pidió, luego apoyó al Partido del Trabajo en una competencia en Zacatecas, luego en Guerrero apoyó al candidato de Convergencia, y ahí sigue, ahí sigue y escribe en los periódicos y se dice defensor de la democracia, y no hay costos. Digo, el PRD parece ser que ya lo quiere expulsar, pero no hay costos.

Está también el caso de Porfirio Muñoz Ledo, que es verdaderamente el de un cambio de camisetas, de pieles. Cito asimismo el caso de Manuel Camacho Solís, y no hay costos, porque siempre va a haber alguien que les dé una oportunidad. Creo que una de las maneras de evitar eso es decirlo. En México hay la tradición de que los funcionarios, o quienes tuvieron cargos de alguna envergadura, tienen que regresar calladitos a su casa. Me parece que hay que reflexionar, no es una cuestión de les voy a platicar escándalos, no; yo lo trato de hacer con mucha responsabilidad, pero me parece que hay que exhibir a quienes abusan, cambian de piel y nadie les exige cuentas a la larga.

Ahí otra vez, creo que el Partido Acción Nacional en lo general es el partido en el que se ha dado más congruencia en la formación y continuidad de sus cuadros, estas incongruencias se han dado básicamente en el PRI, y de aquellos priístas, fíjate lo que voy a decir, aquellos priístas que han salido del PRI en busca de oportunidades son los que más incongruencias han cometido. Lo narro, Manuel Camacho Solís, Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Monreal, Arturo Núñez son cuatro nombres que recuerdo, y todos se salen del PRI por falta de oportunidades, y ahí empieza la incongruencia. Y ahí otra vez, el Partido Acción Nacional no ha padecido estas prácticas o lo ha hecho en muy baja medida y creo que eso ayuda mucho para balancear el sistema.

LN. Usted denuncia una serie de prácticas incluso extralegales contra el IFE, contra su persona y contra la elección ¿Recurrió en su momento a recursos institucionales para denunciarlas o revertirlas? 

LCU. Lo que yo narro son intentos de presionar al árbitro para que actúe al margen de la ley. Pero también lo que yo defiendo es que esas presiones no surtieron efecto. Cuando el PRD nos exige abrir todos los paquetes electorales al margen de la ley, y narro en el libro lo dramático que fue eso, sí fue una presión muy fuerte, pero nunca cambiamos la decisión legal de no hacerlo salvo que existiera causa legal, entonces yo voy narrando una serie de cosas, mi función en ese momento no era andar diciendo que había gente que me estaban presionando, el presidente del IFE tiene que evitar que influyan esas presiones.

Ahora a la distancia creo que puedo reflexionar y platicarle a la gente cómo opera ese mundo de la política para tratar de mejorar la cultura democrática, para tratar de que se mejore la práctica y las costumbres, pero en su momento mi responsabilidad exclusivamente era evitar que interfirieran y cuidar la legalidad de la elección.

LN. A lo largo del libro usted reitera su preocupación e interés por mejorar el régimen democrático en México, sin embargo aceptó un cargo fundamental que fue obtenido, como lo mencionaba, con irregularidades. ¿Considera que su proceder fue congruente con sus principios, o considera que era la única manera de impulsar una transformación de estas prácticas? 

LCU. Yo nunca digo que mi nombramiento fue irregular. Yo lo que digo es que fue una elección legal en donde los partidos negociaron de una manera opaca, pero eso no es irregular, se cumplió con la Constitución, 80% de los diputados votaron por mí. Yo lo que digo es que la manera como se negoció condujo a lo que yo llamo “pecado de origen”, en donde el PRD se salió de la negociación, el PRI y el PAN se fueron juntos, el PRD aprovechó eso para acusarnos desde 2003 de que éramos personeros a las órdenes del “PRIAN”, y eso desató toda una polémica que después López Obrador usó en 2006 para decir que le habíamos hecho un fraude que nunca existió. 

Fue un proceso legal pero también que fue una negociación opaca. Y una negociación partidizada como siempre ha sido, yo lo que pregunto es, éste es el dilema del IFE, que siempre los partidos estarán tentados a querer presionar porque ellos son los que nombran a los consejeros.

Yo fui beneficiado de ese método, pero me parece que tuvo costos, y yo también digo por otra parte que a pesar de que fui designado por los partidos, y a pesar de que me intentaron en ocasiones pedir, recriminar, una y otra vez fueron negadas esas peticiones y eso causó molestia.

LN. Falta retomar esa parte entonces, la manera en cómo son votados los consejeros. 

LCU. Mira, yo creo que más que cómo entras es cómo sales. Es más importante para la independencia del IFE garantizar la salida legal que la entrada política. Me explico. Si a ti te nombran los partidos, pero una vez que estás sentado en el IFE sabes que nadie te va a poder quitar y que por tanto tus decisiones van a ser respetadas, y nadie te va a poder amedrentar ni amenazar ni presionar, porque nadie te puede quitar, ahí la independencia cobra plena vigencia, es el principio de la inamovilidad, es el principio que llaman en inglés el tenure de cualquier órgano, corte, etcétera.

