lunes, 4 de julio de 2011

Breve recuento de los daños electorales

Pocas sorpresas el fin de semana, durante los comicios: la derrota era anticipada no sólo por las encuestas que precedieron la jornada electoral sino más bien por el panorama general de un partido que ahora cree que el error está en el mensaje, es decir, en la forma, y no en el fondo.

Construir mensajes atinados es la punta del iceberg. Como mercadotecnia, sin duda será ese llamado el que resuma una serie de atributos que, en campaña, suman los del candidato y los de su partido, convertidos en eslóganes y propuestas de comunicación. 

Esa es la punta del iceberg. ¿Qué precede esa labor de campaña que consiste en convencer? Ah, pues muy simple: el trabajo cotidiano del propio partido. Esa presencia en la vida diaria, esa lucha continua por mejorar, por señalar, por criticar y proponer; la unidad con la que el grupo enfrenta al grupo contrario y su capacidad de distinguirse como una opción para ser mejor gobierno. 

Y ahí es donde el PAN falló. Donde ha fallado los últimos años. La "marca PAN" ha perdido valor porque cada vez cuesta más diferenciarla de las otras "marcas". Se escucha con más frecuencia "todos los políticos son iguales", y en esa frase, quien más pierde es el Partido que durante toda su existencia ha propuesto e incluso llevado a la práctica una forma distinta de hacer política.

La estructura panista está herida por la división. Esa que se genera cuando hay poder de por medio y la generosidad no alcanza para construir acuerdos.

Esa estructura que supo alguna vez de las fortalezas y ventajas del trabajo municipal, ha limitado las decisiones al centro y dejado cada vez menos margen de maniobra a los iderazgos locales. Cada designación es sinónimo de ese debilitamiento: ustedes son incapaces, ergo yo, centro, decido. 

La propuesta, la plataforma, la estructura, el mensaje: todo parte de un centro que se impone, en ocasiones porque la estructura local no tiene capacidades, en otras porque su capacidad de acción se encuentra dominada o francamente dinamitada para impedir el buen trabajo y entonces el centro decide y punto. 

Las virtudes que otrora tuvo el PAN frente a sus opositores son cada vez más difíciles de defender. Uno puede ir a impartir cursos de doctrina y toparse con comentarios del tipo "todo eso que nos dice es muy bonito, pero ¿por qué nuestros líderes no lo practican?"

En fin, no hay sopresas, sólo la lógica consecuencia de lo que se ha hecho mal o de plano se ha dejado  de hacer. No creo en los recomienzos ni en las refundaciones: prefiero la crítica seria y objetiva que parte de la propia dirigencia y puede comenzar con la pregunta: Si en los últimos tres años se ha tenido tres presidentes elegidos por el Consejo Nacional, y ninguno de ellos ha podido capitalizar los tinos del gobierno para convencer a la gente, ¿es sólo un error de comunicación?

Antes el PAN se distinguía por convocar libremente a la gente: hoy, se les paga hasta a los representantes de casilla, esos que alguna vez fueron ciudadanos convencidos del deber cívico de cuidar el voto del Partido. 
Sin una estructura fuerte, convencida y libre, no hay campaña, eslogan ni candidato que puedan ganar. Esa estructura le dio la victoria a Fox; esa estructura hizo ganar a Felipe Calderón... y es esa misma estructura la que hoy falla. No es mentira ni secreto: hoy las almas se mueven menos. 

No es cuestión de mensaje; es congruencia. Porque cuando uno predica una cosa y hace otra, la gente se da cuenta, y ni todos los eslóganes ni toda la campaña de comunicación serán suficientes para devolver la confianza a aquel defraudado que alguna vez creyó. 

Foto: vanguardia.com.mx

 



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