jueves, 20 de junio de 2013

El turista electoral



Se conoce al turismo electoral como la tendencia que en época de elecciones arrebata a diversos políticos encumbrados de su comodidad habitual de escritorio para sumarse a campañas, mítines, reuniones, volanteo y otros eventos en los que un candidato sale a buscar el voto ciudadano.

Es una práctica habitual y puede constatarse en los templetes saturados de extraños que deciden apoyar a tal o cual aspirante, en ruedas de prensa donde figuran como protagonistas, en reparto de propaganda al que se convoca previamente a los medios de información... La condición tiende a ser, precisamente, que haya reflectores, que la "fuente" esté presente, que se garantice una nota en el periódico donde se deje testimonio del paso del turista electoral por la plaza, el pueblo o la ciudad.

De acuerdo con la naturaleza mediática del turismo electoral, es muy probable que el generoso encumbrado que acude se presente solamente en las grandes urbes, es decir, las que garantizan una aparición en la prensa o la televisión; también sobran las posibilidades de que su visita vaya acompañada de una llamada "gira de medios", que consiste en visitar junto al candidato diversas sedes de periódicos, estaciones de radio, emisoras de televisión, desayunos con reporteros y otras prácticas programadas por los encargados de prensa, en perfecta sincronía y coordinación con los responsables de llevar la comunicación de la campaña.

Hay quienes de manera sincera eluden el protagonismo propio de, por ejemplo, una diputación federal, un escaño en el Senado o un puesto en la cúpula partidista, para dar prioridad a lo que el candidato local tenga que decir; pero los hay también que ejercen el turismo electoral como si fueran enviados de un Olimpo del que descienden para sumar su áurea presencia a la de los comunes mortales que aspiran a ser electos.

Un par de preguntas con sus respectivas e incómdas respuestas: ¿Cuál es la auténtica utilidad del turismo electoral? A mi parecer es hacer ruido, llamar la atención, dar razones para que los ojos volteen hacia tal o cual candidato. Es decir, ayudar al "posicionamiento" del candidato beneficado en los distintos medios de información. ¿Esta presencia redunda en votos el día de la elección? Lo más probable es que no. 

Es muy cuestionable y hasta ilusa la suposición de que al momento de votar, el elector diga en la soledad de la urna, frente a la boleta e iluminado por su memoria: "claro, a fulanito lo vino a apoyar menganito, y por eso votaré por él"; o que al momento de razonar o meditar el voto, algún otro elector le dé un valor añadido a las propuestas del candidato cacareadas y repetidas por sus encumbrados colegas.



Sin embargo, el turismo electoral es una práctica común y hasta reconocida puesto que, al parecer, insufla ánimos a los propios elementos de la campaña, y da un mensaje de fortaleza, unidad y respaldo a quienes, contrario al turista electoral, no tomarán un vuelo de regreso a su lugar de residencia, satisfechos y palmeándose la espalda, orgullosos de tanto derroche de generosidad y desprendimiento. 

Los que se quedan a seguir la campaña es muy probable que, por el contrario, deban pagar lo platos rotos de sus célebres y afamados visitantes. Porque un senador o diputado o presidente de partido no aceptará utilizar el pequeño, incómodo y destartalado Tsuru que utilizan los "humanos demasiado humanos" promotores cotidianos del voto; tampoco aceptará comer sobre la marcha en un puesto a mitad de la carretera entre una y otra ranchería, las garnachas fritas y refritas en el aceite de todo el día; mucho menos podrá mermar sus sibaríticas costumbres de sueño accediendo a ser hospedado en la casa de quien pueda desprenderse por una noche de uno de los cuartos de su propio hogar.

Los turistas tienen refinadas costumbres gastronómicas, de transporte y de alojamiento. 

Muchos exigen camionetas que les permitan atenuar las inclemencias del clima frío o caluroso, con las piernas bien estiradas y de ninguna manera tolerando que cualquiera aborde el vehículo: el turista requiere del silencio, de la concentración y de la calma necesarios para la introspección que exigen las sabias palabras que pronunciará en el mitin o en la rueda de prensa en los que, por supuesto, es incluido, puesto que nadie padece los trastornos propios del desplazamiento sin tener un lugar de primera fila en los eventos que engalanará.

El turista, qué duda cabe, tampoco viaja solo. Lo acompañan especialistas, asesores o secretarios particulares que son los encargados tanto de, previamente, organizar el tour, y ya en el lugar de paseo, cerciorarse de que todo funcione tal como fue planeado; serán estos acompañantes los que auxilien al turista cuando, por ejemplo, tiene sed, pero como son parte de una comitiva de "invitados especiales", no serán tampoco ellos los que corran a conseguir una botella de pulcra y purificada agua fría, sino más bien los que movilicen todo lo que sea necesario para que el turista no padezca jamás los inconvenientes de estar fuera de casa. 

De igual modo, los que se quedan una vez que el visitante parte son los que deben, si el caso se da, aclarar "lo que el turista quiso decir". Porque el turista no suele ser una persona que se limita a conocer y a difundir las propuestas del candidato que acude a apoyar: eso sería rebajar su condición de hombre de mundo, vaya pues, la naturaleza propia del turista. 



