martes, 18 de mayo de 2010

Sobre el Jefe Diego (un paréntesis político)




Y todo empezó más o menos así...

Sábado, a punto de ir a comer... Un mensaje alerta sobre lo acaecido, el secuestro, la posible muerte...

De inmediato, a falta de TV, la red: los portales de El Universal y Reforma daban la nota; el Facebook reunía solidaridad y buenos deseos, pero nadie desmentía nada. El primero en subir la nota, Manuel Espino, desde su Twitter: rezaba algo así como "secuestro y asesinato de Diego".

Llamadas de confrmación, de certeza aunque fuera frente a la tragedia... Nada esa tarde.

Salida a una comida programada: la radio del taxi sintonizaba un programa donde se daba cuenta de los hechos: el Presidente posterga por unas horas su viaje, la prensa incierta. En la comida, ninguna información adicional.

Volver a casa, sintonizar de nuevo la radio, revisar los portales de los periódicos... Nada. A dormir, con un nudo en la garganta y una astilla en la sonrisa.

Al día siguiente, nada; hoy martes, nada.

Sólo la certeza de que los ojos apuntaban a Manuel Espino, acusándolo, con razón, de dar una información falsa. Él se defendía aduciendo que "no confirmó la noticia". Pero bueno, si se anuncia la muerte y el secuestro de alguien, queda poco qué confirmar. No se anuncia el chisme, al menos entre profesionales y en temas de tal tamaño: se anuncian certezas... Irresponsabilidad de alguien en cuyos alegatos he encontrado, hasta el sábado pasado, mucho de razón.

Moraleja: la información es una responsabilidad, máxime en un época en la que los datos llegan mucho más lejos de lo que uno cree (y quizá quiere)...


2 comentarios:

  1. Hola Carlos! felicidades por el nuevo blog; en esta nueva aventura también seré seguidora!
    Lo que le pasó a Diego Fdez. de Cevallos no es grave sino gravísimo. Lo sé, no porque los procedimientos de procuración de justicia sean -en este caso o siempre- transparentes, ni porque los medios hagan una labor profunda de investigación, ni mucho menos porque los hechos en sí mismos sean claros... Lo sé porque hasta Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado solidario (cuando frente a diversas masacres se ha mantenido callado), y porque el EPR sintió la inmediata necesidad de deslindarse. Atestiguar la alarma generalizada de la clase política no es ninguna buena noticia: da la impresión que hasta el viernes, ésta se sintió realmente en el poder. Ese poder, con esta desaparición, se ha desplazado irremediablemente y se evidencia en manos ajenas al poder mandatado...
    La semántica de la violencia aquí tiene un peso inusitado: no es lo mismo haber sido levantado, secuestrado o desaparecido. Ser levantado, según la definición popular (que ha adoptado los términos del hampa como propios), implica un arreglo de cuentas interno y fatal. Ser secuestrado implica un intercambio monetario que, según la desinformación de la que adolecemos, no se ha dado. Ser desaparecido implica, desde mucho antes de los años setenta en México, que has resultado incómodo a la institución última, responsable del orden social y nacional...
    Lo que le ha pasado a Diego Fernández y a su familia es grave, y trágico, tan angustiante y condenable como lo que le ha ocurrido a decenas de miles de familias en los últimos años.
    Lo que le ha pasado a nuestra nación, con esta desaparición, es aún más grave y aún más trágico. Así Diego se encuentre en manos del crimen organizado, o en manos del Ejército, su destino se entrelaza con el nuestro, y ninguno de nosotros desearía ver levantarse una fuerza golpista de semejante índole.
    A riesgo de sonar apocalíptica, me atrevo a dejarte este humilde comentario, aquí, y en ningún otro lado.

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  2. Graxias por el comment Cocó...!!!

    Y sí, de verdad hay alarma... En lo personal, atando los cabos de unas semanas a la fecha (y del pasado fin de semana en particular), veo un clima de violencia de esa que como bien mencionas es inocultable, aunque se dé línea para ello... Amén, por supuesto, de que me estremezco al pensar que una persona como DFC pueda terminar sus días de un modo que mi imaginación no alcanza (quizá no quiere) a abarcar.

    Y no, no veo signos del apocalipsis en lo que comentas, veo un retrato de la realidad. Eso sí, muy a lo Fernando Vallejo, donde la imaginación ya no hace falta porque lo cotidiano la supera...

    Graxias de nuevo y saludos!!!

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