sábado, 8 de junio de 2013

Una charla con Tony Judt: legados del siglo XX


 La rapidez y la prisa con la que se sucedieron los cambios históricos que distinguieron al siglo XX permitieron, como nunca antes en la historia, situar en un número breve de años acontecimientos y sucesos de gran trascendencia que no esperaron el paso de generaciones o de edades, sino que, por el contrario, se dieron en espacios reducidos y delimitados, particularmente Europa y los Estados Unidos, entre aproximadamente 1914, con el inicio de la primera guerra mundial, y 1989, año de la caída del muro de Berlín.

Esta especie de compresión del tiempo histórico, aunada a la evolución tecnológica de las comunicaciones, permitió que en el lapso de una vida, un ser humano pudiera, por ejemplo, vivir dos guerras mundiales, observar el final del colonialismo, entusiasmarse con la revolución cubana, temer por el desarrollo de las armas atómicas durante la guerra fría, protestar a favor los grandes cambios culturales de los sesenta, ver por televisión el derrumbamiento del bloque soviético e indignarse por las atrocidades de la guerra de los Balcanes.

Todos estos hechos, por mencionar los más destacados entre muchos otros, transformaron el mundo y la manera de entenderlo desde los ámbitos más complejos como la geopolítica, la macroeconomía y la informática, hasta el quehacer cotidiano de la humanidad, la vida diaria, el presente y el futuro de miles de millones de mujeres y hombres que, queriéndolo o no, se vieron de pronto inmersos en una mundialización en la que, como sucede con la teoría del caos, todas las cosas está unidas y el menor cambio en un sitio puede desencadenar oscilaciones desmedidas en cualquier lugar, cercano o lejano, no importa: las distancias quedaron reducidas como nunca antes en el desarrollo del género humano.

El historiador Tony Judt fue uno de esos personajes que desde el observatorio privilegiado de las grandes universidades europeas y norteamericanas, vivió en carne propia la vorágine del siglo XX, no tanto desde los acontecimientos sino más bien desde las ideologías que, con la misma prisa que los sucesos, se fueron construyendo y sucediendo una tras otra conforme avanzaba la historia del pensamiento occidental. Su obra Pensar el siglo XX (Taurus) es precisamente ese recorrido y ese paso por las ideas que acompañaron, en ocasiones precedieron y en otras sucedieron los grandes acontecimientos de nuestra era.

Basado en una charla con el también historiador Timothy Snyder, este libro –calificado por el suplemento cultural Babelia, del periódico El País, como el mejor de no ficción del año 2012– recorre la biografía del propio Judt para, a partir no sólo de la propia vida, sino de la trashumancia de una familia judía oriunda de la Rusia zarista, ahondar en los detalles de una centuria que llevó a un pueblo a recorrer Europa huyendo de la persecución y de la intolerancia, padeciendo el asesinato y el intento de exterminio, para luego erigirse en un Estado propio, Israel, que también ha sido protagonista en la historia moderna de la humanidad.

Un diálogo inteligente, profundo, donde relucen autores, filósofos, vanguardias artísticas, críticas, apegos, ideologías que un día se abrazan y que poco a poco la realidad deforma hasta llevar al rechazo absoluto. Una charla entre dos historiadores que trasciende el esquema pregunta-repuesta habitual de la entrevista para dar paso, en ocasiones, a largas disertaciones en las que no siempre se coincide del todo –como es el caso de la política exterior estadunidense de los últimos años– y se esgrime una batalla apasionante de argumentos y desacuerdos, pero también de coincidencias o rectificaciones de quien está dispuesto a escuchar a su interlocutor y a concederle la razón cuando ésta es ya irrebatible.


No hay desperdicio en las 400 páginas que conforman Pensar el siglo XX; cada uno de los nueve capítulos en que se divide el libro pasa por alguna de las grandes corrientes del pensamiento occidental: sin el rigor académico del profesor universitario que abunda en conceptos y fastuosas teorías, con la desenvoltura de quien, en una charla, explica los cambios de todo un siglo, analiza sus errores, destaca aquellos logros que han demostrado ser aciertos perenes y proyecta un porvenir que sin duda exige capacidad, responsabilidad y altura de miras, que también sienta las bases para el siglo XXI, el que nos toca construir, por el que, cabría concluir, vale la pena luchar.


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