Cuando se viola ese principio la señal que semandas es “si yo afecto a los partidos, me quitan”, y ese es el peor daño de la reforma electoral de 2007, el principio de la inamovilidad fue vulnerado, y la señal es que cuando los partidos se ponen de acuerdo pueden quitar a los consejeros. Esa fue la reflexión que yo hice el año pasado, cuando el PRD presionó junto con el senador Beltrones una y otra vez para que se llevara a cabo eso, entonces imaginemos que el principio de llegada va a ser por vía de los partidos, pero sabes que una vez que te nombran ya no te pueden quitar: en ese momento adquieres plena independencia porque sabes que tu desempeño depende de lo que digas, de lo que hagas y no de lo que los partidos te pidan.

LN. ¿Cuál considera que es la principal lección de lo que usted vivió? 

LCU. La principal lección que no hay democracia que funcione apropiadamente cuando hay deslealtad institucional del perdedor, no hay ley perfecta ni Constitución sólida ni instituto electoral que pueda competir contra la deslealtad de los competidores, y en este caso en particular de López Obrador. No se puede.

Las instituciones en 2006 hicieron su trabajo, defendieron la legalidad de la elección, pero que el perdedor haya construido una mentira durante varios meses dañó a la democracia mexicana porque generó duda, vulneró las instituciones, que resistieron, pero las afectó, y a partir de ahí ha construido un discurso retórico dañino porque incluso ha desconocido a su propio partido, ha desconocido la democracia representativa del Congreso, ha desconocido las instituciones y creo que eso es dañino.

Creo que tenemos la oportunidad de fortalecer la vía institucional y evitar que la retórica contamine a la democracia mexicana, y eso lo narro en el libro. La mayor aportación que yo quisiera para mi libro es que mostrara con claridad qué ocurrió, que aclarara que fue una elección legal, muy polémica sí, pero fue legal, transparente y democrática, ha sido la más equitativa en México, pero en la percepción pública hay muchos que piensan otra cosa porque López Obrador vendió esa idea, y a partir de esa idea construyó un movimiento que se basa en lo que se conoce como la falacia ad populum, que es muy peligrosa para las democracias y que dice “yo hago esto, y pido esto porque la gente me lo pide”, y al abandono del populismo, es decir, de lo que la gente pide, justificas cualquier cosa, desconocer al Congreso, desconocer la elección, es muy peligroso.

LN. ¿Qué reforma necesitaría el IFE? 

LCU. Se deben revertir muchas de las cosas que se hicieron en el pasado, para empezar. Revertir la prohibición de las campañas negativas, revertir la prohibición para que los particulares puedan expresar sus puntos de vista, me parece que el modelo de acceso gratuito a los partidos políticos es un modelo apropiado, pero se excedieron en dos vertientes: primero la cantidad de impactos políticos es excesiva, los niños que ven “Chabelo” a las 6 de la mañana del domingo van a estar viendo spots de los partidos, y eso va a generar hartazgo y distanciamiento, lejos de la reflexión, y segundo, introduce una rigidez excesiva en la manera cómo se conducen campañas, porque los partidos políticos tendrán que mandar sus spots al IFE con cinco días de anticipación y las campañas tienen una lógica de 24 horas, y como partido, como candidato tienes que reaccionar a lo que está ocurriendo en el mundo y en el país y a lo que dicen los contrincantes.

Si tienes que mandar tu espot cinco días antes se va a volver una rigidez, no te vas a poder comunicar con la gente, y los partidos lo van a padecer, no solamente hay un problema de restricción de la libertad de expresión, hay un problema de operación que los partidos van a padecer. Me parece que hay muchas cosas que son inoperables.

Otra cosa que es muy peligrosa es que al IFE lo colocan como un sancionador de medios de comunicación, individuos, empresas, de todo el mundo. El IFE es una institución ciudadana, si tú lo colocas y lo conviertes en una suerte de ministerio público durante campañas para sancionar, lo vas a colocar en una situación muy vulnerable porque lo van a usar como estrategia para golpear, y el IFE siempre va a tener que dar la razón a uno o a otro, entonces la mitad de los partidos siempre van a estar atacando al IFE y eso lo vulnera, y no solamente los partidos, ahora hasta los medios de comunicación ya tienden que ser sancionados por el IFE, quien debiese sancionar a los medios cuando no cumplen la ley no es el IFE, es a través de la Ley de Radio y Televisión, a través de la Secretaría de Gobernación, pero pareciera que nadie quiere pelearse con los medios y entonces le avientan al IFE la responsabilidad de hacerlo.

Al IFE lo van a vulnerar por darle demasiadas cualidades sancionatorias y eso creo que es un riesgo para el IFE, no es culpa del IFE es culpa de una reforma mal conceptualizada, en mi opinión.


No hay comentarios:

Publicar un comentario