Así, los medios preguntarán al turista sobre los muchos temas de su muy saturado orden de intereses, situación que el turista, cuando es protagónico, aprovechará para explayarse en declaraciones que dejarán el ámbito local para situarse en la sección nacional del periódico, espacio en el que el asesor de medios del turista verá reflejada la inteligencia y sagacidad de su jefe al día siguiente o esa misma noche, incluso, cuando la nota alcanza la importancia y el horario de los noticieros de la víspera (esta posibilidad, cuando la alcurnia del turista lo permite, es cuidadosamente planeada por sus asesores).  

Las redes sociales son también la fascinación del turista, que procurará tuitear o publicar en Facebook y otras plataformas las fotografías de su visita, los abrazos, los saludos, la entrega en mano de panfletos y volantes del candidato, el servicio que presta a esa campaña que con su presencia cobra nuevos bríos y esperenza. El sol que irradia, el buen clima, las sonrisas, la solidaridad y la generosidad implícitos en el rostro del turista, el gesto adusto y meditativo cuando los medios lo interrogan, la risa franca y cordial ante el público que observa abajo del templete... Todo será captado por el turista o algún fotógrafo con la encomienda de no pasar por alto ninguno de los momentos que harán el orgullo del album fotográfico del turista. 

Y claro está que, como todo turista, el electoral detesta el enfrentamiento crudo y franco con la realidad. Porque si una vez que partió sucede algo malo en la campaña o alguna desgracia acaece a los que trabajan en ella, no será ya tema de su incumbencia: el turista cumplió con asistir, con estar ahí y manifestar su apoyo, con el bochorno de las inconveniencias de salir de su escritorio o de bajar de su Olimpo. Lo que ocurra después no deberá importunar sus múltiples actividades cotidianas, para eso están los asesores que gentilmente tomarán llamadas, perderán recados y mantendrán al turista centrado en sus importantes labores.

Por supuesto, si hay victoria, el turista se vanagloriará, hará las llamadas pertinentes para destacar su aportación, la importancia del trabajo en equipo, la trascendencia para el triunfo de haber estado todos ahí, como la gran fuerza política de la que se es parte. Será pues invitado a la toma de posesión, ocupará un lugar en el auditorio acorde con su alto rango, declarará, mirará al ganador con el gesto de quien tuvo la gentileza de "partirse la madre" en la calle y al que se le debe agradecimiento sempiterno.  

Y jamás sabrá que el mérito de esa victoria se debe a todos los que no son turistas, a cada uno de los que se fletaron durante meses todos los días, todo el día, reuniendo bases de datos, acudiendo a visitar a los votantes, organizando brigadas, pegando propaganda, cuidando casillas, desmañanándose y desvelándose, por un sueldo mísero o quizá sin emolumento alguno, de manera voluntaria, convencidos de que el turista no aporta pero guardando silencio cunado éste llega, celebrándole incluso su visita, agradeciendo con sonrisas francas pero que en el fondo se hacen la misma pregunta que inspira el presente texto: "¿y este a qué diablos vino?"
  

5 comentarios:

  1. Excelente y muy cierta reflexión primo, este asunto me da pié a pensar en ir armando un artículo (o varios) acerca del "tráfico electoral" o "tráfico de electores", esa mal llamada "migración electoral" que bien orquestada tiene el PRI en todo el país para llevar y traer electores de un estado a otro según haya elección o no. Todo esto producto de una ingeniería electoral sin escrúpulos que busca "ganar" a como dé lugar, sin omitir la omisión cómplice de la autoridad electoral. Sé que no es un tema nuevo, pero justo ahora que hay elección en Quintana Roo hemos empujado revisiones al Registro Federal de Electores que han dado como resultado (insuficiente a nuestro gusto) que se den de baja a pocos meses de la elección a 1,388 falsos electores yucatecos que se habían empadronado en Q.Roo; lo más descarado del asunto es que cruzando estos nombres con la nómina de empleados del Ayuntamiento de Valladolid (priista desde luego)detectamos a 104 de ellos que ya hemos denunciado a la FEPADE (se supone el IFE hará lo propio)pues el mismo IFE reconoció el falseamiento de datos para obtener su credencial de dicho estado. Es un hecho que los alcances y métodos del fraude electoral priísta se han ido perfeccionando para hacerlo más sutil, pero es un hecho que aún hay mucho por hacer por consolidar la cultura democrática por la que tanto luchó tu padre...saludos y pues seguiremos en la brega, un abrazo y felicidades por el artículo que, con tu permiso, lo compartiré.

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  2. Voy a sustituir "turista" por "ex-secretario de hacienda" a ver que pasa.

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    1. También podrías poner: ex alcalde, ex senador, ex candidata, y así... aplica a tantos...

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  3. Tantas veces lo sentí,lo pensé y aquí lo plasmas tan certeramente, seguramente no solo mi sentir, si no el de miles de" panistas de a pie"
    Excelente articulo Carlos

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